Mujer, feminismo, ciencia ficción

Rescatando a las pioneras pretende rescatar del olvido a mujeres que fueron pioneras en la lucha por la igualdad y que, además, se atrevieron a expresarla mediante la ficción especulativa. Muchas de ellas ya han aparecido en este blog: Christine de Pisan (nacida en 1374), Margaret Cavendish (nacida en 1623), Mary Shelley (1797), Catherine Helen Spence (1825), Henrietta Augusta Dugdale (1827), Rhoda Broughton (1840), Elizabeth Burgoyne Corbett (1846), Edith Nesbit (1858), Charlotte Perkins Gilman (1860), Inez Haynes Irwin (1873), Thea Von Harbou (1888), y ahora incorporamos a la estadounidense Mary E. Bradley Lane (nacida en 1844)

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Mary E. Bradley Lane nació el 3 de julio de 1844 en St. Mary’s, Ohio, y dedicó gran parte de su vida a la enseñanza y a la escritura. En 1878 contrajo matrimonio con Thomas Lane, abogado y veterano de la Guerra Civil, con quien vivió en Cincinnati y posteriormente en una granja cercana a Transit, Ohio. La pareja no tuvo hijos. Falleció en enero de 1930 en el condado de Hamilton, cerrando una vida dedicada a imaginar lo que aún no era posible.

Imagen idealizada de Mary E. Bradley Lane

Si bien no se conserva evidencia de una participación directa en movimientos sociales o científicos, su obra y pensamiento revelan una inquietud profunda por los temas de equidad, educación y regeneración social. Además de Mizora: A Prophecy, publicó un segundo libro titulado Escanaba en 1895, actualmente perdido, que deja entrever una voz literaria adelantada a su tiempo y comprometida con imaginar futuros posibles.

Durante años, creí que la justicia era sólo un ideal lejano, una palabra bonita en boca de los poderosos. Pero aquí… aquí, en este mundo de luz sin sombra, la justicia respira en cada gesto. ¿Cómo puede ser real lo que parece un sueño tejido por el deseo más profundo de las mujeres libres?” — Vera Zarovitch, al llegar a Mizora

Mizora: el sueño utópico de Mary E. Bradley Lane

En pleno siglo XIX, cuando las mujeres luchaban por derechos básicos como la educación o el voto y se convirtieron en un reto incómodo para el poder establecido, Mary E. Bradley Lane se atrevió a imaginar algo radical: una civilización avanzada habitada únicamente por mujeres. Mizora: A Prophecy, publicada por entregas en 1880, es mucho más que ciencia ficción; es una puerta abierta a una utopía feminista que desafía el orden patriarcal desde la raíz. Bradley no sólo imaginó otra forma de vivir, sino otra forma de soñar.

📖 Un refugio llamado Mizora

La historia sigue a Vera Zarovitch, una mujer rusa que, huyendo de la represión zarista y atravesando las entrañas del planeta, descubre una sociedad secreta escondida en el interior de la Tierra. En Mizora no hay hombres. Tampoco guerras, ni pobreza. Todo funciona gracias al conocimiento científico, la educación universal y el respeto mutuo. La reproducción, incluso, se realiza sin intervención masculina gracias a avances tecnológicos. En esta sociedad femenina la armonía es norma, no excepción.

Imagen idealizada de Vera Zarovitch en Mizora

🎭 La paradoja de la perfección que excluye

Pero esta visión también refleja las limitaciones de su tiempo. Porque llegados a este punto es inevitable plantearse la paradoja. Esa sociedad perfecta, ¿lo es precisamente porque no hay hombres? O, por contrario, ¿es perfecta “a pesar de que no haya hombres? Las respuestas a estas preguntas nos dejan un cierto sabor amargo que enturbia el ideal de la sociedad que se propone

Lane, por otra parte, proyecta una visión homogénea, donde todas las mujeres son rubias, de ojos claros y físicamente perfectas. La idea de «mejorar» la raza mediante la educación y la genética toca puntos sensibles hoy en día, ya que se asocia con nociones de supremacía o exclusión. Aunque su intención fuera crear una sociedad superior por medios genéticos y educativos, esa perfección uniformada cercena la riqueza de lo humano.

🧠 Feminismo antes del feminismo

Lane no usó la palabra «feminismo», pero encontramos una respiración feminista en cada página. Mizora es una crítica profunda al patriarcado —quizás la primera utopía feminista— y anticipó debates plenamente vigentes sobre la maternidad, la política sin violencia, y el conocimiento como herramienta de emancipación. Es una obra feminista por intuición, por osadía, por necesidad, pese a los límites señalados.

Portada de Mizora

🌱 Eco desde el silencio

El mundo no estaba listo para Mizora en 1880, y Lane cayó en el olvido. Pero voces feministas del siglo XX la redescubrieron, reconociéndola como precursora de autoras como Charlotte Perkins Gilman. Hoy, Mizora no es sólo un texto del pasado: es una pregunta persistente sobre lo que puede llegar a ser.

🌌 Epílogo imaginado: El eco de Vera

Ahora sé que no basta con soñar la justicia: hay que construirla, cultivarla, protegerla como si fuera un jardín secreto. Mizora me mostró que el mundo posible no está en los mapas… sino en nosotras”. — Vera Zarovitch, reflexiones al despedirse de Mizora.

Con esta última mirada, Vera nos devuelve a nuestro mundo, pero con una semilla nueva en el corazón. Mizora no fue sólo una fantasía del siglo XIX, sino una invitación permanente a cuestionar, imaginar y reescribir lo que damos por hecho. Mary E. Bradley Lane plantó una idea que aún florece, aunque el terreno siga siendo árido. Y si escuchamos con atención, quizás aún resuene el eco de Mizora en cada gesto feminista que desafía lo acostumbrado.


2 respuestas a “Rescatando a las pioneras: Mary E. Bradley Lane”

  1. Avatar de clearlywidget468524c2f6
    clearlywidget468524c2f6

    Genial, Rafa. Muchas gracias!!!

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  2. […] (1797), Catherine Helen Spence (1825), Henrietta Augusta Dugdale (1827), Rhoda Broughton (1840), Mary E. Bradley Lane (1844), Elizabeth Burgoyne Corbett (1846), Edith Nesbit (1858), Charlotte Perkins Gilman (1860), […]

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