Seguimos con la labor de recuperar a feministas pioneras que se adentraron en la especulación utópica para promover sus ideas feministas y de reforma social.

Catherine Helen Spence en 1900

Tuvo una larga vida, murió en 1910, pero nunca llegó a casarse por opción. Pronto se convirtió en una destacada reformista social, partidaria del voto proporcional, escritora de ocho novelas, sufragista, periodista, ensayista e incluso predicadora.

Fue una gran reformadora social. Creía por ejemplo que los chavales problemáticos o abandonados no debían ser institucionalizados sino adoptados por familias. Fundó una cooperativa de prendas de vestir para emplear a personas sin ingresos…

Como sufragista creía fervientemente en el voto proporcional -que llamaba “voto efectivo”- que llegó a verlo implantado en Tasmania. Spence hizo campaña por el voto femenino y habló en eventos en Australia y en grandes manifestaciones políticas. Cuando se convirtió en vicepresidenta de la Women’s Suffrage League, también realizó giras y fue reconocida como una irresistible oradora del feminismo y el sufragio femenino en Gran Bretaña y Estados Unidos, incluso dictando conferencias en 1893 en la Feria Mundial de Chicago.

En Australia tuvo un gran reconocimiento en las últimas décadas de su vida. Al final era conocida como “la anciana de Australia” y hoy existen numerosos testimonios, monumentos e instituciones que recuerdan su nombre e influencia

En 1889 publica su novela de especulación utópica «Week in the future» (Una semana en el futuro) para promover las ideas de la feminista y reformadora británica Jane Hume Clapperton (1832-1914), quien escribió Scientific Meliorism and the Evolution of Happiness (1885). El Meliorismo es una filosofía con el optimismo y la confianza en el progreso predominante en la época. Su creencia es que, aunque la vida esté llena de crueldad e injusticia, el mundo tiende a mejorar continuamente por el persistente esfuerzo humano.

La protagonista de Un semana en el futuro, Emily Bethel, es una mujer soltera de clase media de unos sesenta años que vive en Adelaide (donde la autora). Pero al contrario que ella que vivió hasta los 85 años, sufrió un ataque cardíaco y se le dio la opción de 1-2 años de mala salud e invalidez o una semana en el futuro. Decidió pasar una semana en el futuro en Londre, dentro de un siglo, es decir, en 1988

Lo que hace Spence es que su protagonista cada día de la semana va a ir conociendo diferentes aspectos de esa sociedad del futuro.

Catherine Helen Spence en 1880

El martes visitó una granja cooperativa, viajando por ferrocarriles nacionalizados que habían reemplazado las carreteras abarrotadas, para observar la agricultura a gran escala que ha revolucionado la producción de alimentos.

El miércoles visitó una guardería comunitaria, una escuela y una universidad. La escolaridad es entre los 8 y los 14 años; hombres y mujeres asisten a la universidad sin discriminación.

El jueves asistió a una boda, el control de la natalidad está disponible gratuitamente. El divorcio se puede obtener fácilmente si no hay hijos y, después de un mes, las personas pueden volver a casarse. Si hay niños, el proceso dura doce meses y los familiares de ambos lados son elegidos árbitros de la tutela.

El viernes asistió al Parlamento, la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores eran elegidas por el pueblo y no existía monarquía.

El sábado se dedicó a la literatura y las artes visitando la Galería Nacional ampliada y asistiendo a la ópera.

El domingo asistió a una iglesia. Todavía había creencias, pero sin ‘pecadores miserables’, sin infierno, sin destrucción. Y los domingos eran un día de entretenimiento y descanso, como el sábado.

Como se puede ver, la historia es en gran medida un vehículo mediante el cual Spence expone sus puntos de vista sobre la forma en que la sociedad debe funcionar. Puntos de vista muy avanzados para la época como la vida comunitaria, la nacionalización de sectores estratégicos, la economía basada en cooperativas, religión que no aplastaba a sus seguidores, respeto por la naturaleza, igualdad real entre hombres y mujeres, sistema político democrático sin monarquía…

Asombran ideas como esas defendidas hace 120 años. Aunque es verdad que visto desde los sentimientos de angustia y miedo al futuro que se viven en nuestra época del siglo XXI, sorprende ese optimismo sin fisuras y esa confianza ciega en el progreso paulatino de la humanidad.

La novela se puede leer en inglés aquí

Billete de cinco libras australianos con la imagen de Catherine Helen Spence