En un anterior post hablamos de tres “reinas” de la Edad de Oro de la Ciencia Ficción, André Norton, Leigh Brackett y C.L. Moore. Pero, en aquel mundo dominado abrumadoramente por los hombres escritores, en la década de los 50 del siglo pasado, hubo también mujeres que escribieron Ciencia Ficción, muchas veces olvidadas.
Nos cuenta Pamela Sargent en su introducción a la influyente antología “Mujeres y Maravillas” que publicó allá por 1974 (que sigo en esta entrada), que la ciencia ficción de esa década reflejaba claramente las actitudes de la época. Aunque tuvieran protagonistas femeninos, no dejaban de ser las típicas amas de casa; lo que sucedía aún en las narraciones escritas por mujeres.
Aquellas historias mostraban mujeres de carácter pasivo o frívolo, que cuando resolvían problemas, pese a su ineptitud, lo hacían casi sin darse cuenta de ello mientras realizaban los roles asignados socialmente. Es frecuente que estos personajes femeninos en realidad no comprendieran nunca lo que pasaba, ni siquiera al final de la historia.
Las mujeres aparecían en aquellos relatos como simples cuidadoras de niños, que frecuentemente estaban mucho mejor dotados que ellas. O eran esposas que intentaban mantener a su familia unida tras un holocausto nuclear u otro desastre similar. O como consumidoras de bienes en un mundo futuro en que la publicidad y el libre mercado había llegado a su paroxismo.
Como hemos tratado en otra entrada en este blog, estamos en la época de la vuelta al hogar tras la segunda guerra mundial en medio de una gigantesca campaña de propaganda se puso en marcha para difundir los valores concretos que se suponía debían de encarnar las mujeres (esposas, madres, sin autonomía personal, dedicada a la casa, abducida por la publicidad…).

Ann Warren Griffith
Una muestra de este tipo de narraciones es Captive Audience (1953) de Ann Warren Griffith (1918-1983). Se trata de una sátira sobre la publicidad abrumadora. Las cajas de cereales, las latas de conserva y los paquetes de alimentos emiten continuamente mensajes comerciales de todo tipo. Insoportable. La búsqueda desesperada de espacios sin publicidad constante es el drama de la protagonista.

Mildred Clingerman
En Minister Without Portfolio (1951) de Mildred Clingerman (1918-1997) la protagonista es una adorable abuelita que se encuentra a unos alienígenas en un parque. Sin saber que son alienígenas se hace amiga de ellos e intercambian fotografías, con lo que consigue asegurar la armonía y la paz interestelar entre las dos razas. Relato brillante, pero es el mismo modelo: personajes femeninos ignorantes que hacen un bien excepcional sin saberlo ¡que valiosas son esas pequeñas cosas que hacen las mujeres! dice Pamela Sargent.

Alice Eleanor Jones
Alice Eleanor Jones (1916-1981), cuyo trabajo ha sido reconocido por sus fuertes contenidos feministas, nos presenta en Created He Them (1954) una ama de casa del futuro desde una interesante perspectiva. Anne Crothers es literalmente una esclava de su marido, el aborrecible Henry. Pronto descubrimos que estamos en un mundo tras un holocausto nuclear en el que muy pocas parejas pueden concebir hijos. Como Anne y Henry son capaces de procrear se ven condenados a vivir juntos, sin amor, en nombre de las generaciones futuras.
Henry es directamente un ser aborrecible. Cuando Anne le comunica que está embarazada de nuevo Henry dice “¡Oh, Dios! Ahora estarás enferma todo el tiempo y no hay quien viva cuando estás enferma”. El único objetivo de la vida de Anne es criar niños sanos. Su felicidad es conseguir unos bienes de consumo dificilísimos de obtener. Como dice Sargent, una amarga y horrible descripción de matrimonio futuro, en el que vemos en la pasividad de Anne la figura arquetípica de la mujer sufriente que pare con dolor en beneficio de la humanidad.

Katherine MacLean
Otra escritora que comenzó a publicar en los años 50 (aunque luego su carrera se prolongara hasta finales del siglo XX) fue Katherine MacLean (1925-2019). Fue sobre todo conocida por narrativa corta publicada en la década de 1950 en la que planteaba el impacto de los avances tecnológicos en las personas y en la sociedad. Fue enormemente decidida y polifacética. Enseñó escritura y literatura en la universidad, y trabajó como editora, revisora, técnica de electrocardiogramas, asistente de enfermería, fotógrafa, encuestadora, publicista y detective de tiendas, entre otras ocupaciones. En su obra son frecuentes las protagonistas femeninas hábilmente caracterizadas.

Margaret St. Clair
Citemos también a Margaret St. Clair (1911-1995) que fue especialmente prolífica en la década de los 50 y que también se especializó en relatos breves fantásticos, agudos y elegantes, pero con un lado oscuro, como dice Sargent. En uno de ellos, Short in the Chest (publicado en 1954 con el pseudónimo Idris Seabright) describe un mundo militarista en el que un psiquiatra robot loco aconseja a una joven soldado que desencadene un conflicto catastrófico. El relato también aborda el tema sexual, una cuestión demasiado atrevida en la época, por lo que tuvo bastantes dificultades para publicarlo.
Su producción temprana incluyó la serie “Oona y Jick” compuesta de ocho relatos publicados entre 1947 y 1949, en los que se cuentan las desventuras cómicas de la «ama de casa del futuro» Oona y su devoto esposo Jick. Las historias lanzaban una mirada satírica a la vida doméstica de posguerra, que quizás por ello no fueron especialmente bien recibidas. En todo caso St. Claire era especialmente consciente de su inusual papel como una mujer escribiendo en un campo dominado por los hombres.
Judith Merril (1923-1997) fue otra de las escritoras que empezaron a escribir a finales de los años 40, pero a la que me gustaría dedicarle una entrada específica por su destacada militancia.

Zenna Henderson
Por último, otra escritora que también adquirió bastante fama en la década de los 50 fue Zenna Henderson (1917-1983). Creó una serie de relatos sobre “El Pueblo”, un grupo de alienígenas semejantes a los seres humanos, asentados en un área aislada de la tierra. Se trata de un bondadoso grupo de personas que posee poderes extrasensoriales. Las persecuciones a las que son sometidos por ser diferentes los obligan a aislarse y no utilizar sus poderes. Henderson denuncia enérgicamente en estos relatos el rechazo que sufren de parte de la sociedad todos aquellos que son distintos.