Se desarrolla a propósito del proyecto de Ley Trans un tanto retorcido debate acerca de la identidad mujer. Al margen de mi óptica no esencialista que se basa en el respeto y reconocimiento de derechos… al margen de que cada vez sobrellevo peor los debates identitarios (sean de mujer, nacionales o raciales). Al margen de ello, el debate nos devuelve a la actualidad algunas memorables obras de ciencia ficción que exploran la ambivalencia sexual. Recomiendo para aceradas defensoras de identidades excluyentes la imprescindible, “La mano izquierda de la oscuridad” (1969) de Úrsula K. Le Guin. En palabras de Le Guin, ““La mano izquierda… trata de una raza de seres totalmente humanos pero andróginos, con ambos sexos. La mayor parte del mes son neutros, no funcionan sexualmente. Luego entran en celo, lo que se llama kemmer, en el libro, y pueden ser hombre o mujer. No tienen elección y no saben lo que son exactamente. Lo cual implica, por supuesto, que, a la hora de tener niños, puedes ser la madre del niño una vez y el padre en la siguiente.

Pero una sufrida seguidora de este blog me recuerda otra obra que especula con la ambivalencia de género (si, no es lo mismo género que sexo, ya lo sabemos). Se trata de Venus mas X de Theodore Sturgeon, que he rescatado del estante y he vuelto a releer.

Es una obra publicada en 1960, una época que hasta entonces nada abierta al tratamiento del sexo en la Ciencia ficción. Imbuidos ciertamente por el puritanismo social imperante siempre en EE. UU. y por los estereotipos de la época. Además que la CF anterior a 1960 era una literatura mayoritariamente destinada a un público juvenil masculino. Y los editores en ningún caso querían escandalizar a los padres de sus lectores. No tenían cabida las escenas de sexo explícitas y menos aún especulaciones futuristas en torno al mismo. El puritanismo de las historias quedaba garantizado junto al papel secundario de las mujeres (objetos pasivos, personajes a los que les sucedían cosas, esposas o madres…) en las mismas.

Ya hemos abundado en otras ocasiones que en esa década es cuando empieza a despertar el nuevo movimiento feminista y se desarrolla el movimiento por los derechos civiles. Como hemos abordado las autoras de ciencia ficción feminista imaginaron culturas en las que una variedad de modelos de género y relaciones sexuales rompedoras, atípicas, así como sexualidades alternativas se convirtieron en algo común en el género.

Theodore Sturgeon

Theodore Sturgeon fue uno de los autores que se atrevieron a romper los moldes en los años 60. Y un personaje peculiar. En Quinta Dimensión relatan su azarosa vida.

De joven se embarcó durante tres años trabajando en el cuarto de máquinas de un viejo buque mercante, tras descartar por una enfermedad trabajar en un circo. A bordo de ese buque escribió sus primeros cuentos.

Ted Sturgeon fue uno de esos autores geniales, pero intermitentes y atormentados. Son famosas sus depresiones y sus bloqueos creativos, que solían durar largas temporadas, incluso años.

También se caracterizó por sus estrecheces económicas (cosa bastante común en el gremio), muchas esposas (se casó cuatro veces), muchos hijos y enorme interés por escribir sobre el sexo, la religión, el complejo de culpa y la psique humana, todo desde una perspectiva innovadora y posiblemente revolucionaria para su época.

En efecto, Sturgeon fue un transgresor en épocas en que resultaba complicado serlo. Se animó a describir una sociedad conformada por personas de doble sexo en «Venus más X» (1960), del que ahora hablaremos, y se atrevió a escribir y especular nada menos que sobre el tema del incesto en el perturbador cuento «Si todos los hombres fueran hermanos ¿Permitirías que alguno se casara con tu hermana?» (1967).

Sturgeon escribió tres destacadas novelas largas [Violación cósmica (1958), Venus más X (1960) y Un poco de tu sangre (1961)], aunque lo suyo fueran sobre todo los relatos cortos. Fue uno de los autores más influyentes y apreciados de su época. Quizás porque se atrevió a explorar las consecuencias de los cambios sociales sobre los que especulaba, más que sobre los avances tecnológicos y científicos. En sus últimos años, Sturgeon fue publicando cada vez menos, hasta su muerte en 1985 a los 67 años.

Venus más X

No puedo sustraerme de las polémicas actuales sobre la identidad de género suscitadas al calor del proyecto de Ley Trans, cuando releo Venus mas X. El protagonista, Charlie Johns, aparece en un mundo llamado Ledom mediante una máquina. Unos amables seres le informan que ha sido llevado allí para que observe, aprenda y se forme un juicio sobre ellos, puesto que, según dicen, están interesados su visión ajena acerca de la sociedad que han construido. Luego, será libre de quedarse o regresar a su tiempo.

Parece un futuro utópico, en el que la avanzada tecnología disponible permite todo tipo de maravillas, sin desarraigar a la gente del a vida cerca de la naturaleza.

Pero lo más sugerente de esa sociedad no es la elevada tecnología. Es que allí las personas no son unisexuales. Son hermafroditas, al tiempo hombres y mujeres. Las consecuencias de este hecho trascendental no pueden ser mas apabullantes en la novela: han desaparecido los enfrentamientos, el odio y las guerras. Una sociedad mesurada y perfecta.

Critica las construcciones sociales que históricamente se han basado en la opresión del patriarcado, pero piensa que el matriarcado tampoco es la solución. Lo que viene a postular en este libro es que la igualdad plena sólo puede conquistarse eliminando la diferencia biológica entre ambos sexos.

No se puede negar el carácter pionero de su novela y la valentía de abordar un tema que por entonces era tabú en la ciencia ficción. Pero parece arriesgada la tesis de que eliminada la diferencia entre los sexos se acabaría con todos los conflictos que enfrentan a nuestra sociedad. Pero es una novela, no una tesis. Incluso la propia historia no es tan sencilla: pero eso es desvelar la trama, que os dejo descubrir si lográis haceros con ella Porque merece la pena rescatar una novela de hace más de 60 años que plantea temas absolutamente actuales. Si te interesa profundizar en el análisis de esta obra en Cualia tienes un interesante artículo de Manuel Rodríguez.