Es comúnmente admitida la acepción “La edad de oro de la Ciencia Ficción” a la época que va dese 1937 a 1950. Fue un período en el que aparecen los que son considerados como los grandes autores cásicos como Isaac Asimov o Robert A. Heinlein entre muchos otros
Como he señalado en otro lugar de este blog, la Edad de Oro estuvo precedida por la llamada “Época de los Pulp”, publicaciones en revistas rústicas de papel barato, cuya alma mater, Hugo Gernsback, fue editor de muchas de ellas. Gernsback fue quien precisamente bautizó al género, Science Fiction.
Según el historiador Adam Roberts, «la Edad de Oro valoriza una forma particular de escritura: ciencia ficción dura, narraciones lineales, héroes que resuelven problemas o contrarrestan amenazas en un lenguaje de aventura tecnológica o space opera»
Pocas mujeres tenían cabida en ese imaginario narrativo, excepto como personajes a la que le pasan cosas y son rescatadas. El propio Gernsback lo explicaba condescendientemente cuando publicó el primer relato corto de ciencia ficción de una mujer en una de sus revistas: «como norma, las mujeres no son buenas escritoras de ciencia ficción debido a que su educación y tendencias generales en materias científicas son en general limitadas».
Y lógicamente el número de autoras que lograban destacar en este panorama era más bien insignificante entre los centenares de autores que publicaban. Pero haberlas las hubo. Quiero en este post rescatar a tres de ellas. Se trata de C.L. Moore, Andre Norton y Leigh Brackett
Catherine Lucille Moore, abriendo camino

Firmando con sus iniciales para ocultar su condición femenina, C.L. Moore (1911-1987) fue una mujer en un mundo masculino (y marcadamente machista) como era primero la literatura de la época del pulp, y luego la Edad de Oro. Debutó en 1933 con el relato “Shambleau”, publicado en la mítica revista pulp Weird Tales, y que arrancó elogios del mismísimo H.P. Lovecraft. En “Shambleu” vio la luz Northwest Smith un legendario personaje -que muchos consideran con razón el antecedente literario de Han Solo- encallecido aventurero buscavidas, desaliñado, cínico, socarrón y un tanto machista que se dedica a trabajos ilegales en los diferentes planetas semicolonizados del Sistema Solar.
Fueron un total de 12 cuentos que llegaron a causar un gran impacto, posiblemente por la época en que la mezcla de ficción weird, romance planetario y space opera tuvo gran predicamento

En 1934 publica el primer cuento de Jirel de Joiry, la primera protagonista femenina en relatos de espada y brujería. Jirel, la castellana de Joiry, una guerrera pelirroja no tenía problemas para enfrentarse a hombres o demonios a espadazo limpio. A lo largo de su saga de 6 cuentos, Jirel viajó al infierno, al país de la magia, a otras dimensiones y a siniestras mansiones encantadas.
Moore era una aficionada a las historias de Howard (Conan, Sonja), pero evita la violencia gratuita, la sexualización descarada y aposta por una heroína con cualidades que hasta aquel momento no habían sido exploradas. La espada y la brujería vivió un cambio tremendo con la aparición de autores como Moore o Kuttner, y muchísimos lectores vieron en Jirel una heroína digna de admirar.

Moore se casa en 1940 con el también escritor de ciencia ficción Henry Kuttner, formando un productivo equipo. La crítica estima, de manera unánime, que su obra conjunta atesora mayor calidad literaria que sus obras por separado. Pero debido al machismo imperante en la época, muchos de sus títulos solían publicarse firmados solo por Henry Kuttner o bajo pseudónimos masculinos como Lewis Padgett.
Fruto de su colaboración vieron a la luz obras fundamentales de la ciencia ficción como “Mutante” o “Mañana ya”.
Tras la muerte prematura de Kuttner en 1958, CL Moore no volvió a escribir desde entonces. Casada en segundas nupcias, murió el 4 de abril de 1987, víctima del Alzheimer.
Leigh Brackett, la reina del Space Opera
Leigh Douglass Brackett (1915-1978), fue apodada “La Reina del Space Opera” por la infinidad de relatos de este subgénero que publicó en revistas Pulp como Astounding o Planet Stories.

Su primer libro de ciencia ficción fue “La sombra sobre Marte” (1944) en el que ya se reflejaba su estilo basado en protagonistas fuertes, romance, localizaciones exóticas y terribles enemigos como imperios o corporaciones con malévolas intenciones.
A este tipo de escritura no le faltaron críticos, que la calificaron de “ficción escapista”. Defendiéndola, Brackett dijo que este género «nos cuenta historias de viajes espaciales, odiseas a otros mundos en este sistema solar… estas historias nos han servido para extender nuestras pequeñas mentes, para sacarnos de nuestros estrechos cielos a las oscuridades vastas del espacio interestelar (…) ¿Ficción escapista? ¡Sí, ciertamente! Pero en una manera irónica, como yo lo veo, era un escape a una realidad que incluso ahora algunas personas están tratando de enfrentar».
En 1946 publicó una colaboración con Ray Bradbury, “Lorelei of the Red Mist”. Bradbury sería padrino en su boda ese año con el también escritor Edmond Hamilton. Sus dos novelas más aclamadas fueron “La espada de Rhianon” (1953 y la postapocalíptica “The Long Tomorrow” (1955), que describe una sociedad americana extrañamente profética regida por principios conservadores extremos.
Sus principales obras se desarrollan en un sistema solar medio conquistado pro los terrestres, principalmente Venus y Marte.

En 1946 Howard Hawks la hizo llamar pensando que era un hombre para que mejorara el guion que había hecho William Faulkner (¡nada menos que William Faulkner!) para El sueño eterno. Cuando descubrió que era una mujer estuvo a punto de no contratarla. Pero, por suerte, lo hizo y el fruto fue ese clásico indiscutible protagonizado por Humphrey Bogart y Lauren Bacall.
En total Brackett sería la guionista en 11 películas, entre las que destacan la citada “El sueño eterno”, “Rio Bravo” “Hatari”, “El Dorado” o “El largo adiós” (1973). Queda para la historia cinematográfica que fue la que la primera versión del guion de “El imperio contraataca”, que desgraciadamente no pudo completar por su fallecimiento en 1978.
Alice Mary Norton, creadora de mundos
Alice Mary Norton (1912-2005) cambió su nombre literario por Andre Norton, de carácter más masculino, para que le facilitara la publicación de sus obras.

Fue una autora extraordinariamente prolífica. Su obra es verdaderamente inmensa, si bien hay pocas traducidas al español. Publicó más de ciento veinte novelas durante los 70 años que estuvo escribiendo.
Su obra trata temáticas tanto de ciencia ficción como fantasía, aunque también escribió hizo incursiones en la novela negra y en la novela histórica. En general es una literatura muy “amena, con una buena caracterización de los personajes, gran imaginación y fascinantes mundos con curiosos extraterrestres y animales”, como dice Miquel Barceló en su “Guía de Lectura”.John Clute en su monumental “Enciclopedia de la Ciencia Ficción” piensa que Norton tenía un profundo recelo de la ciencia y la tecnología. Ello subyace de forma explícita en su mejor obra, la enorme y famosísima serie de novelas del “Mundo de Brujas”.

Excelente artículo, Rafael.
Una injusticia lo de CL Moore al no poder compartir firma en sus novelas con Henry Kuttner.
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Gracias
Es cierto lo que dices de Moore. Que no está sola en la larga lista de nombres de mujeres olvidadas. Como dice Kameron Hurley, la eliminación del pasado ocurre despacio y a menudo en silencio.
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