Fue Wilson Tucker quien allá por 1941 propusiera la denominación de “Space opera” para un subgénero de la ciencia ficción que podríamos definir como de aventuras espaciales, narraciones que transcurren en el ámbito interestelar repletas de acción y aventuras. Era la característica más abundante de las novelas publicadas en las décadas de los 20, 30 y 40 del año pasado.

Como habitualmente se trataba de narraciones simples y un poco planas, lo de “space ópera” deriva con clara intención peyorativa del “Soap ópera” (literalmente “óperas de jabón”) nombre popular de los seriales radiofónicos de la época patrocinados normalmente por marcas de detergente.

Portadas de revistas de los años 30 y 40

Pero logró asentarse como la denominación de ese subgénero. Mas allá de su simpleza y de la poca profundidad de sus personajes, en general solían ser decididamente reaccionarias, etnocéntricas y misóginas. Como dijo el escritor Samuel Lundwall, las mujeres aparecían en estas narraciones como apéndices decorativos porque “lo importante eran el héroe o el científico y el equipo habitual de robots, naves espaciales, alienígenas, etc.… Las mujeres, salvo por una concesión a la necesidad de algún interés amoroso pueril, no tenían importancia”.

Pero, como se ha dicho en otras entras de este blog, la creciente entrada de autoras en la ciencia ficción en los años 60 lo cambió todo. La influencia de aquel movimiento feminista supuso una verdadera revolución como hemos tenido ocasión de analizar aquí.

Aunque hubo escritoras de space opera en los duros años del Pulp (20-50), olvidadas o poco reconocidas, como Leigh Brackett (1915-1978), C.L. Moore (1911-1987) o Andre Norton (1912-2005), hubo que esperar a los años 80 para que la space ópera alcanzara la madurez, manteniendo su núcleo central de acción y aventura, pero superando el etnocentrismo machista que había sido hasta ese momento su seña de identidad. Y fue de la mano de autoras como Anne McCaffrey, Lois McMaster Bujold y sobre todo C.J. Cherryh.

Cherryh al comienzo de su carrera como escritora

Carolin Janice Cherryh, nacida en 1942 es una de las escritoras más prolíficas (tiene más de 80 libros escritos) de la Ciencia Ficción y Fantasía. Su amplia formación polifacética la ha dotado una capacidad para describir culturas extrañas y ajenas en las que el lector se zambulle sin ninguna dificultad debido a su ágil ritmo narrativo. Del space ópera acartonado Cherryh transita a aventuras espaciales aportando un tratamiento maduro y complejo de los personajes que son muy a menudo femeninos.

Resultan particularmente interesantes las muchas novelas escritas desde la óptica de las especies alienígenas. Por ejemplo, en la trilogía Faded Sun (publicada entre 1978 y 1979 y aún inédita en español) describe a las MRI, que son mercenarias interestelares vestidas de negro con espadas: fieras, mortíferas y casi extintas; además, su cultura es poderosamente matriarcal.

Portada de Faded Sun

La Saga de Chanur, -publicada entre 1982 y 1986 y compuesta por cuatro libros (El orgullo de Chanur, La aventura de Chanur, La venganza de Chanur y El regreso de Chanur)- se desarrolla en el seno de un inestable Pacto entra las especies más sorprendentes que ha imaginado la ciencia ficción.

Las hani protegiendo al humano Tully

Vemos dos modificaciones muy importantes con respecto a la Space Ópera tradicional. Por un lado, Cherryh huye del etnocentrismo habitual y la narración se desarrolla desde la óptica de una especie de leones antropomorfo, las hanis. Y, por otro lado, la acción la protagoniza una capitana hani, Pyanfar, una raza en la que, por lo demás, se da una intencionada inversión del papel de los sexos.

Son en efecto las hembras Hani y solo ellas las que pueden salir del planeta en busca de aventura, ganar un renombre y surcar las estrellas. Y no solo eso, sino que la acción política está encabezada por este grupo de hembras Hani de la Orgullo de Chanur, dispuestas a luchar por lo que es justo, aunque para ello tengan que poner en cuestión las costumbres ancestrales de la propia cultura e incluso el delicado equilibrio del Pacto entre especies.

Recreación de las hani y otras especies

Es interesante destacar como a lo largo de la serie la nave de Pyanfar, La orgullo de Chanur, se va configurando como una curiosa experiencia social de convivencia entre especies no exenta de problemas, pero que se van comunicando, adaptando y comprendiendo. Y ello incluye a un macho hani que es un tabú que pueda viajar y al único humano -una raza desconocida y extraña para las especies del Pacto- que aparece en la saga, Tully

Dice Isabel Aguilar en La Nave invisible que se trata de una novela llena de esperanza y aventura… un viaje de aprendizaje y amistad, de empatía por los que son distintos. Y tiene toda la razón. Así que, si podéis porque creo que está descatalogada, pues leedla.

C.J. Cherryh en 2006