Dice Kodi Vonn que si no has oído hablar de Octavia Butler es una lástima. El problema es que hasta ahora en España es una escritora casi desconocida. Desde la lejana publicación por Ultramar de la serie Xenogénesis -hoy prácticamente inencontrable- nada se volvió a traducir y editar. Hasta la fundamental “Parábola del Sembrador” la he tenido que buscar en la traducción de una editorial chilena. Parece que quizás eso empiece a cambiar. Consonni acaba de publicar su colección de relatos Hija de Sangre, Capitan Swing ha publicado hace unos meses Parentesco y la editorial catalana Mai Més llibres ha rescatado Alba, primera novela de la saga Xenogénesis.
Como dice Vonn es realmente una lástima, porque Octavia Butler es una figura fundamental del “feminismo negro” en la ciencia ficción; sin ella el mundo de la ciencia ficción no sería lo mismo. Hoy no son pocas las autoras negras en el mundo de la ciencia ficción (Hopkinson, Arimah, Jemisin, Berger, Drayden, Okorafor…)… entonces sólo estaba ella. E inspiró a autores y autoras al demostrar que podían ser escritores. A romper la losa de la discriminación y subordinación que se reflejaba en lo que le dijo su tía cuando se enteró que quería ser escritora: «Cariño … los negros no pueden ser escritores«.
Nació en Pasadena en 1947 hija de una criada y un limpiabotas. Butler se describió a sí misma a una edad temprana como «fea y estúpida, torpe y socialmente desesperada» debido a su timidez y a su dislexia. Más tarde, en 1998, diría de sí misma “soy negra, soy solitaria, siempre he sido una marginal”. Era además disléxica. Así que pasó gran parte de su tiempo joven en la biblioteca local de Pasadena. Aprendió a amar la lectura y, finalmente, la escritura, desde muy pequeña.
Asistió a finales de los 60 al prestigioso Taller de Escritores de Clarion que le dio el primer verdadero impulso como escritora. Vendió su primera historia en 1971, pero pudo dedicarse enteramente a la escritura tras la publicación de Patternmaster (1976), una novela ambientada en un futuro distópico en el que las mutaciones han dividido dramáticamente a la humanidad. Una raza de telépatas -los patternistis- controlan y dominan al resto de la humanidad.
En esta primera novela larga aparecen ya temas que son recurrentes en la prosa de Butler: la desigualdad, las jerarquías, la sumisión, pero también la rebeldía. Su éxito la llevó a convertir la novela en una serie de cuatro libros.
Parentesco (1979) le abrió la puerta del mainstream. Fue una de sus novelas de mayor éxito. Según confesó en algunas entrevistas de niña le enrabiaba la docilidad de su madre como criada en una familia de blancos. Luego comprendió que todo lo asumía por su familia (su padre limpiabotas había muerto cuando ella tenía 3 años). Y entonces lo que le molestaba era que los jóvenes afroamericanos de los años 60 y 70 minimizaran los horrores de la esclavitud y despreciaran a sus ancestros por soportarla.
Utilizó la magia de la ciencia ficción para denunciarlo. E hizo que Dana, su protagonista negra como las de todas sus novelas, escritora de 1976, viajara accidentalmente en el tiempo una y varias veces a Maryland en 1815 en plena época esclavista. Si se quiere comprender lo que está pasando aún hoy en EE.UU. es imprescindible leer esta novela. Como dice Beatriz García, “Parentesco es una historia aterradora sobre heroínas invisibles donde ni siquiera la propia protagonista, viajera del futuro, se libra de la brutalidad y los latigazos”.
Su siguiente trabajo fue la trilogía Xenogénesis (Amanecer -1987- Ritos de Madurez -1988- e Imago -1989), que luego sería publicada como Lilith’s Brood en el año 2000. En una entrevista explicó que la idea de Xenogénesis se la proporcionó Ronald Regan que ganó las elecciones defendiendo que se podía ganar una guerra nuclear. “Pensé que debía haber algo básico, algo realmente genéticamente malo en nosotros si nos enamoramos de esto”. Así que “Los extraterrestres llegan después de la guerra y nos dicen que tenemos dos características que no funcionan ni se relacionan bien entre ellas… nos dicen que somos la especie más inteligente que han encontrado. Pero también que somos absurdamente jerárquicos”.
En Xenogénesis la humanidad ha llegado a destruir la tierra y prácticamente se ha extinguido. Aparece en juego una peculiar y extrañísima raza alienígena, los Oankali, que rescatan a los supervivientes y cuyo objetivo es mezclarse, lo que les resulta absolutamente imprescindibles para no estancar su propia evolución. ¿Estará dispuesta la raza humana a acceder a ello?
Irene Sanz Alonso ha publicado una muy interesante tesis doctoral en la que ha pretendido establecer una relación fructífera entre la ciencia ficción y el ecofeminismo, explorando como algunos trabajos de ciencia ficción feminista norteamericana promueven prácticas y actitudes respetuosas hacia el denominado otro. Uno de esos trabajos estudiado en la tesis es precisamente Xenogénesis de Octavia E. Butler.
Según Sanz, en la saga Xenogénesis, Butler se sirve de la ciencia ficción “para analizar nuestro sistema de valores, especialmente en lo que respecta al otro, al concepto de género y al medio ambiente”. Al contraponer nuestra vieja civilización (que, según Butler, con su gen jerárquico está abocada al enfrentamiento, la violencia y la autodestrucción) con una civilización extraterrestre respetuosa con el otro, humano y no humano, porque cree en la interconexión y la interdependencia de los seres vivos, que se entiende como parte de la naturaleza y no como su dominadora, que propone formas alternativas y rupturistas que desafían las barreras del sexo y los géneros, que explora la construcción de comunidades alternativas basadas en la autogestión y la sostenibilidad… podemos concluir que Xenogénesis es una saga que, escrita en los años 80, se puede encuadrar dentro de la perspectiva ecofeminista más actual.
En 1993 publica Parábola del Sembrador a la que seguiría Parábola de los Talentos (1998). Ella quería hacer una tercera parte que nunca llegó a empezar pues su enfermedad afectó a su creatividad (murió en 2006 a los 58 años de edad).
Parábolas es una obra apocalíptica. Estamos en 2024 y el mundo se desliza poco a poco a la locura y a la anarquía tras la degradación planetaria que va provocando el cambio climático. Lauren, una chica negra, vive con su familia en uno de los pocos barrios seguros que quedan en las afueras de los Ángeles. El enclave está amurallado y autodefendido. Pero pronto todo se viene abajo cuando el enclave es asaltado e incendiado por la gente que vive fuera a sus propios recursos, en la que el agua es el bien más preciado, consumidos por las drogas, sin capacidad de sobrevivir en medio de la violencia del sálvese quien pueda
Ella padece un grave problema de hiperempatía, que la hace sensible de forma extraordinaria al dolor de los demás. Y con ese problema a cuestas debe salir a ese mundo tremendo, dirigiéndose hacia el norte para buscar un lugar seguro, creando poco a poco una comunidad de refugiados basado en la autodefensa y el apoyo mutuo.
“Si hay algo más aterrador que una novela distópica sobre el futuro, es una escrita en el pasado que ya ha comenzado a hacerse realidad”, afirma Gloria Steinem, en la contratapa del libro. No se trata tan sólo de que la novela se desarrolle en una fecha que tenemos a la vuelta de la esquina. Es que los cambios tangibles que se están produciendo hoy y los pronósticos de los científicos en torno al cambio climático resuenan con fuerza en la prosa de la Parábola del sembrador escrita en 1993.
Octavia Butler siempre fue muy consciente del racismo que significaba la falta de representación negra (y especialmente de mujeres negras) en la literatura de CF. Como dijo en una entrevista “¿Por qué no hay más escritores negros de ciencia ficción? No hay porque no hay. Lo que no vemos, suponemos que no puede ser. Qué suposición tan destructiva”.
Como ha escrito Marta Torres las novelas de Octavia Butler exploraban las jerarquías, la hibridación, la mutación genética, las comunidades alternativas, el contacto alienígena y todo aquello que estuviera en contra de la idea de pureza racial o humana. Sin duda es la primera mujer que se puede asociar con el afrofuturismo, una corriente que toma los elementos centrales de la ciencia ficción (y de otras expresiones artísticas) desde la óptica y la identidad de la comunidad afroamericana. “Su poderosa prosa, reflejada a través del lente de los personajes femeninos negros, sigue siendo tan importante hoy como lo fue hace casi 50 años cuando vendió su primera historia”.
Buenos días, Rafael.
Interesantísimo artículo.
No he leído nada todavía de esta autora y me has incentivado mucho a hacerlo.
Muchas gracias.
Un abrazo.
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Gracias pro el comentario. Lo importante es si sirve para eso. De octavia butler están publicando bastante últimamente, hace unos años difícil de encontrar. Muestra del interés por la ciencia ficcion ecofeminista
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