Las teorías de Robert Malthus, que escribió su Ensayo sobre el principio de la población en 1798, vienen a decir que la población crece de forma geométrica en tanto el aumento de recursos lo hace de forma aritmética. Con lo cual se generarán necesariamente grandes bolsas de pobreza y miseria que serán el límite de incremento demográfico.
El maltusianismo perdió actualidad, contestado por la propia evolución de la realidad. Pero, como hemos señalado en Infiernos Demográficos, en las décadas de los 50 a 70 del pasado siglo renace una gran preocupación por el incremento descontrolado de la población. Fue uno de los grandes temores de la época junto a la guerra nuclear, la radiación, la amenaza roja o el ascenso de la liberación femenina.
Es en ese contexto en el que se publica La bomba demográfica (1968) por el entomólogo Paul Ehrlich (1932), que tuvo un impacto extraordinario. La sugerencia de su publicación parte del Sierra Club, una antigua y pionera asociación y lobby conservacionista. En las primeras décadas del siglo XX era la típica agrupación de hombres blancos bien pensantes con inquietudes patrióticas, xenófobos y muy influidos por el eugenismo.
Su tesis es que el crecimiento de la población provocará el agotamiento de los recursos naturales, tendrá consecuencias irreversibles sobre el medio ambiente, provocará el hambre por todo el planeta e incluso la caída de las grandes potencias económicas, en medio de catástrofes y guerras… Poco importa, como dice Julio Pérez, que no tenga rigor ninguno y sea simplemente un conjunto de elucubraciones: su impacto fue tremendo e incluso tuvo -espero que hoy no- cierto predicamento entre algunos sectores ecologistas.
Es evidente que el libro influyó en su tocayo, el escritor estadounidense Max Ehrlich (1909-1983), que en 1971 publicó The Edict. La obra fue llevada al cine en 1972 por Michael Campus como Z.P.G. Zero Population Growth aunque en España se tituló Edicto Siglo XXI, prohibido tener hijos. En ella Ehrlich aborda el crecimiento de la población, la necesidad de limitar la natalidad y que para ello era necesario el control de las mujeres.
En Edicto Siglo XXI el crecimiento de la población se ha descontrolado en todo el mundo. En las megalópolis las calles atestadas de personas mal nutridas subsisten por los cupos de racionamiento. Gente enloquecida que se suicida es asaltada para quitarle tales cupos. Se forman colas kilométricas para acceder a cabinas donde uno se puede aislar quince minutos por un módico precio. La Casas del Adiós proporcionan eutanasia asistida. La mayor parte de la fauna y la flora ha desaparecido.
Ante esta dramática situación una Cumbre Internacional acuerda prohibir durante treinta años el nacimiento de cualquier niño. Así nace El Edicto: los hombres y mujeres que se salten esa prohibición serán juzgados y condenados a muerte. Pese a ello se descarta la esterilización forzosa que se considera imposible, por razones religiosas, por imposibilidad material de esterilizar a miles de millones de personas o para preservar la humanidad.
Son dos las parejas protagonistas de la novela. Una de ellas, el matrimonio McNeil, se encuentra en una profunda crisis. Caroline ha decidido quedarse embarazada y tener un hijo pese a la amenaza de muerte, ya que todo su ser clama para ser madre. Su esposo Russ la esconde en el sótano de la casa, para que complete la gestación sin riesgos de ser denunciada. Pero sus vecinos, los Borden, se han enterado del nacimiento. Y muy pronto se produce una situación de alta tensión entre ambas parejas por compartir el niño. Los McNeil deberán buscar una salida desesperada antes que sus vecinos los denuncien y los pongan en riesgo de muerte.
En esta novela Max Ehrlich transmite un claro mensaje reaccionario para reafirmar un modelo social en el que sólo es aceptable la familia heterosexual destinada a reproducirse. La decisión de Caroline en la novela tiene un fin pedagógico: el instinto maternal de las mujeres es imposible de erradicar y el hombre está llamado a cubrir su papel ancestral de proveedor y defensor de la familia.
Ni la amenaza de la superpoblación ni la intromisión del estado, podrán detener el impulso humano para buscar una pareja y tener descendencia que garantice la continuidad de la especie. Eso es al fin y al cabo lo que nos hace realizarnos como personas.
El Edicto es una obra claramente antifeminista y un alegato contra la planificación familiar desde una óptica fundamentalista religiosa. El Edicto, como señala Andréu Domingo en su Descenso literario a los infiernos demográficos (2008), debe ser entendida como una reacción desde los sectores más conservadores norteamericanos al cambio social que preconizaba un feminismo entonces en la cresta de su segunda ola.