El fin de los nacimientos (y la correspondiente implosión demográfica) es el tema de la novela Hijos de hombres (1992) de la novelista británica P.D. James (1920-2014) más conocida como autora de novelas policíacas (la serie protagonizada por el detective de la policía y poeta Adam Dalgliesh). Pero a diferencia de lo que sucede en El cuento de la criada o Benefits, la falta de nacimientos no es consecuencia de la existencia de una sociedad distópica, sino que es la causa que origina la misma. También a diferencia de ambas, el problema no está en las mujeres, sino que, por causa desconocida, son los hombres los que han quedado infértiles.
Estamos en el año 2021 y desde 1995, a causa de esa infertilidad masculina, no nace ningún niño en la tierra. La humanidad está condenada a la extinción. Este es el planteamiento de entrada de Hijos de hombres.
Sin esperanzas de futuro, la sociedad mundial cae en la desesperación. En Gran Bretaña, que es donde transcurre la novela, se produce una situación de caos y graves altercados. Un dictador al que se da el título honorífico de “El Guardián”, consigue restablecer el orden a costa de acabar con las libertades: los ancianos son obligados a suicidarse, los migrantes son rechazados o utilizados como esclavos, se fomenta la eutanasia y aparecen los suicidios colectivos de inspiración religiosa, las pruebas de fertilidad son obligatorias, los criminales y disidentes son enviados a la Isla de Man y dejados a su suerte….
Entre la desesperación y el nihilismo de la mayoría, los Omegas, aquellos que nacieron en 1995, la última generación, se degradan a una vida de violencia y frenesí salvaje, sin que nadie se atreva a castigarles.
Personajes complejos y traumatizados, dos hombres y cinco mujeres, han formado una organización para enfrentarse a esta situación distópica, con los que conecta Theo Faron el protagonista. La otra protagonista es una de las mujeres, Julián, que consigue quedar embarazada y da a luz a un niño en un contexto con grandes reminiscencias de la natividad. Hacía 26 años que no nacía ninguno en el mundo[i].
James es cristiana y conservadora, y las referencias religiosas son constantes en la novela. En 1993 James contó que «Cuando la empecé no me propuse escribir una novela específicamente cristiana, pero muchos lectores la han visto así, porque transmite el mensaje de que sólo el amor nos puede llevar a la redención personal, y el mensaje central de la religión cristiana es el amor. En ese sentido, puede considerarse como una novela religiosa, a pesar de que yo no tuviera un propósito moralista«[ii].
Ello se refleja por ejemplo en el tratamiento del sexo en este contexto que liga a la procreación para que de verdad tenga sentido. “Uno habría imaginado que una vez desaparecidos el miedo al embarazo… el sexo estaría libre para probar nuevos y originales encantos. Ha ocurrido lo contrario… El sexo totalmente separado de la procreación se ha convertido casi en una acrobacia sin sentido” se dice en un momento de la novela.
Pero es un error leer Hijo de Hombres exclusivamente en clave religiosa como hacen algunos. Porque el libro ofrece interesantes y muy actuales reflexiones acerca del poder y el gobierno. Ácida es la crítica subyacente a los sistemas penales y la lucha contra la delincuencia y el crimen. E igual ocurre con el tratamiento de la inmigración, que también ofrece bastante interés y plena actualidad vistas las políticas migratorias que se vienen desarrollando por ejemplo en EE.UU. y la Unión Europea.
Y pese a su filiación conservadora, James nos ofrece reflexiones de interés sobre la apropiación patriarcal de la reproducción con fines de ordenación social, que es también fundamento y perpetuación del dominio masculino.
[i] Completa e interesante crítica a esta novela en: Manuel Rodríguez, universodecienciaficcion.blogspot.com, 2018
[ii] https://elpais.com/diario/1993/02/05/cultura/728866803_850215.html