Matter of Seggri«Su desequilibrio de género ha producido una sociedad en la que los hombres disfrutan de todos los privilegios y las mujeres de todo el poder«. Es una de las conclusiones incluida en el informe enviado por la enviada del Ecumen sobre el plantea Seggri. Un planeta de una segregación extrema entre hombres y mujeres, con los primeros enclaustrados en castillos y conservados como “folladores” y dedicados a feroces juegos competitivos y al deporte. Las mujeres -que los superan por 16 a 1- detentan el gobierno, la economía, la cultura, la universidad…. Unas y otros tienen interiorizado su rol social… excepto algunos. El contacto con el Ecumen introducirá tensiones y cambios.

De esto es lo que trata una pequeña joya publicada en 1994 por Úrsula K. Le Guin: «La cuestión de Seggri»[i].

Es una de tantas especulaciones utópicas en los que los hombres y las mujeres han de vivir estrictamente separados, bien por barreras físicas, bien por barreras sociales, incluso por manipulación genética. La supervivencia, la paz, el desarrollo, la libertad, depende de la estricta separación de unos y otros, bajo el dominio de las mujeres. De nuevo la ciencia ficción se muestra como un foro para discutir sobre nuestro futuro y como una potente herramienta para explorar y experimentar acerca de las relaciones entre los géneros, mirando a un futuro con profundas raíces en el presente.

Aun no siendo el tema central de la trama en las dos novelas publicadas en España de Eleanor Arnason (1942), sobre las que habrá que volver por su interés en este blog, también incluyen sociedades de estricta segregación social («Circulo de Espadas» – 1993) o espacial («Una Mujer del Pueblo de Hierro» – 1991).The Crooked ManCuando la segregación es social los hombres y las mujeres interactúan en todo caso de forma bastante limitada. Es lo que nos relata el cuento de Charles Beaumont (1929-1967) «The Crooked Man» (1955), publicado por primera vez en Playboy, en el que cuando la superpoblación aleja al mundo de la heterosexualidad las relaciones entre hombres y mujeres terminan convirtiéndose en ilegales y la minoría heterosexual vive tan furtivamente como todavía hoy lo tiene que hacer la minoría gay en muchos países.

En la novela «Meanwhile» (1977) de Max Handley (1945) la segregación es espacial, los hombres están desterrados en el océano, donde viven en una burbuja gigante, y la reproducción es por clonación.

De bastante mayor interés es «The Shore of Women» (1986) de Pamela Sargent (1948). Una historia distópica de lucha entre los sexos en el futuro post-nuclear en el que las mujeres gobiernan el mundo. Utilizando tecnología avanzada, han expulsado a los hombres de sus extensas ciudades amuralladas, formando ellos bandas nómadas primitivas y que son traídos de vuelta sólo con el fin de la reproducción, bajo el disfraz de poderosas diosas.ShoreLos sexos fueron segregados en The Shore of Women por la seguridad de las mujeres y la sociedad humana ha sobrevivido posteriormente durante miles de años – sin cambios y poco a poco estancada es cierto-. Pero ahora los protagonistas descubren que las relaciones entre hombre y mujer pueden ser satisfactorias. Lo que no fue del agrado de algunos sectores del feminismo lésbico.

Pamela Sargent es sin duda una de las más significativas autoras feministas de ciencia ficción, editora de la imprescindible antología «Mujeres y maravillas» que ha recibido los premios Nébula y Locus.

CarolEmshwiller
Carol Emshwiller

De Carol Emshwiller (1921) dijo Úrsula K. Le Guin que era “una de las voces más sólidas, más complejas y más consistentemente feministas de la ciencia ficción”. Ella publicó un relato en 2003 titulado «Boys», en la que también aparece como parte importante de la trama la segregación de géneros. Dos ejércitos de hombres luchan desde que se recuerda no se sabe muy bien porqué. En medio, la aldea de las mujeres, proporcionando hijos para la guerra a ambos ejércitos… hasta que las mujeres deciden poner fin a la guerra al precio que sea.

Es un mundo roto que no funciona para los hombres mejor que para las mujeres. Ellos incapacitados de concebir una vida con ellas. Y fácil concluir que los sistemas patriarcales hacen sufrir a las oprimidas, pero dañan también a los opresores.

Una obra interesante sobre la segregación de género está escrita por un hombre, David Brin (1950). Se trata de «Tiempos de Gloria» (1983) en la que se describe la civilización de un planeta resultado de una cuidadosa selección genética. Las fundadoras decidieron quitarse de encima la pesada losa de la reproducción sexual para perpetuarse en forma de clones, copias idénticas producidas mediante partenogénesis. Pero fueron lo bastante inteligentes como para introducir un mínimo de componente aleatorio, y así, mientras que las criaturas engendradas en invierno serán siempre niñas, clónicas de la madre, las engendradas en verano compartirán el legado genético de sus padres, y podrán ser machos o hembras. Los Hombres y las Variantes (Vars).

Los hombres, la quinta parte de la población total pasan por periódicos estados de celo, pero fuera de ellos permanecen casi permanentemente en un estado relajado y pacífico, mientras que las vars introducirán en la estática sociedad de Stratos la necesaria componente renovadora, al buscarse nuevos nichos laborales y fundar nuevos clanes.

Se trata de una novela muy entretenida que se puede leer tanto en clave de aventuras (viaje iniciático) o como una especulación sobre otra forma radicalmente distinta de organizar la sociedad. En este sentido no han faltado las críticas. Por ejemplo, desde sectores del feminismo norteamericano más radical, han criticado que el enfrentamiento entre las mujeres juegue un papel importante, incluso central, en la novela.

Pero sin duda alguna el mejor libro de ficción sobre sociedades donde los géneros están segregados es La puerta al país de las mujeres (1988) de Sheri S. Tepper (1929-2016), autora sobre la que trataremos en este blog en otra entrada futura. Se trata del primer trabajo verdaderamente ambicioso de Tepper y uno de los más controvertidos, que sorprendió por la ferocidad con la que imaginó un mundo post-holocausto donde la separación social por género es casi completa.

Unos trescientos años después del holocausto nuclear, la sociedad humana se ha estructurado de forma que las mujeres viven en ciudades amuralladas, junto con algunos hombres que han elegido vivir con ellas. Más allá de la puerta al país de las mujeres viven los guerreros. Cada mujer debe entregar a sus hijos varones cuando tienen cinco años para que sean educados por sus padres guerreros. En cualquier momento entre los quince y los veinticinco años el joven puede elegir regresar con las mujeres; después ya no. Mientras tanto, la vida de los hombres se reduce a la actividad militar, ya que su teórica misión es la defensa de la ciudad de los posibles ataques de otras ciudades enemigas.

La narración se centra en la vida de la concejala Stavia. En una serie de flash-backs, asistimos a su infancia. Su primer amor la lleva a entregarse a un joven soldado que en realidad sólo busca descubrir los secretos que supuestamente permiten a las mujeres mantener el control. En uno de los episodios asistimos a su primer contacto con la brutalidad que hizo necesario establecer el sistema de ciudades y milicias.

Paralelamente a la trama se desarrolla la lectura de una obra de teatro que trascurre tras la caída de Troya y que relata la reacción de las mujeres ante la misma. La obra -variaciones de Eurípides- es importante en la trama y debemos prestarle atención.

La obra es compleja (que no quiere decir difícil de leer, todo lo contrario, es absorbente) y por ello admite diversos niveles de lectura e interpretación. Explora por ejemplo muchos elementos en clave de ecofeminismo, que es un sello distintivo de toda la obra publicada de Tepper, de la que hablaremos en otra ocasión. Para el blog “Parece amor, pero no lo es” hay una discusión abierta en el libro en torno al determinismo biológico de las identidades de género, e incluso Tepper parece decantarse por ello. Pero después de terminada la obra, da la impresión -dicen en el blog citado- de que tampoco la autora termina de creerse este posicionamiento.

En todo caso parece difícil sustraerse de la impresión de que el determinismo biológico controla la sexualidad en este mundo de Tepper. Por ejemplo, la homosexualidad aparece como un trastorno genético eliminado eugenésicamente de la población. La profesora y escritora británica Jane Donawerth, ha llegado a señalar que “En una escalofriante solución homofóbica… la ciencia ha acabado con el «síndrome gay»: las mujeres doctores identificaron la condición homosexual como «desadaptación hormonal reproductiva» y la corrigieron antes del nacimiento”.

Para la feminista y escritora Lola Robles, La Puerta al País de las Mujeres se inscribe en una ciencia ficción pacifista, que cuestiona a un tiempo el militarismo y el patriarcado como sistemas de poder que se refuerzan mutuamente.

Sheri S. Tepper

No es de la misma opinión la autora norteamericana Jo Walton, para la que el sistema de organización social es una “locura”. Los hombres viven fuera de las paredes como guerreros, en una cultura de honor y de gloria, armas y bronce y sin atención médica. Y las mujeres envían a sus hijos de edad de cinco años con ellos para ser adiestrados como guerreros y llevan a creer que son los padres de estos niños. De cinco a quince los niños se ven obligados a permanecer fuera de los muros, y desde quince a los veinticinco se les permite volver a casa si son suficientemente deshonrosos. Después de eso son guerreros completos, edad suficiente para arriesgarse a la batalla y sin esperanza de retorno.

¡Es una locura! dice Walton. Si se está empujando los niños pequeños a crecer y educarse en una cultura militarista van a dejarse seducir por ella. Es la mejor forma de perpetuar la guerra y la violencia.

Lo interesante de este libro, lo que lo hace especial, señala por su parte el autor Pedro Jorge Romero, es la profundidad de sus personajes protagonistas. Deben tomar decisiones repugnantes (que incluyen el genocidio) para mantener la sociedad en la que viven. En otras novelas, ese hecho no tendría la mayor importancia, estando como estamos acostumbrados a historias en las se mata y se muere sin más. Pero aquí, los personajes sufren por las decisiones que han tenido que tomar, pero las toman: el fin justifica los medios, en este caso el genocidio.

En mi opinión subyace en muchas de las narraciones utópicas de este tipo que se escribieron en los años 70 y 80 la idea de que hombres y mujeres son especies distintas que compiten por el mismo medio, pero mientras la una es autónoma y asociativa, la femenina, la otra es parasitaria y destructiva, la masculina. Y aún por debajo de lo anterior encontramos la idea determinante de que la convivencia es imposible. Por ello y en tanto que el problema de la sociedad es el hombre, hay que mantenerlo separado y controlado sea sutilmente sea abiertamente.

Estamos en suma ante un libro con enjundia, que no deja indiferente a nadie y que nos obliga a la reflexión desde la primera línea, compartas o no esta hipotética civilización. En definitiva, no dejéis de leerlo porque se trata de una de las obras más importantes de la ciencia ficción feminista.

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[i] Se puede encontrar en el volumen “El cumpleaños del mundo y otros relatos”, editado por Minotauro