Cerrábamos la primera parte de este post con unas referencias a Ammonite de Nicola Grifith. Ammonite es un buen ejemplo del salto que se produce con la entrada de la segunda ola del feminismo en la ciencia ficción en el tratamiento de las relaciones sexuales. Recuérdese por ejemplo que en obras como «New Amazonia: a foretaste of the future» (de 1889) o «Dellas, un mundo femenino» (de 1915), el sexo está ausente y las mujeres son curiosamente asexuadas.
En cambio, a partir de entonces, un buen número de autoras utópicas feministas no sólo son lesbianas, sino que se identifican con la corriente denominada de feminismo lésbico.
Quizás por ello no son pocas las novelas de óptica feminista cuya trama se desarrolla en contextos de violencia a veces extrema entre mujeres y hombres, los cuales son los que irrumpen bruscamente en un mundo idílico de mujeres. Por más que estas sociedades, a su vez, mantenga a los pocos hombres que superviven en condición de ostracismo, separación o peor aún servidumbre y esclavitud.
Algunos ejemplos de esta tendencia podrían ser Leviathan’s Deep (1979), Daughters of Khaton (1987), The Y Chromosome (1993) o Carnival (2006)
«Leviathan’s Deep» (1979) de Jayge Carr describe un mundo acuático en el que las habitantes son humanoides anfibios que en su mayoría se parecen a los seres humanos. Se trata de una sociedad matriarcal en la que las mujeres son más inteligentes, fuertes, grandes y longevas que los varones que son mucho menos numerosos y están esclavizados. La escritora y crítica Gwyneth A. Jones ha criticado esta novela porque en ella la autonomía femenina es dependiente de la diferencia anatómica. Obsérvense los pechos de la humanoide anfibia, sin duda una licencia comercial del portadista: en la novela ni se citan los pechos y habría que preguntarse para qué seres humanos anfibios los necesitarían.
También «Daughters of Khaton» (1987) de Merril Mushroom. Khaton es una utópica y hermosa tierra perfectamente equilibrada de luz, color, fragancia y flores que sólo está habitada por mujeres y en la que aterriza una nave exploradora mayoritariamente de hombres misóginos y con una violencia sexual gratuita descontrolada.
«The Y Chromosome» (1993) de Leona Gom se utiliza como texto de estudios sociales sobre mujeres en algunos centros en EE.UU. y Canadá, porque su sistema de relaciones y el valor de la cultura de las mujeres es bastante sugerente. Se trata de una sociedad formada casi exclusivamente por mujeres, que se mueve entre la utopía femenina y terrible distopía para los pocos hombres que quedan, que sobreviven en la clandestinidad.
En esta misma línea, pero de mayor interés puede resultar «Carnival» (2006) de Elizabeth Bear (1971-). En el mundo Tierra las inteligencias artificiales (Gobernadores) dirigen la mayor parte de la humanidad. La estructura política es una dictadura, las mujeres son ciudadanas de segunda y la homosexualidad está perseguida. El valor económico principal es curiosamente el arte.
Pero la historia trascurre en el mundo Nueva Amazonia que es la imagen inversa de la tierra. Esta colonia fue fundada por los que huyeron de la tiranía de los Gobernadores. Las mujeres lesbianas gobiernan todo, y los hombres son esclavos que deben luchar en la arena como gladiadores para ganarse el derecho a reproducir o bien son homosexuales y sirven a las mujeres en los domicilios. De nuevo la ambivalencia utopía-distopía, casi siempre presente en estas novelas.
Cuando la Tierra pretende recuperar una obra de arte muy importante, se origina un problema diplomático: En Nueva Amazonía, los hombres no tienen estatus, y las gobernantes se niegan en redondo a negociar con hombres. Pero son las mujeres la que no tienen estatus en la tierra. El compromiso: Miguel y Vincent, varones homosexuales antiguos amantes, que habían caído en el ostracismo por ello y que ahora son recuperados para esta misión. Pero en realidad son dos espías, uno entrenado en el arte de la mentira y el otro en el arte de la lectura de la gente en busca de signos de subterfugio, que se han enviado por la tierra con el objetivo oculto de robar la superior tecnología extraterrestre de Nueva Amazonia. En otra vuelta de tuerca, ambos han ocultado entre ellos su intención real de torpedear su propia misión.
Y a partir de aquí empiezan a interactuar los personajes y desarrollarse una trama bien interesante. Destaquemos no obstante que esta novela es un cierto giro respecto a otras de felices eutopías femeninas ya que, como ha señalado la escritora y periodista Annalee Newitz[i], no necesariamente cuando las lesbianas gobiernan un planeta lo convierten en un mundo de paz y armonía. En Carnival se obsesionan con las armas de fuego, el honor y los duelos y mantienen esclavizados a todos los hombres (excepto los homosexuales, a los que denominan «gentles»), usándolos para reproducirse y como mano de obra. Y se involucran en brutales conflictos para ganar poder en el gobierno. No obstante, Newitz termina recomendando la novela porque consigue lo que pocas novelas de ciencia ficción logran, ofrecer una visión intelectualmente estimulante de un futuro humano posible y al mismo tiempo contar una historia muy entretenida.
Otra interesante utopía feminista de mundos sin hombres que no quiero dejar de recomendar es «A Door Into Ocean» (1986) de Joan Slonczewski (1956-). Shora es un mundo totalmente cubierto de agua y habitado exclusivamente por mujeres que viven en perfecta armonía ecológica en inmensas balsas vivas flotantes. Tienen un gran dominio de la biología molecular que les ha permitido reproducirse por partenogénesis. No tienen gobierno: Las cuestiones se deciden en reuniones ampliadas con noticias y opiniones compartidas masivamente por ingeniería genética. En su cultura está profundamente interiorizada la igualdad que dan por sentada porque carecen del concepto de poder-sobre (otras personas o la naturaleza), de tal forma que los conflictos se resuelven sin violencia. Cuando están amenazadas por un poder externo, la resistencia es no violenta en todo caso. Ello se extiende a un lenguaje del Share que no incluye conceptos como poder, violencia, dominio, explotación…
Las Sharers -una raza totalmente femenina que no se reproduce sexualmente- no pueden ser restringidos exclusivamente por la etiqueta de «mujer» y por lo tanto el género tiene un papel bastante insignificante en su sociedad. A pesar de que la reproducción no es sexo mediante, las Sharers no son en general seres asexuales. Ellas participan en actos sexuales con sus parejas y amigos… Ya no están físicamente diseñados para el sexo «normal» con un macho, lo que explica por qué la idea de la violación por los colonos Valans sea aún más inquietante.
La propia autora señaló en 2013 que “El sentido del género Sharer se consideró muy extraño en los años 80 [cuando fue escrito el libro]. Hoy en día los jóvenes lo leen y dicen «pansexual, por supuesto”. Es difícil imaginar lo lejos que hemos llegado – y sin embargo lo lejos que aún tenemos que llegar”.
Partiendo de estos mimbres, la autora articula una muy interesante trama planetaria con mucha aventura, muy emocionante y con numerosos elementos de interés especulativo.
Cuando los habitantes del mundo Valans (mayoritariamente hombres) invaden su hogar y aparece la amenaza de la colonización o el exterminio, los shares deben juzgar si son humanos en algún sentido, si pueden compartir humanidad con el pueblo de Shora y por tanto dejar de temer. Otro elemento de interés especulativo es el paralelismo entre la situación de las sharers y la historia de los pueblos indígenas norteamericanos, ocupando los Valans el rol del hombre blanco.
Si a uno le gustan libros como Los Desposeídos de Le Guin o Reina de la Nieve de Vinge o Rakhat de Russel, no puede dejar de leer esta utopía femenina, que lamentablemente no está traducida al español[ii].
Pero la lista de obras de especulación que tratan de mundos sin hombres es elevada. Imposible referirse a todas ellas sin eternizar esta entrada del blog, así que voy a reseñar brevemente tan sólo algunas más, sin ánimo exhaustivo.
«Retreat: As It Was!» (1979) de Donna J. Young es una curiosa visión feminista del lejano pasado cuando supuestamente la Tierra estaba habitada únicamente por mujeres, mucho antes de que una mutación generara al macho humano.
La novela «Daughters of a Coral Dawn» (1984) de Katherine V. Forrest, cuenta la historia de un colectivo de mujeres que abandonan una Tierra -a la sazón una distópica dictadura patriarcal- para comenzar una sociedad exclusivamente femenina en el lejano planeta que llaman Maternas. Cuando años más tarde responden a la llamada de socorro de una nave terrana su localización queda comprometida y tal vez deban acabar con los supervivientes de la nave terrana. Pero ¿cómo la líder de la colonia en Maternas -Megan-, va a acabar con la fascinante terrícola teniente Laurel Meredith? Pues sí, el libro es una mezcla de ciencia ficción y novela romántica lésbica.
Caroline Forbes en «London Fields» (1985) describe como una mutación genética ha diezmado a la población masculina en todo el mundo y en el desorden resultante los hombres supervivientes han intentado restaurar su número cazando y violando a mujeres… Pero las mujeres se han organizado y han luchado. La comunidad de mujeres en London Fields es heredera de una metrópolis que se desmorona y que domina y define sus vidas. Han redescubierto la agricultura de subsistencia, pero también han desarrollado habilidades que les permiten reparar y renovar las casas que ocupan.
Uno de los últimos mundos de mujeres fue descrito por Doris Lessing (1919-2013) en «La grieta» (2007), en el que una antigua comunidad de mujeres no tiene conocimiento de los hombres y el parto está regulado por los ciclos de la luna. Esta utopía feminista se ve interrumpida por el nacimiento inesperado de niños.
Para terminar este ya largo post sobre especulaciones acerca de mundo sin hombres, reflejar al menos que también algunos autores han intentado escribir desde una óptica feminista sobre sociedades de sólo mujeres
Uno de ellos fue Forrest J. Ackerman (1916-2008) que bajo el seudónimo Laurajean Ermayne escribió «The Radclyffe Effect» (1969). ¿Qué ocurre después de que la población masculina desaparezca de repente y cuál es la reacción de las mujeres? Este relato, que se tradujo al español como “Mundo de Soledad”, se ha considerado la primera historia de ciencia ficción lésbica.
Ackerman se consideró “lesbiana honorario”, por su apoyo al movimiento de derechos del movimiento de lesbianas. Sus historias de romances lésbicos los publicó en la revista lésbica “Viceversa” como LauraJean Ermayne[iii].
Otra interesante historia es «Amazon Planet» (1975) de Mack Reynolds (1917-1983). El planeta Amazonia tiene una reputación extraña, incluso para los estrafalarios mundos de la Federación Unida de Planetas. Era un planeta espartano gobernado por una casta militar temible – compuesta exclusivamente por mujeres-. Los machos de la Amazonia por lo general terminaron en el harén de alguna guerrera.
Sin embargo, cuando Guy Thomas, en misión teóricamente comercial, llega al planeta con el objetivo real de apoyar al grupo revolucionario macho-liberacionista “Los hijos de la libertad”, va descubriendo que hay algo más, que las apariencias en verdad ocultan una realidad más igualitaria
Mack Reynolds fue un destacado escritor de ciencia ficción y comprometido militante socialista norteamericano[iv].
[i] Ver Environmental Fascists Fight Gun-Loving Lesbians for Alien Technology: http://io9.gizmodo.com/387818/environmental-fascists-fight-gun-loving-lesbians-for-alien-technology
[ii] Si se tiene interés se pueden encontrar varias reseñas en la web https://www.worldswithoutend.com/novel.asp?ID=437
[iii] Sobre Forrest J. Ackerman en la Wiki: https://en.wikipedia.org/wiki/Forrest_J_Ackerman
[iv] Sobre Mack Reynolds: http://noqueimporte.blogspot.com.es/2015/05/las-revoluciones-de-mack-reynolds.html Wiki: https://en.wikipedia.org/wiki/Mack_Reynolds