Hace ya 7 años (en 2017) escribí en este blog dos post (Mundos sin Hombres (1) y Mundos sin Hombres (2) dedicados a las obras de ciencia ficción que se dedicaban a especular sobre mundos sin hombres, habitados sólo por mujeres.
Ya entonces me preguntaba “¿Qué pasaría si de repente desaparecen todos los hombres de la faz de la tierra? ¿se crearían nuevas formas de reproducción no sexuales? ¿serían las relaciones lésbicas la norma? ¿se reproducirían los roles actuales hombre-mujer, pero sólo entre mujeres? ¿se acabarían las guerras y la violencia? ¿Qué formas tomarían los modelos familiares? ¿Cómo sería el cuidado de los niños? ¿Sería una utopía feliz? ¿o, por el contrario, una espeluznante distopía matriarcal?”
De una forma u otra estos temas están presentes en las especulaciones feministas que exploran mundos sin hombres. Pero quizás obviaba entonces que un suceso repentino que hace desaparecer a los hombres, a todos y cada uno de ellos, incluso los fetos con el cromosoma Y («Un mundo sin hombres» de Sandra Newman), no puede producir los mismos impactos en la lectora o lector que una historia sobre una consolidada sociedad de mujeres cuyas contradicciones salen a la luz en un encuentro casual con hombres («Houston, Houston ¿me recibe?» de James Triptree Jr.
Creo, decía en entonces, que los hombres se presentan más bien en muchas de estas novelas, especialmente las de la segunda mitad del siglo XX, como el problema y la raíz de todos los males sociales, a mi modo de ver muy en consonancia con un cierto tipo de feminismo de aquella época. Si hablamos de una utopía, vienen a decirnos, la sociedad de mujeres funciona no tanto a pesar de que no estén los hombres, sino precisamente porque no hay hombres.
Cuando nos adentramos en las buenas novelas que especulan sobre los mundos sin hombres, en ocasiones nos angustian y en otras dejan como un pellizco en el estómago que resulta difícil definir. Citaba entonces a Claire Evans que decía que “la ciencia ficción nos puede mostrar mundos tan diferentes de los nuestros que nosotros, como lectores, podemos sentir repentinamente náuseas y quedarnos desorientados… pero esa es su función. Su rareza nos permite entender mejor nuestra vida normal y también hace que nos parezca extraña.”
De entonces (2017) acá se han publicado varias nuevas novelas que vuelven a este tema recurrente que no pierde nunca actualidad. Os propongo varias de ellas editadas en español.
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En 2021 pudimos acceder a la versión española de «Yo, que nunca supe de los hombres» (1995) de Jacqueline Harpman. Se trata de una más que recomendable novela eso sí bastante terrible y no poco angustiosa. Jacqueline Harpman (1929-2012) fue una novelista belga, de origen judío. La novela sin duda se inspira en el horror nazi que tuvo que sufrir con su familia, parte de la cual murió en Auschwitz.

El punto de partida no puede ser más inquietante. Cuarenta mujeres encerradas en un bunker subterráneo y vigiladas por unos guardias inmutables, siempre los mismos, que castigan con un látigo la transgresión de las normas que solo se aprenden a base de latigazos. No sabemos por qué están aquí encerradas ni cómo terminaron en esta aterradora situación.
La narradora es la única chica adolescente de las 40. A través ella conocemos esa vida que no es vida, los recuerdos, los conflictos, la soledad, el despertar.

Y de repente un día los guardias omnipresentes salen huyendo y las dejan solas sin saberse porqué. Muchas no quieren salir aterrorizadas. Es nuestra narradora quien toma pronto el papel de guía, y consiguen salir de su prisión, pero ni hay rastro de los guardias, ni de como han huido. Y el mundo es un desierto baldío, salpicado de búnkeres como el suyo espaciados entre ellos por kilómetros de arena y piedra.
La supervivencia y la búsqueda de otra gente, de hombres o mujeres, de ciudades, se impone a todo, no sin conflictos. Minisociedad de sólo mujeres y como se manejan en situaciones extremas.

No es una obra de evasión. Es una novela triste e inquietante, que plantea muchas cosas y deja sin resolver la mayoría. Como dice Nicole Vidart “Nos estremecemos en la boca del estómago, nos proyectamos en estos lugares de perdición que dan lugar a tantas imágenes tristes. Sin puntos de referencia, por supuesto, pero obviamente pensamos en todos estos posibles lugares de abusos en los campos de concentración hoy. El encierro, la pérdida de la condición humana, el poder de los invasores, todo esto no está lejos, abre tu diario… “Es imposible no dejarse llevar por la emoción, por las sensaciones de este personaje que desafía las reglas del tiempo y las de la narración. Imposible salir ileso”. Hay que leerla
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Una serie de comics que ganó tres premios Eisner, también aborda un mundo sin hombres. Se trata de «Y, el último hombre» del guionista Brian K. Vaughan y la dibujante Pia Guerra.

En él, en 2002, el mundo cambia para siempre. Todo hombre, chico y mamífero con cromosoma Y se desploma súbitamente y muere. Con la pérdida de más de la mitad de la población del planeta, los engranajes de la sociedad se detienen, y un mundo de mujeres tiene que recoger los pedazos e intentar evitar que la civilización se derrumbe del todo.
Sin embargo, el “generocidio” no es total. Por algún motivo desconocido, un joven llamado Yorick Brown y su mono Ampersand sobreviven. De la noche a la mañana, este veinteañero anónimo se convierte en la persona más importante del planeta. Y se espera que sea la clave para desentrañar el secreto de esta misteriosa plaga tan específica.

Y a partir de ahí comienza una aventura con personajes muy bien construidos, mujeres fuertes y débiles, sectas fanáticas y servicios especiales destinados a robar al único espécimen humano, que tiene la habilidad de escapar de casi todo.
A mí me ha encantado, y eso que la saga completa editada por ECC ediciones es un tomo bien gordo. Ahora, si queréis un análisis exhaustivo podéis acudir al artículo de José Torralba en Zona Negativa. Han hecho una serie con el mismo título, pero a mi me gusta bastante menos.
Seguiremos en el próximo post hablando de Mundos sin Hombres.
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Portada tomada de Paranoia Secuencial
