Se puede decir que sólo con El libro del día del juicio final Connie Willis entró con todos los honores en el club de los grandes autores de la ciencia ficción. La novela fue publicada en 1992 y obtuvo lo que se conoce como el “triplete” (simultáneamente los premios Hugo, Locus y Nébula[i]) que muy pocas novelas de ciencia ficción consiguieron alcanzar y está considerada por mucha gente (entre las que me incluyo) como una de las mejores obras de ciencia ficción de todos los tiempos.

Connie Willis nació en Denver, Colorado, en 1945. Aunque es licenciada en filología inglesa y también fue profesora de Enseñanzas Medias, desde 1982 se dedica a la literatura a tiempo completo. Ha ganado once premios Hugo, siete Nébula y cuatro Locus en sus diferentes obras. En 2012 fue nombrada Gran Maestra de la Ciencia Ficción por la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción y fantasía de EE.UU. (SFWA).
Afortunadamente casi toda su obra ha sido publicada en español, no solo sus novelas sino incluso una recopilación de su mejor obra corta[ii].
El libro del día del juicio final pertenece a la secuencia de obras que abordan el viaje en el tiempo que es uno de los temas recurrentes en Connie Willis. La secuencia comienza ya tempranamente en su obra con la novela corta Brigada de Incendios (1982) en la que ya aparece el Instituto de Historiografía de Oxford, que a través unas puertas del tiempo envía a investigadores al pasado para estudiarlo in situ. En este caso su protagonista es enviada al Londres asediado por los bombardeos alemanes en la segunda guerra mundial.
Época estudiada de nuevo por el mismo Instituto en sus obras El Apagón y Cese de Alerta ambas de 2010. En ellas se detallan las tribulaciones de tres visitantes de 2060 que temen desesperadamente que su incapacidad temporal para regresar a su hogar esté fatalmente ligada a sus involuntarias trasgresiones de lo que consideran el curso histórico determinado.
Otra obra de los historiadores de Oxford es Por no mencionar al perro (1997), una especie de comedia de enredo, en que dos historiadores son transportados a la Inglaterra victoriana, donde tienen que intentar que una pareja se case para que su nieto, piloto de la RAF, juegue el papel que le ha tocado en la historia, más que nada porque nunca habría existido de no conocerse sus abuelos.
También trata de un viaje en el tiempo Los sueños de Lincoln (1987), aunque en este caso a través de un enlace psíquico entre una mujer contemporánea y el general Lee de la guerra de Secesión Norteamérica.
Con ciertas resonancias de viaje en el tiempo, similares a Los sueños de Lincoln, publica en 2001 Tránsito (2001). En ambas hay viajes de ensueño de sus protagonistas femeninas. La protagonista de Tránsito, que está implicada en un estudio médico sobre Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), termina en los corredores de un Titanic a punto de hundirse.
Pienso que uno de los puntos fuertes de las obras de estas secuencias de viajes en el tiempo de Connie Willis es el cuidado detalle, incluso el amor, con el que trata las épocas que visita, sea la época victoriana, la guerra civil norteamericana o la Edad Media. Y la habilidad para abordar temas áridos habituales en este tipo de novelas como son las paradojas temporales
Pero volvamos al principio, a El libro del día del juicio final, una novela absolutamente imprescindible. En un futuro próximo a nosotros los viajes en el tiempo se han convertido habitual, pero su uso es restringido tan solo a los investigadores del citado Instituto de Historiografía de Oxford
Una joven investigadora -Krivin- es enviada a 1320 para un estudio rutinario de aquella época. Pero un error la envía a 1348, justo para ver como la Peste Negra comienza a asolar Inglaterra; a la vez, en su tiempo, se ha declarado también una pandemia generada por un mal funcionamiento de la maquinaria del viaje temporal. En el presente de Krivin, el historiador Dunwhorthy intenta por todos los medios rescatar a su alumna intentando volver a reactivar el sistema de viaje temporal.
Es una historia de frustración y angustia ante la enfermedad; vemos como la protagonista va dejando de considerar a los habitantes de 1348 como objeto ve estudio para involucrarse, sufrir y padecer con ellos.
Willis consigue que viajemos con Kivrin a una Edad Media alejada de tópicos, en la que enseguida empatizamos con sus personajes. Nos involucramos emocionalmente con ellos. No sólo narra la historia sino que nos trasmite como la vivían sus protagonistas emocionándonos con su desarrollo.
Pero es también una historia de esperanza: incluso en las horas más negras, cuando parecía que se acercaba el juicio final, Connie Willis no nos permite olvidar que, pese a lo especialmente cruenta que resultó, la Peste Negra no fue el fin del mundo. Quedaron testigos para contarlo. La vida continúa.
En la entrevista que le hizo Pedro Jorge Romero en 1996, Connie Willis declaraba: “Para mí la moraleja del libro, si un libro puede reducirse a una moraleja, es, como alguien dijo, «quien ha amado a otro, ha visto el rostro de Dios». Y creo que eso es muy cierto. Ella pasa de una fe simple en la que rezas y tienes respuesta, a una fe en la que sabe que Dunworthy la ama, y que si él puede venir a salvarla vendrá a salvarla, que él nunca la abandonaría. Y una vez que sabes que jamás te abandonarán, que alguien te ama, ya estás salvado, ya te han rescatado, te rescaten finalmente o no”.
Tal como dicen en el blog hislibris “estamos ante un novelón imprescindible para seguidores tanto de la novela histórica como de la ciencia-ficción. Willis mantiene un pulso pausado pero firme. Poco a poco nos va contando cosas de ambos momentos. Y con esta novela nos deja ante la duda de si en el presente las cosas podrían encaminarse a situaciones como las que plantea”

Pero a Connie Willis le interesan multitud de temas, que aparecen en sus obras. El cine con Remake (1995) situada en un futuro en el que se dejan hacer películas con actores de verdad, vive de la digitalización del pasado y deja de innovar e inventar nuevas películas. La moda (y la teoría del caos) en Oveja Mansa (1996). O Territorio Inexplorado (1994) de aventuras y personajes.
El citado Pedro Jorge Romero comenta que la autora “tiene una gran capacidad para la trama, que garantiza el éxito de sus libros. No es sólo que sea capaz de inventar buenos argumento, sino que los desarrolla con una precisión arrolladora y hermosa. Nada es casual, todos los pequeños detalles tienen su razón de ser, y todo lo que sucede en la página cien tiene su importancia al llegar a la 400”.
Y habitualmente sus protagonistas son femeninas. No heroínas sino héroas en el sentido que le da Kameron Hurley. Connie Willis se declara abiertamente feminista y ha apoyado muchas de las luchas por la igualdad. Sin embargo, matiza que lo es de una forma no desagradable ni llena de odio, criticando determinado feminismo norteamericano.
En la citada entrevista realizada por Pedro Jorge Romero, comentando su libro Territorio Inexplorado, habla de su relación con el feminismo.
PedroJorgeRomero: En ese libro hay un detalle interesante. Uno de los exploradores es una mujer…
ConnieWillis: Sí, pero no lo digo.
PJR: Exacto, no te das cuenta hasta la mitad del libro de que se trata de una mujer. Y curiosamente ella se queja de que nadie la identifica como mujer, algo que les pasa también a los lectores.
CW: Sí, es una de las ideas importantes… Nunca te digo que es una mujer, pero tampoco hago nada para contradecir esa posibilidad. El lector hace suposiciones propias.
PJR: Desde cierto punto de vista es una historia muy feminista.
CW: Sí, pero no creo que de una forma desagradable o llena de odio, porque realmente no me gusta mucha de la ciencia ficción feminista que leo; por una parte porque creo que se trata de darle a la gente en la cabeza, y por otro lado, porque no creo que el mundo sea simple. Lo que siempre encontrarás en mis libros es que continuamente digo: «las cosas no son simples: una persona puede ser buena y mala, los hombres pueden ser enemigos y amigos, la gente puede tener las mejores intenciones y cometer atrocidades, las cosas son complicadas».
Creo que las relaciones entre hombres y mujeres son muy complicadas, y no pienso que los hombres sean malos y las mujeres buenas, y tampoco creo que los hombres sean buenos y las mujeres malas. En la relación de Territorio inexplorado, ella cumple los estándares feministas: se dedica a explorar un planeta, es dura, es lista y puede cuidar de sí misma, pero también tiene una relación llena de amor y afecto con su compañero, y ella moriría por él y él moriría por ella.
Fruto de esa preocupación feminista, editó en 2001 junto a Sheila Williams la recopilación de relatos de ciencia ficción A Woman’s Liberation: A Choice of Futures By and About Women (Una elección de futuros por y sobre las mujeres).
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[i] El premio Hugo es otorgado por la votación popular de las miles de personas que anualmente asisten a la Worldcon (Convención Mundial de C.F.). El premio Nebula es elegido por la SFWA (Science Fiction and Fantasy Writers of America : Asociación de escritores de ciencia-ficción y fantasía de Norteamérica). Y el premio Locus es votado también cada año por los lectores de la revista -del mismo nombre- de crítica más importante e influyente de la ciencia-ficción mundial.
[ii] Lo mejor de Conni Willis 1 y 2, ediciones B, colección Nova