Los mundos de un solo género o sociedades de un solo sexo son frecuentes en la ciencia ficción. Normalmente ha sido una forma bastante creativa de explorar y especular sobre las diferencias de género -con intención feminista o no- en un contexto ficticio que surge debido a la eliminación de un género bien a través del aislamiento, de la guerra, los desastres naturales o de una plaga devastadora para uno de ellos.

Como hemos ido viendo en este blog, las especulaciones en las que las mujeres conforman una sociedad sin hombres no eran infrecuentes antes de la llegada del feminismo a la ciencia ficción a comienzos de los 70 del siglo pasado. Recordemos las ya citadas en anteriores entradas a este blog, «Mizora: a prophecy» o «Herland», escritas desde un punto de vista feminista, o bien «Consider Her Ways» y «Virgin Planet» escritas para desenmascarar los peligros que nos amenazan con la liberación de las mujeres.

Pero es a partir de la irrupción de autoras con claro compromiso feminista en esa década cuando se produce una verdadera eclosión de literatura utópico-distópica mayoritariamente de intención feminista. Y una buena parte de ella retrata una sociedad sólo femenina, en la que los hombres han desaparecido.

Pero no deja de ser curioso que, por el contrario, la especulación en torno a sociedades masculinas sea mucho menos frecuente. De tal forma que se encuentran pocas obras que describan mundos en los que han desaparecido las mujeres o son una ínfima minoría.

Algunos estudiosos señalan que tal vez ello sea debido a la dificultad biológica que supone imaginar cómo rediseñar el cuerpo de los varones para poder portar un bebé y traerlo al mundo; más difícil de concebir que una simple fertilización de la mujer sin la intervención masculina. En eso, además, hay pioneras como la Virgen María.

No es un argumento que convenza demasiado, pues la ciencia ficción es sobre todo imaginación especulativa para la que difícilmente hay límites infranqueables.

Parece más certera la argumentación de que mientras la especulación sobre mundos sin hombres ha sido la base de una fascinante serie de experimentos de pensamiento social, por el contrario -como sugirió Joanna Russ- no debe resultar tan atractivo y estimulante imaginar un mundo sin mujeres, que al fin y al cabo no implicarían cambios radicales en el rol que los hombres ya desempeñan en la actualidad.

Ethan AthosPero obras especulativas de mundos sin mujeres, haberlas haylas. Me voy a referir a algunas de ellas. Y empiezo por una novela que trata sobre un mundo de hombres a mi modo de ver de forma perspicaz y encantadora. Se trata de «Ethan de Athos» (1986) de Lois McMaster Bujold.

Ethan de Athos se inscribe en el universo de la serie de Miles Vorkósigan, – que recomiendo vivamente- y por tanto escrita en una entretenidísima clave de space opera. Athos es un planeta agrario que -por razones religiosas al estilo de Monte Athos en Grecia- fue poblado exclusivamente por hombres, que ahora se consideran enormemente afortunados de verse libres de las mujeres, considerados verdaderos extraterrestres origen de todo mal.

La reproducción allí se realiza en Centros Rep en los que los futuros padres combinan su material genético con óvulos obtenidos de cultivos ováricos que llevan en funcionamiento desde tiempos de los Fundadores. El sistema se encuentra cerca de una crisis cuando los tejidos comienzan a agotarse, por lo que el doctor Ethan Urquhart se ve obligado a abandonar la seguridad de su mundo para buscar una solución al problema, y es entonces cuando conoce por primera vez a las mujeres y comprueba que son también personas con puntos buenos y malos, que no son demonios del mal. Pero no por ello termina renegando de su sociedad con todos sus valores.

De todas formas, resulta curioso que fuera de Athos, en el resto del universo Vorkosigan, aunque estemos muy lejos en el futuro, la homosexualidad todavía siga despertando desconfianza y rechazo.

Casi todas las historias que encontramos en torno a los géneros en la ciencia ficción, están atravesadas por la hostilidad y el enfrentamiento entre los sexos. Tanto que ha merecido un extenso trabajo de Justine Larbalestier titulado «The battle of the sexes in science fiction». Pues bien, por una vez, veréis que Ethan de Athos es respetuosa con ambos sexos y las opciones sexuales; a mi modo de ver bastante refrescante.

No todas las visiones de un mundo sin mujeres son tan amables. Una que da espanto es la de «The Crime and the Glory of Commander Suzdal» (1964) de Cordwainer Smith, que se encuentra incluida en la monumental serie «Los señores de la instrumentalidad».

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En ella los humanos llegan a un planeta en la que la radiación del sol tiene un factor desconocido que provoca infaliblemente un cáncer mortal en todas las mujeres, pero no en los hombres. Una de las soluciones propuestas es convertir a todos los seres humanos en hombres, inyectándoles dosis de testosterona, eliminando los tumores aparecidos y la tendencia a desarrollarlos. Además, se consigue crear en la cavidad abdominal de los hombres un útero artificial que -con una compleja inseminación y uso adecuado de radiación y calor- hacen que los hombres puedan tener hijos.

Las generaciones posteriores tienen nacimientos femeninos muy ocasionales que son asesinadas sin más ceremonias. Las mujeres han terminado por ser consideradas unas criaturas míticas, deformes, en esta sociedad basada en una violencia extrema y en el derramamiento de sangre[i]. Víctor Martínez ha hecho un corto animado basándose en esta novela corta de Smith[ii].

Otra historia que podríamos incluir aquí es la de Teodhore SturgeonThe Incubi of Parallel X. En la misma, una fuerza invasora alienígena mata a las mujeres a gran escala para extraer una hormona femenina que rejuvenece a los invasores. Un científico esconde a las mujeres supervivientes en una dimensión paralela fuera de la vista de los alienígenas

The spartan planetUn ejemplo típico de un mundo sólo para hombres es «Spartan Planet» (1968) de A. Bertram Chandler, que presenta una distopia inspirada en el modelo militarista y los valores de la antigua ciudad-estado griega. Esta versión de Esparta está poblada por hombres-soldados hipermasculinos y hombres-enfermeras afeminados, proporcionando los roles convencionales de género y las posibilidades de emparejamiento. Pero esa sociedad espartana en realidad se basa en un engaño: existe un puñado de mujeres prostitutas sólo conocidas por la élite masculina del planeta y se importan óvulos para la reproducción de la población.

Para engaño las novelas que solucionan el problema de la falta de mujeres con la guerra y la violencia, vamos secuestrando mujeres. Es el caso de «Raiders from the Rings» (1962) de Alan E. Nourse, en la que los hombres son incapaces de hacer hijas tras una exposición a unos misteriosos rayos cósmicos. Así que ¡roban a las mujeres de la Tierra y ya está!

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Solución similar plantea Edmund Cooper en «The Slaves of Heaven» (1974). Los esclavos en este caso son los seres humanos primitivos terrestres. Ha habido una guerra atómica y sobrevivieron un grupo de humanos en una estación orbital que se mantuvo allí para evitar la radioactividad. Pero… ¡ay! las mujeres no gestaban niños porque el ambiente de microgravedad acelera el envejecimiento. Sus óvulos son extraídos, fertilizados por sus homólogos masculinos e implantados en madres sustitutas que son secuestradas en la tierra. De nuevo aparece el secuestro de mujeres y la violencia como solución a la infertilidad.

Y para terrorífica traigo aquí «The Screwfly Solution» (1977) de Racaoona Sheldon (seudónimo de Alice Sheldon alias Triptee). En La Solución Screwfly el odio a las mujeres se ha convertido de repente en viral, de tal forma que los hombres empiezan a asesinar a todas las mujeres que ven. Cierto es que aparece una religión que señala que se trata de un mandato divino [amén de la condescendencia vaticana], pero los científicos demuestran que en realidad los asesinatos están motivados porque el impulso sexual masculino está fuera de control.

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Cartel de la película de Joe Dante

Es curiosa esta historia. En la vida real los seres humanos superan sus impulsos sexuales. El hombre «normal» no trata de tener relaciones sexuales con todas las mujeres por las que se sienta atraído. Y, sin embargo, en esta historia los hombres que se ven afectados atacan a casi todas las mujeres que ven. ¿Realmente la necesidad de matar es mucho más poderosa que el impulso de aparearse?

Se trata de una historia pavorosa en la que en realidad las víctimas no son simplemente las mujeres, sino al final toda la raza humana, sólo que la destrucción de las mujeres es abierta y violenta, mientras que la de los hombres vendrá después por eliminación natural. Que detrás de todo exista una especie alienígena que quiere apoderarse de la tierra no nos consuela nada.

The Screwfly Solution fue llevada a la pantalla como uno de los capítulos de la serie «Masters of Horror», con guion de Sam Hamm y dirigida por Joe Dante.

Y para finalizar este panorama de mundos sin mujeres una excelente novela recomendada. Aunque no es propiamente un mundo de sólo hombres se puede asimilar en sus orígenes. Se trata de «The Moon is a Harsh Mistress» (La luna es una cruel amante – 1966) una de las mejores novelas de Robert A. Heinlein.

Heinlein fue sin duda uno de los referentes más grandes de la ciencia ficción de la edad de oro. Habitualmente considerado de derechas y militarista (recuérdese por ejemplo «Cadete del Espacio»), en realidad es bastante contradictorio según épocas y temas. Desde luego en sus novelas lo fue en cuestiones de relaciones familiares y sexuales en las que incluso se podía considerar liberal radical.

Por ejemplo, en «Forastero en tierra extraña» planteó el tema del sexo grupal, cuestionando convenciones sexuales y religiosas. La novela causó controversia, pero más tarde tuvo un enorme éxito y fue un referente contracultural. En su relato corto «Todos ustedes, Zombis» plantea un incesto, debido a una paradoja temporal.

La escasez de mujeres es elemento consustancial a la Colonia Penal de La luna es una Cruel Amante. La proporción original de hombres y mujeres condenados era de diez varones a una mujer. Dos generaciones más tarde, el resultado social es que las mujeres ocupan u destacado papel social, tratadas con extremada cortesía e incluso reverenciadas, y con decenas de pretendientes cada una.

Las mujeres están completamente seguras en cualquier lugar de Luna, y los delitos sexuales y disputas domésticas son extremadamente raras. Lo habitual son los matrimonios grupales y la poliandria. Heinlein describe una curiosa forma de organización familiar adoptada por la población lunar: la de los matrimonios lineales. Se trata de una especie de matrimonios conformados por un número indeterminado de sujetos que establecen vínculos sentimentales y de cooperación entre ellos (los hijos son de todos, así como la propiedad), aunque legalmente cada miembro está casado con todos los demás.

The Moon is a Harsh Mistress

Aunque el argumento vaya de otra cosa (una revolución que se inspira en la Guerra de Independencia Americana) y nos vamos a encontrar aquí con el más puro Heinlein, ultraliberal e individualista que a veces no deja de contradecirse a si mismo, recomiendo su lectura[iii].

[i] Se puede leer la historia en español online aquí: http://www.vicmardi.com/suzdal/elcrimenylagloriadelcomandantesuzdal.pdf

[ii] Se puede ver la información sobre el corto aquí: http://www.vicmardi.com/suzdal/index.html

[iii] Dos reseñas sobre esta novela con ópticas diferentes se pueden encontrar en estos enlaces. En español y para nota.

http://www.fantasymundo.com/articulos/2804/luna_es_cruel_amante_%C2%A1he_aqu%C3%AD_cr%C3%B3nica_revoluci%C3%B3n_lunar_robert_heinlein

http://destripandoterrones.blogspot.com.es/2006/11/la-luna-es-una-cruel-amante-de-robert.html