Entre una gran expectación, la anunciada continuación de EL CUENTO DE LA CRIADA vio por fin la luz 35 años después, serie cinematográfica por medio. Una especie de vuelta a Gilead. El escenario es el mismo, pero en realidad todo ha cambiado. Explícitamente se presenta como un intento de dar respuesta a las muchas inquietudes que quedaron irresueltas al final de El Cuento de la Criada. Como escribe la misma Atwood en el capítulo de agradecimientos de la novela “treinta y cinco años dan para una larga combinación de respuestas posibles, y las respuestas han cambiado también, a medida que la sociedad lo hacía, y que las posibilidades se materializaban en realidades. Los ciudadanos de muchos países, incluido EE.UU., están sometidos ahora a más tensiones que hace tres décadas”. La frustración con la que ha sido recibida la novela por la mayoría de la crítica quizás no tenga suficientemente en cuenta esa aclaración de la autora.

Margaret Atwood, en la presentación mundial de ’Los testamentos’, en Londres
Margaret Atwood, en la presentación mundial de ’Los testamentos’, en Londres

Quince años después de los acontecimientos narrados en “El cuento de la criada”, el régimen teocrático de la República de Gilead se mantiene en pie, pero está empezando a mostrar signos de descomposición. La novela está narrada por tres voces femeninas diferentes. La primera es la terrible Tía Lydia de la primera novela, una de las mujeres más poderosas del sistema, que aquí está escribiendo sus memorias en la cuenta cómo llegó hasta aquí y como está conspirando para acabar con el régimen de terror. La segunda es Agnes, una joven que creció en Gilead y está siendo preparada (en ambos sentidos de la palabra) para casarse con un comandante. La tercera, Daisy, es una adolescente rebelde que vive en Canadá con dos personas que dirigen una tienda de segunda mano y que ella cree que son sus padres. Los caminos de las tres van a encontrarse inevitablemente y de su colaboración se producirá el resquebrajamiento del sistema corrupto

IMG_3905La comparación con El Cuento de la Criada era inevitable, pero en realidad no la tiene. Creo que los capítulos en los que la tía Lydia escribe sobre su arresto y su internamiento en un estadio deportivo se encuentran entre los más escalofriantes del libro, pero ninguna imagen podría ser tan poderosa como la violación ritual de la Criada Offred por el Comandante, mientras Offred descansa su cabeza en el regazo de su esposa.

El Cuento de la Criada se ha convertido en un clásico de la ciencia ficción distópica feminista. Quizás porque a través de la voz de Offred, en un ambiente opresivo y angustioso, comprendimos que, como escribe Atwood en la introducción a la edición de 2017 tras la elección de Trump, “no podemos depender del «esto no pude suceder aquí»” y que “cualquier cosa podría suceder en cualquier lugar, dadas las circunstancias”.

“Los Testamentos” es otra cosa. Quizás contenga el mensaje que no hay dictadura eterna y que todas ellas están condenadas al fracaso. También es posible que pretenda transmitir un mensaje de esperanza y un final feliz a quienes quedamos impactados hace tantos años.

Si no pretendemos compararla continuamente con su predecesora, si no la consideramos como “la continuación” (cosa bastante difícil, por cierto), si no buscamos la hondura de la novela primitiva, “Los Testamentos” es un buen relato lleno de suspense, casi en clave de thriller, que se lee de un tirón.

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