Desde luego no podía dejar de leer un libro de Stpehen King, aunque fuera en colaboración de su hijo Owen, calificado como una alegación por la igualdad de género. Como todas sus novelas, si a uno le gusta el maestro del terror, es absorbente. Lo que no cabe duda es que esta obra se enmarca en el loable activismo anti-Trump del autor:
“¿Es tal o cual tipo más gilipollas que Truman? Pocos podían comparársele, de hecho, hasta la fecha, oficialmente sólo daban la talla Donald Trump y los caníbales”, y en otro lugar, “aquellos individuos, por llamarlos de alguna forma, eran solo un hatajo de Trump… tramposos sin más objetivo de la evasión fiscal.”
La gente que seguimos al maestro del terror sabemos de sus incursiones en el género de la ciencia ficción y la distopía (por ejemplo, La larga marcha, Apocalipsis, El fugitivo o La cúpula). BELLAS DURMIENTES es sin duda una novela de ciencia ficción y, tal vez, estirando un poco los conceptos una novela a medias distópica a medias utópica.
La historia transcurre en el presente, todavía con Trump de presidente. De repente las mujeres cuando se quedan dormidas ya no vuelven en sí y generan una especie de capullo sedoso que las aísla del exterior. Además, si rompen el capullo que las envuelve para despertarlas, reaccionan con una violencia extrema, asesina.
Los hombres quedan así solos, tendrán que sobrevivir sin mujeres. En esos primeros días muchos son los que las echan en falta. Otros en cambio se preparan para quemar los capullos y que no despierten jamás. Aquí es donde me resulta difícil de calificar de distopía ese mundo de hombres solos, pues la violencia desatada, los disturbios y el descontrol se parece demasiado a lo que ocurre en el mundo todos los días y que reflejan perfectamente los noticiarios. Una de las mujeres se pregunta “¿habría disturbios en caso de que hubiera sido la otra mitad del género humano, la que se quedara dormida? Lo consideraba improbable”.
¿Y las mujeres? Pues durante el sueño aparecen en el mismo lugar, pero en un mundo exclusivamente femenino. Un mundo que pronto ellas comienzan a comparar con su vida anterior en un mundo de violencia de género y matrimonios insatisfactorios. Como dice en la novela “no es que las mujeres hayan conseguido una utopía. Lo que tienen es un punto de partida mejor y una buena oportunidad de terminar mejor”. Y muchas de ellas pronto empiezan a concluir que el origen de todos los problemas son los hombres: “no estaba en condiciones de afirmar que todos los hombres fueran iguales, pero la mayoría de ellos lo eran, porque los instintos formaban parte del lote, junto con el pene”.
Para muchas de ellas era “mucho mejor que el mundo dirigido por los hombres… Nadie las trataba como ciudadanas de segunda clase… Un mundo donde el talento de una niña podía crecer a la par que sus caderas y sus pechos”… “Son los hombres los causantes de todos los problemas. Son ellos quienes derraman sangre y envenenan la tierra. Estamos mejor aquí”.
Debo decir que esa es casi la impresión más destacable y desazonadora que me produce la novela. ¿Realmente es así? Porque si así fuera, si lo hombres lo lleváramos de serie, difícil sería avanzar en una sociedad igualitaria entre hombres y mujeres. Y no parece que la solución pudiera ser acabar de una u otra manera con la mitad de la especie humana.
Por seguir algo más el argumento, sin develar un desenlace que me ha dejado intranquilo, en este contexto, aparece una mujer, Evie, que resulta inmune a esta bendición o castigo del trastorno del sueño. ¿Se trata de una anomalía médica que hay que estudiar para que sirva para solucionar el problema y vuelvan las mujeres? O ¿es un demonio al que hay que liquidar?
Como es de esperar siendo cosa de King, la cosa se desarrolla en clave de suspense que engancha y elementos de ficción importante. Pero merece la pena leerla; contiene ciertamente -a mi modo de ver- un grito por la igualdad de género y obliga a replantearse muchas cosas sobre el papel de las mujeres en este mundo.