Pocos prestaron atención al mar de fondo que se desarrollaba subterráneamente… Pero ahí estaba el nuevo despertar del feminismo. Había empezado con “El segundo sexo” y a mediados de los años 60 irrumpe en EE.UU. un nuevo feminismo que iba más allá de las reivindicaciones sufragistas anteriores y que continuaría con fuerza hasta la década de los 80, con el estallido del neoliberalismo y la llegada al poder en Estados Unidos y Gran Bretaña de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.
Hasta ese momento la CF es un género dominado tan sólo por hombres y destinado al público masculino, en el que apenas se podían encontrar algunos nombres femeninos (recordemos por ejemplo a Leigth Brackett y Catherin CL Moore -que tiene en su haber uno de los personajes más abiertamente machistas de la CF, Northwest Smith-)
Pero entonces, casi de repente, la irrupción masiva de escritoras cambió radicalmente las claves de la Ciencia Ficción y los tópicos del género. Donde antes todos los protagonistas eran hombres muy hombres y la mujer era un florero necesario de la trama, ellas llenan ahora sus obras de protagonistas femeninas. Donde antes el futuro imaginado estaba lleno de amas de casa y mujeres necesitadas de protección, ellas, comienzan a abordar la relación entre los sexos y en rol de los géneros en complejas sociedades imaginadas. Donde antes sólo encontrábamos aventuras espaciales y especulaciones científico-tecnológicas cuyo impacto social pocas veces se exploraba, ahora, ellas escriben también sobre ciencias culturales o sociales, aportan sentimiento, profundidad en los personajes, preocupación por las relaciones interpersonales… que hoy son ya lugar común.
Y es que, como explicaron Jen Green y Sarah Lefanu en la introducción a su selección de relatos “Desde las fronteras de la mente femenina”, “es indudable que como género la CF constituye el ámbito ideal para verter las visiones especulativas del futuro, así como para analizar y explorar toda una serie de posibilidades políticas y personales; proporciona además la oportunidad de imaginar a la mujer fuera de una cultura patriarcal, pudiéndose así determinar y cuestionar los componentes de esta. La CF nos permite ver más allá de los restringidos papeles preceptuados para las mujeres, concediéndonos la oportunidad de describir tanto nuestros sueños como nuestras pesadillas”.
Sin duda es Úrsula K. Le Guin la más destacada representante de esa primera ola de autoras en la ciencia ficción. Ella irrumpió en la literatura fantástica y de CF, coto exclusivo de escritores varones y provocó una revolución. Así de sencillo. No sólo tomó por asalto un club de hombres sino que expandió las fronteras de la literatura de CF y fantasía épica hasta convertirse en una figura central del género.
La propia Úrsula lo explicaba de esta forma: A mediados de los años 60, el movimiento feminista estaba comenzando a entrar nuevamente en acción, después de un intervalo de inactividad de cincuenta años. Yo lo sentí, pero no supe que sería un mar de fondo.
A lo largo de 1967 comencé a sentir una cierta inquietud, una necesidad de avanzar un poco más lejos, quizá por mis propios medios. Empecé a querer definir y entender el significado de la sexualidad y la definición sexual, tanto en mi vida como en nuestra sociedad. Mucho se había juntado en el inconsciente -tanto personal como colectivo- y debía ser sacado a la conciencia o de otro modo se tornaría en algo destructivo. Creo que fue esa misma necesidad la que condujo a Beauvoir a escribir El segundo sexo y a Friedan La Mística femenina. Pero yo no era una teórica, una pensadora política o activista o una socióloga. Era y soy una escritora de ficción”
Joanna Russ, otra de las protagonistas de aquella época de irrupción de las mujeres en la CF, explicaba así como lo había vivido: Mucho antes de convertirme en feminista de forma explícita, había dejado de escribir historias de amor en las que las mujeres llevaban las de perder e historias de aventuras protagonizadas por hombres que siempre salían victoriosos, para escribir novelas de aventuras protagonizadas por una mujer en las cuales vencía la mujer. Fue sin duda una de las tareas más arduas que he acometido en mi vida…
Muchas de estas autoras descubrieron la ciencia ficción como un espacio donde especular y trascender la discriminación y opresión que sufren las mujeres. Suzy McKee Charnas, autora de una de los distopías femeninas más sombrías, lo explicaba de esta forma, “Las realidades de la mujer están aun altamente ceñidas por diferentes maneras de opresión. Un lugar donde nosotras podemos imaginar nuevas fuerzas, logros y maneras de ser, es el de la fantasía, donde podemos abordar nuestras limitaciones presentes de manera que nos ayude a apuntar fuera y más allá de ellas”.
La irrupción del feminismo supuso un proceso de ruptura personal no pocas veces doloroso. Así lo explica otra de las autoras imprescindibles del género, Marion Zimmer Bradley, “Yo vivía en Texas, era pobre, pero privilegiada. Era blanca, blanca-anglosajona-protestante, y tenía prohibido por un millón de tabúes invisibles advertir la existencia de los integrantes de las hordas de negros y braceros que se movían lentamente entre las hileras de las plantaciones de algodón, arrastrando sacos, y mucho más prohibido hablar con ellos.
De esta visión social extrañamente abortiva surgió mi primera novela larga (Seven From the Star) sobre la tripulación de una nave espacial que se estrella y cuyos miembros se ocultan entre obreros emigrantes.
“Tu perteneces a ese mundo exterior, no a éste… Tú sabes que una vez recordaste algo distinto de esto… Esto era lo que había estado buscando desde que empecé a leer ciencia ficción. La conciencia de que, sí, yo era distinta… y era correcto el ser distinta. En mi interior había tenido siempre conciencia de alienación, de diferencia.
Yo sabía en mi interior que el mundo no era el aburrimiento frío, limpio y vulgar que padres, profesores y tías solteras intentaban explicarme que era. Sabía, con una convicción obsesiva, que en la vida había algo más que las cosas que se suponía podía desear una campesina pobre: un vestido nuevo, una cita para el sábado por la noche, una buena educación, un buen trabajo y marido e hijos algún día. Lo que yo quería era magia. Decían que no existía fuera de mis libros de hadas. Pero yo sabía que no podría vivir sin ella ¡Y si no existía, tendría que inventarla! (…)
Las mujeres han sido las destinatarias de los sueños: Escucha: hay un universo infernalmente bueno en la próxima puerta; vamos…”
Marion Zimmer Bradley, Joanna Russ, Ursula K. Le Guin, Vonda McIntyre, Suzy McKee Charnas, Octavia Butler, Suzette Haden Elgin, Naomí Mitchison, Andre Norton, Kate Wilhem, Alice Sheldon, Anne MacCaffrey… son solo algunos de los nombres que cambiaron e innovaron la Ciencia Ficción, en muchos casos de forma abiertamente feminista. Tendremos ocasión en este blog de referirnos a muchas de ellas.