Somos conscientes de que esta adenda es casi solo para frikis. Y que es un tocho. Pero también refleja un trabajo ingente. Esperamos que pueda ser de interés para quienes investigan o desean conocer más sobre la ciencia ficción feminista, y en particular, sobre aquellas obras que abordan la cuestión troncal de la maternidad.
Hablamos de casi un siglo y medio de historia. La producción literaria de ciencia ficción es tan vasta que no cabría en ninguna adenda, si acaso en una enciclopedia. Pero esta selección se limita tan sólo a aquellas obras cuyo universo gira en torno a la maternidad o la aborda de forma especulativa. Y, claro está, solo a aquellas a las que este modesto autor ha tenido acceso en sus lecturas e investigaciones.
Pese a esta limitación autoimpuesta, el número de obras supera con creces lo que cabe en una sola entrada de este blog. Por ello, hemos optado por dividir el contenido en dos partes: una dedicada a las obras del siglo XIX y XX —que reúne 6 obras del siglo XIX y 52 del siglo XX— y otra que recoge la eclosión del siglo XXI, con un corpus igualmente significativo.
Esta selección —diversa en estilos, épocas, geografías y enfoques— no pretende ser exhaustiva (ni puede serlo), pero sí significativa: un archivo temático que permite rastrear cómo se representa, se problematiza o se reimagina la maternidad a lo largo de estos siglos.
Una cuestión particular de esta recopilación de obras especulativas sobre la maternidad se refiere a aquellas que imaginan sociedades exclusivamente femeninas, pero en las cuales la maternidad no aparece como eje explícito, aunque su presencia es implícita y estructural. La reproducción —ya sea por partenogénesis, ingeniería genética o técnicas simbióticas— se da por sentada, sin necesidad de justificar su viabilidad. Esta normalización permite desplazar el foco hacia el deseo, el cuidado, la organización social y la resistencia. Su invisibilidad narrativa es, en sí misma, una forma de especulación: ¿Qué ocurre cuando la maternidad deja de ser conflicto? He ahí porqué las hemos incluido
Cada obra va acompañada de un breve comentario crítico que señala su aportación específica al debate. El listado sigue un orden cronológico de publicación. Los títulos en español indican que la obra ha sido traducida o publicada en esa lengua.
Este corpus funciona como espejo de las tensiones que han existido y existen en torno a la maternidad, pero también como semillero de futuros posibles: un archivo crítico para pensar el cuidado, el cuerpo y la disidencia.
Que ustedes lo disfruten —en sus dos partes.
Siglo XIX

Mary E. Bradley Lane — Mizora (1880)
Mizora es una utopía feminista de 1880 que imagina una sociedad exclusivamente femenina, avanzada en ciencia y tecnología, donde la maternidad está regulada por criterios eugenésicos. Solo las mujeres más inteligentes y virtuosas pueden reproducirse, y la crianza se institucionaliza como medio de perfección racial. La maternidad se desvincula del deseo y el afecto, convirtiéndose en una función meritocrática y controlada por el Estado. Aunque la novela critica el atraso de su época, también anticipa debates sobre biopolítica y control reproductivo. La maternidad se emancipa del patriarcado, pero a costa de una racionalización extrema del cuerpo femenino.

Anna Bowman Dodd — The Republic of the Future (1887)
Es una distopía satírica, traída aquí como contrapunto, que ridiculiza la emancipación femenina y los ideales igualitarios. En una Nueva York socialista del año 2050, la maternidad ha sido estatalizada, desprovista de afecto y vínculo personal. Hombres y mujeres son indistinguibles, y la crianza se tecnifica bajo una lógica de eficiencia. Dodd presenta esta sociedad como deshumanizada, donde la igualdad ha borrado el amor, la diferencia y la jerarquía. La figura materna desaparece como sujeto emocional y ético, convertida en engranaje funcional. Es una advertencia reaccionaria basada en los miedos a la emancipación femenina.

Elizabeth Burgoyne Corbett — Nueva Amazonia ( 1889)
En Nueva Amazonia, Corbett presenta una utopía feminista fundada en Irlanda tras el colapso del patriarcado británico. Las mujeres gobiernan, pero los oriundos son marginados. La maternidad, lejos de ser sentimental, se convierte en función cívica al servicio del Estado. Las mujeres son educadas como ciudadanas racionales, y la maternidad se estructura como tarea nacional, compatible con trabajo y política. Corbett no idealiza el rol materno: lo redefine como herramienta de ingeniería social. Su visión, entre feminismo y nacionalismo, sitúa la maternidad en el centro del proyecto utópico, subordinada a una nación regenerada.

Edward Bellamy — El año 2000 (1888) // William Morris — Noticias de ninguna parte (1890)
Las utopías socialistas del siglo XIX, como Looking Backward de Edward Bellamy y News from Nowhere de William Morris, imaginaron sociedades sin clases ni propiedad, pero sin cuestionar el lugar de la mujer. En estos mundos igualitarios, las mujeres no son sujetos políticos: son figuras decorativas, sentimentales o reproductivas. La maternidad aparece como función naturalizada, sin conflicto ni agencia. En Morris, las mujeres son “vientres parlantes”, parte del paisaje pastoral. En Bellamy, la crítica al capitalismo no incluye reflexión sobre género. Frente a estas visiones, las utopías feministas del mismo siglo reconfiguran el proyecto utópico desde la experiencia femenina. La maternidad se convierte en posibilidad, no en destino; en espacio de autonomía, no de subordinación. Así, mientras el socialismo utópico borra a las mujeres, el feminismo utópico las convierte en arquitectas del futuro.

Alice Ilgenfritz Jones y Ella Merchant — Unveiling a Parallel (1893)
Unveiling a Parallel imagina una sociedad marciana donde las mujeres han alcanzado la igualdad plena sin renunciar a la maternidad ni a su subjetividad. A diferencia de Mizora, la maternidad no se racionaliza ni se somete a criterios eugenésicos, sino que se vive como una elección libre, ética y compartida. Las protagonistas son madres, profesionales y ciudadanas activas, sin que la maternidad las excluya del espacio público. Jones y Merchant no idealizan ni estigmatizan la experiencia materna: la presentan como compatible con el desarrollo personal y profesional. Esta utopía anticipa debates actuales sobre conciliación, deseo materno y diversidad familiar.
SIGLO XX

Charlotte Perkins Gilman — Herland (1915)
Aunque escrita en el siglo XX, pertenece plenamente al imaginario utópico del XIX. Herland, de Charlotte Perkins Gilman, imagina una sociedad exclusivamente femenina donde la maternidad, organizada por partenogénesis, es el eje ético y racional de la civilización. Lejos de ser una carga, se convierte en una práctica colectiva, intelectual y comunitaria. Las mujeres crían juntas, como educadoras y científicas, orientadas al bien común. Sin embargo, la ausencia de sexualidad plantea tensiones: ¿puede haber emancipación sin deseo? Aunque Gilman elimina el patriarcado, también borra el placer. Herland anticipa debates sobre maternidad como construcción cultural, crianza compartida y el cuerpo femenino como territorio político.

Lilith Lorraine — Into the 28th Century (1929)
Publicado en el número de invierno de 1930 de Science Wonder Quarterly, el relato breve Into the 28th Century de Lilith Lorraine imagina un futuro tecnocrático con igualdad de género, donde la reproducción artificial forma parte del progreso científico. Aunque la maternidad no es el eje central, su mención anticipa debates sobre eugenesia, control biológico y autonomía reproductiva. Lorraine, una de las pocas autoras activas en un género cada vez más masculinizado, introduce una sensibilidad feminista que desafía los límites de la especulación científica de su época. Su visión proyecta una maternidad desvinculada del cuerpo, pero cargada de implicaciones éticas y sociales.

Aldous Huxley — Un mundo feliz (1932)
En Un mundo feliz, la maternidad natural ha sido abolida y sustituida por ingeniería genética y gestación artificial en incubadoras. Ser madre es considerado obsceno, primitivo, incluso grotesco. Los cuerpos gestantes han sido eliminados del proceso reproductivo, y los vínculos afectivos borrados mediante condicionamiento social. La crianza es tarea del Estado, que programa biológicamente a los individuos según su función social. Huxley anticipa una distopía donde la maternidad ya no es experiencia ni vínculo, sino residuo arcaico. La novela denuncia el control total del cuerpo femenino y la deshumanización de la reproducción, convertida en técnica sin deseo, sin ética, sin conflicto

Katharine Burdekin — La noche de la Swastika (1937)
La noche de la Swástica presenta una distopía feminista ambientada en una Alemania fascista que ha perdurado durante siglos. En este régimen totalitario, las mujeres son reducidas a objetos reproductivos, privadas de derechos y confinadas en campos de cría. La maternidad no es elección ni vínculo, sino imposición violenta y deshumanizada. La novela denuncia cómo el control sobre la reproducción es central en los sistemas autoritarios, anticipando elementos que Orwell desarrollaría en 1984, aunque sin atender la situación de las mujeres. Aquí, la maternidad se convierte en símbolo del sometimiento absoluto, y su instrumentalización revela la lógica patriarcal del poder fascista.

Judith Merrill — Sólo una madre (1948)
Publicado en Astounding Science Fiction, “That Only a Mother” es un relato pionero que introduce la perspectiva feminista en la ciencia ficción. Ambientado en un mundo postnuclear, narra la historia de una madre que cuida a su hija mutante, enfrentando el horror tecnológico con afecto y negación. La maternidad se presenta como vínculo emocional, pero también como resistencia política frente a la deshumanización. Merril plantea dilemas éticos sobre el amor, la normalidad y el deseo de proteger, mostrando cómo el cuidado puede convertirse en acto subversivo.
Una obra pionera que explora la maternidad postnuclear, el autoengaño afectivo y la negación como mecanismo de supervivencia emocional.

Margaret St. Clair — Las muñecas de Vulcano (1952)
En este relato de St. Claire, publicado en Startling Stories en febrero de 1952, una mujer descubre que su hijo ha sido reemplazado por una réplica mecánica. La maternidad, en este relato, se convierte en paranoia, pérdida y alienación. El vínculo afectivo es sustituido por un simulacro sin alma, y el cuerpo materno queda atrapado entre el amor y la sospecha. La historia anticipa el miedo a la deshumanización tecnológica, donde la crianza ya no es experiencia compartida, sino ilusión programada. La figura de la madre, lejos de ser idealizada, encarna la angustia de un mundo donde lo humano se vuelve indistinguible de lo artificial. La maternidad, aquí, es duelo, no vínculo.

Margaret St. Clair — Short in the Chest (1954)
Publicado en Fantastic Universe en julio de 1954, “Short in the Chest” presenta una sociedad donde los niños nacen con deformidades físicas, y la maternidad se vive como angustia, alienación y dolor. El relato sugiere una crítica a la eugenesia y a la maternidad forzada, en un contexto de control biopolítico que deshumaniza tanto a madres como a hijos. El cuerpo materno se convierte en espacio de conflicto entre lo biológico y lo normativo, entre el deseo de cuidar y el mandato de rechazar. St. Clair expone con crudeza cómo la maternidad puede ser atravesada por el miedo, la culpa y la presión social, revelando su dimensión política y emocional en tiempos de mutación y vigilancia.

Alice Eleanor Jones — Created He Them (1955)
Publicado en The Magazine of Fantasy and Science Fiction en junio de 1955, “Created He Them” presenta una distopía postnuclear donde la maternidad es una carga impuesta por el Estado. La protagonista, atrapada entre el deber y la desesperación, vive en un entorno donde el cuerpo femenino es instrumentalizado como recurso reproductivo. El relato critica la maternidad como obligación social y refleja, de forma pionera, el vínculo entre reproducción y activismo pacifista. Jones muestra cómo el cuidado puede convertirse en resistencia silenciosa, y cómo la maternidad, lejos de ser idealizada, se convierte en espacio de dolor, vigilancia y conflicto ético

Isaac Asimov — Los hijos de la máquina (1961)
Incluido en la colección Yo, Robot, este relato plantea una visión radical de la maternidad en clave tecnocientífica. En un mundo gobernado por la lógica computacional, los vínculos afectivos han sido reemplazados por algoritmos de crianza. La maternidad se convierte en un proceso simulado, donde las máquinas cuidan, educan y protegen a los humanos como si fueran sus progenitores, pero sin emociones ni instinto.
Una obra pionera en imaginar la crianza artificial y la maternidad algorítmica, anticipando debates sobre inteligencia artificial y afecto simulado

Monique Wittig — Les Guérillères (1969)
Esta novela en prosa poética presenta una comunidad de mujeres guerreras que se rebelan contra el sistema patriarcal. A través de una estructura fragmentaria y simbólica, la autora imagina una sociedad post-patriarcal donde las mujeres han vencido en una guerra de sexos y fundan un nuevo orden. La maternidad aparece como parte de una reinvención radical del cuerpo femenino, del lenguaje y de las relaciones sociales, despojadas de la lógica reproductiva tradicional.

Ursula K. Le Guin — La mano izquierda de la oscuridad (1969)
En el planeta Gethen, los seres humanos poseen un género fluido: pueden ser tanto madre como padre, dependiendo del momento biológico. Esta condición disuelve las categorías sexuales tradicionales y convierte la maternidad en una posibilidad compartida, no exclusiva. Le Guin explora cómo esta estructura afecta la política, la intimidad y la empatía, desafiando las nociones binarias de género. La maternidad deja de ser función biológica fija y se convierte en experiencia relacional, abierta y transformadora. Una obra fundacional en la ciencia ficción feminista, que reformula la maternidad desde la ambigüedad corporal y afectiva.

Forrest J. Ackerman — The Radclyffe Effect (1969)
The Radclyffe Effect (Mundo de soledad) recrea un mundo exclusivamente femenino tras la desaparición repentina de los hombres. Considerado uno de los primeros relatos de ciencia ficción lésbica, explora el desconcierto, la reorganización social y los vínculos afectivos entre mujeres. Aunque la maternidad no es el eje central, la reproducción sin hombres se da por sentada, como parte de una nueva normalidad. Ackerman, desde una posición aliada, propone una sociedad donde el deseo y la continuidad no giran en torno a lo masculino. El relato es pionero en imaginar maternidades queer y mundos sin patriarcado.

Max Ehrlich — Edicto siglo XXI (1971)
En un futuro distópico marcado por la superpoblación, una cumbre internacional decreta la prohibición de tener hijos durante treinta años. La maternidad se convierte en crimen, y quienes gestan son condenados a muerte. Ehrlich presenta una narrativa donde el instinto maternal se impone a la ley, reafirmando el modelo tradicional de familia heterosexual. La obra transmite un mensaje antifeminista y reaccionario, en el que la maternidad es vista como destino biológico inevitable: Un alegato contra la planificación familiar, que representa la maternidad como resistencia natural frente al control estatal y los cambios sociales impulsados por el feminismo.

Ira Levin — Las mujeres perfectas (1972)
Publicada en 1972, Las mujeres perfectas de Ira Levin es una distopía doméstica que funciona como crítica feroz a la domesticación de las mujeres en la sociedad suburbana estadounidense. En la idílica comunidad de Stepford, las esposas son reemplazadas por autómatas diseñados para ser sumisas, bellas y maternales, borrando toda subjetividad, deseo y agencia. La maternidad se convierte en una función programada, sin afecto ni voluntad, reducida a una tarea mecánica al servicio del confort masculino. Levin denuncia la fantasía patriarcal de control absoluto sobre el cuerpo y la mente femeninos, anticipando debates feministas sobre la robotización de los roles de género.

Joanna Russ — Cuando todo cambió (1972)
Es un relato breve pero fundamental de la ciencia ficción feminista. Ambientado en Whileaway, un planeta habitado solo por mujeres desde hace siglos, la maternidad se vive como experiencia colectiva, no biológica ni jerárquica. Janet, la narradora, tiene tres hijas junto a su esposa Kate, en una sociedad donde el amor, el deseo y la crianza se dan entre mujeres. La llegada de astronautas varones desencadena una tensión cultural y política: los hombres no comprenden la autonomía femenina ni la maternidad sin ellos. Russ plantea una maternidad queer, elegida y autosuficiente.

James Tiptree Jr. — La chica que estaba conectada (1973)
La muchacha que estaba conectada de James Tiptree Jr. es un relato inquietante sobre identidad, cuerpo y simulacro. En un futuro dominado por el espectáculo, una joven marginada controla remotamente el cuerpo perfecto de una celebridad artificial. La maternidad es imposible: el cuerpo gestante ha sido sustituido por una interfaz tecnológica, borrando toda capacidad reproductiva. El relato denuncia la mercantilización del cuerpo femenino y la disociación entre subjetividad y apariencia. La protagonista, atrapada entre deseo y programación, encarna una maternidad negada, donde el vínculo afectivo es reemplazado por control remoto y el cuerpo se convierte en avatar publicitario.

Ursula K. Le Guin — Los desposeídos (1974)
Los desposeídos de Ursula K. Le Guin es una de las obras más influyentes de la ciencia ficción del siglo XX. En uno de los mundos donde se desarrolla la trama, Anarres, existe una sociedad anarquista y colectivista, la maternidad se desvincula de la propiedad, el sacrificio y la estructura familiar tradicional. La crianza se realiza en comunidad, sin jerarquías ni roles fijos, y los vínculos afectivos se basan en la cooperación y el respeto mutuo. Le Guin propone un modelo de parentalidad horizontal y no posesiva, donde el cuerpo materno no es territorio de control ni mandato, sino parte de una red de cuidados compartidos. La maternidad, aquí, es experiencia libre, ética y relacional.

Joanna Russ — El hombre hembra (1975)
Publicada en 1975, The Female Man de Joanna Russ es una obra clave de la ciencia ficción feminista. Presenta cuatro versiones de una misma mujer en universos paralelos, cada uno con un modelo distinto de género, sexualidad y maternidad. En Whileaway, sociedad utópica sin hombres, las mujeres se reproducen por fusión genética de óvulos y crían en comunidad, desmantelando el modelo familiar patriarcal. En otros mundos, la maternidad está ausente, negada o instrumentalizada. Russ confronta los mandatos de género y cuestiona la maternidad como destino biológico. La novela propone una mirada fragmentada y radical sobre lo femenino, donde la maternidad es posibilidad, conflicto o subversión.

Marge Piercy — Mujer al borde el tiempo (1976)
Marge Piercy imagina una sociedad futura igualitaria donde los bebés se gestan en úteros artificiales y son criados por tríadas sin distinción de género. La maternidad, disuelta como rol biológico, se convierte en práctica social compartida, libre de jerarquías y posesión. Piercy contrapone este modelo utópico con la experiencia de Connie, una mujer del presente institucionalizada por desafiar los mandatos patriarcales. La novela propone una maternidad sin cuerpo, sin mandato, pero con afecto y responsabilidad colectiva. Es una crítica radical al control sobre el cuerpo femenino y una apuesta por la crianza como acto político. Otra obra imprescindible de la ciencia ficción feminista.

James Tiptree Jr. — Houston, Houston, me recibe? (1976)
Houston, Houston, Do You Read? de James Tiptree Jr. imagina un mundo post-apocalíptico habitado solo por mujeres, donde la reproducción se realiza por clonación. La maternidad, desvinculada del cuerpo y del deseo masculino, se convierte en acto técnico y político, orientado al sostenimiento ético de la comunidad. El relato confronta a tres astronautas varones con una sociedad sin violencia, sin jerarquías de género y sin familia tradicional. Tiptree explora el extrañamiento masculino ante una maternidad sin posesión ni subordinación, y plantea una crítica radical al patriarcado desde la perspectiva de una reproducción autónoma, cooperativa sin necesidad de actividad sexual.

Angela Carter — La pasión de la nueva Eva (1977)
La pasión de la nueva Eva una alegoría radical sobre género, cuerpo y poder. El protagonista masculino es forzado a transitar una feminización violenta, que culmina en la gestación de un hijo. La maternidad, aquí, se subvierte desde el cuerpo transfigurado: no es vínculo ni deseo, sino imposición simbólica. Carter explora la maternidad como territorio de violencia, transformación y crítica al esencialismo biológico. La novela desmantela los binarismos de género y plantea una maternidad monstruosa, artificial y política, donde el cuerpo gestante se convierte en campo de batalla ideológico y narrativo.

Gerd Brantenberg — Hijas de Egalia (1977)
Hijas de Egalia es una sátira feminista que invierte los roles de género para revelar su arbitrariedad. En Egalia, las mujeres ostentan el poder y los hombres son los gestantes, sometidos a normas que ridiculizan la masculinidad tradicional. La maternidad, aquí, se convierte en herramienta de crítica estructural: al asignarla a los hombres, Brantenberg desmonta el binarismo sexual y expone la construcción social del cuerpo reproductivo. Con humor y agudeza, la novela cuestiona la jerarquía de género, la familia patriarcal y la naturalización de los roles maternos, proponiendo una mirada lúdica y subversiva sobre la maternidad.

Sally Miller Gearhart — The Wanderground (1978)
The Wanderground imagina una sociedad separatista donde las mujeres han huido de las ciudades dominadas por hombres para vivir en comunidades rurales, libres y solidarias. La maternidad se convierte en acto de resistencia y transmisión cultural, desvinculada del mandato biológico y del control masculino. Las mujeres se reproducen por fusión ovular y crían en comunidad, en armonía con la naturaleza y con vínculos afectivos no jerárquicos. Gearhart propone una maternidad ética, espiritual y colectiva, donde el cuerpo femenino deja de ser territorio de opresión para convertirse en fuente de poder, memoria y transformación.

Suzy McKee Charnas — Motherlines (1978)
Charnas imagina una cultura separatista de mujeres nómadas que viven al margen de la civilización patriarcal. En esta sociedad, la reproducción se realiza por partenogénesis, sin intervención masculina ni estructuras familiares tradicionales. La maternidad es autónoma, ritualizada y profundamente comunitaria: no hay propiedad sobre los hijos, sino una red de vínculos afectivos y responsabilidades compartidas. Charnas propone una maternidad desligada del mandato biológico y del control institucional, como acto de continuidad cultural y resistencia política. La novela forma parte de un ciclo más amplio (Holdfast Chronicles) que explora la reconstrucción del mundo desde la experiencia femenina.

Vonda McIntyre — Serpiente del sueño (1978)
Serpiente del sueño presenta a Snake, una sanadora que recorre un mundo postapocalíptico acompañada por serpientes modificadas genéticamente. Aunque su labor está centrada en el cuidado y la sanación, su relación con la maternidad es ambigua: el cuerpo femenino aparece como espacio de afecto, contacto y responsabilidad, pero no de reproducción. La novela explora vínculos no normativos, maternidades simbólicas y formas alternativas de cuidado. McIntyre subvierte el mandato biológico y propone una ética del cuerpo centrada en la empatía, la autonomía y la conexión con lo viviente, más allá de la maternidad tradicional. Una obra que no ha que dejar de leer.

Donna J. Young — Retreat: As It Was! (1979)
En Retreat: As It Was! Young imagina una comunidad de mujeres que se retiran del mundo patriarcal para reconstruir sus vínculos desde la autonomía, la espiritualidad y la conexión con la tierra. La maternidad se reinventa como acto de sanación, ritual y resistencia, desvinculada del mandato biológico y del control masculino. La gestación se convierte en experiencia simbólica, profundamente ligada al entorno natural y a la transmisión cultural. Young propone una maternidad alternativa, vivida como vínculo político y espiritual, donde el cuerpo femenino es fuente de poder, memoria y transformación colectiva.

Jayge Carr — Leviathan’s Deep (1979)
Carr imagina una sociedad acuática matriarcal donde las mujeres son más fuertes, longevas e inteligentes que los hombres, quienes viven en subordinación. La maternidad aparece como función biológica regulada por jerarquías de género, en una cultura donde la reproducción está marcada por el control femenino. Carr plantea una inversión del patriarcado, pero basada en diferencias anatómicas, lo que ha generado críticas por naturalizar el poder. La novela explora la maternidad como continuidad cultural y como instrumento de dominación, en un mundo donde el cuerpo femenino es fuente de autoridad y estructura social.

Katherine V. Forrest — Daughters of a Coral Dawn (1984)
Forrest imagina una sociedad exclusivamente femenina en el planeta Maternas, fundada por mujeres que huyen de una dictadura patriarcal en la Tierra. La maternidad se vive como posibilidad colectiva, desvinculada del mandato biológico y del control masculino. La reproducción ocurre sin hombres, en un entorno donde el deseo lésbico y el vínculo afectivo son centrales. La novela plantea dilemas éticos sobre la protección de la utopía frente a la llegada de outsiders, y propone una maternidad especulativa vivida entre autonomía, comunidad y sensibilidad emocional. Es una obra clave del feminismo lésbico.

Octavia Butler — Hija de sangre (1984)
Publicada en 1984, originalmente como Bloodchild, este relato de Octavia E. Butler es una inquietante exploración del cuerpo, el poder y la maternidad invertida. En un mundo donde los humanos viven bajo el dominio de una especie alienígena, los varones humanos son seleccionados como huéspedes para gestar las crías de sus protectoras extraterrestres. La maternidad se convierte en experiencia masculina, vivida desde la vulnerabilidad, el sacrificio y el conflicto ético. Butler subvierte el mandato reproductivo y plantea una maternidad compartida, negociada y profundamente ambigua. El relato cuestiona la autonomía corporal, el consentimiento y la simetría en las relaciones de cuidado, en una alegoría poderosa sobre género y poder.

Margaret Atwood — El cuento de la criada (1985)
El cuento de la criada es una obra seminal de la literatura distópica feminista. Ambientada en la teocracia totalitaria de Gilead, las mujeres fértiles son forzadas a gestar para las élites, reducidas a “vientres” al servicio del Estado. La maternidad se convierte en instrumento de opresión, vigilada y ritualizada, pero también en símbolo de resistencia silenciosa. Atwood explora el control biopolítico del cuerpo femenino, el trauma reproductivo y la pérdida de identidad. Su impacto ha trascendido la ficción, convirtiéndose en emblema de movimientos feministas contemporáneos y en referencia obligada para pensar maternidad, poder y disidencia.

Caroline Forbes — London Fields (1985)
London Fields es un relato publicado como parte de la antología The Needle on Full: Lesbian Feminist Science Fiction. Se desarrolla en una sociedad postapocalíptica donde una mutación genética ha diezmado drásticamente a la población masculina. Las mujeres, refugiadas en un Londres en ruinas, reconstruyen sus vidas mediante agricultura, reparación y comunidad. Aunque la maternidad no se menciona directamente, el relato sugiere una reorganización afectiva y reproductiva basada en el cuidado mutuo y la resistencia. La violencia masculina reaparece como amenaza estructural, y la respuesta femenina es lucha, memoria y solidaridad. Forbes plantea una maternidad especulativa implícita, vivida desde la reconstrucción social y el vínculo entre mujeres en un mundo que exige nuevas formas de continuidad.

Pamela Sargent — The Shore of Women (1986)
The Shore of Women imagina un futuro postapocalíptico donde las mujeres han construido una civilización avanzada y pacífica, mientras los hombres viven aislados en comunidades primitivas. La reproducción se controla mediante tecnología, y los vínculos afectivos entre géneros están prohibidos. La maternidad, aunque poderosa, se convierte en herramienta de exclusión y control: las mujeres gestan por elección, pero los hombres son excluidos del proceso y del vínculo. Sargent plantea una maternidad tecnificada, autónoma y politizada, que refleja tanto el deseo de emancipación como los riesgos de una sociedad construida sobre la separación radical de los sexos. Otro clásico

Merril Mushroom — Daughters of Khaton (1987)
Mushroom imagina una utopía separatista habitada exclusivamente por mujeres, en equilibrio con la naturaleza y el deseo. La llegada de una nave terrana compuesta por hombres misóginos desencadena una confrontación brutal, marcada por la violencia sexual y la amenaza cultural. Aunque la maternidad no se aborda directamente, la autonomía reproductiva se sugiere como parte del orden social. Mushroom articula una defensa radical del espacio femenino, con sensibilidad queer y lírica especulativa. El relato denuncia la invasión patriarcal y propone una maternidad implícita vivida desde la comunidad, el deseo y la resistencia.

Octavia Butler — Trilogía Xenogenesis (1987–1989)
Publicada entre 1987 y 1989, la trilogía Xenogenesis (que también se suele conocer como La estirpe de Lilith) —compuesta por Amanecer, Ritos de madurez e Imago— imagina un futuro en el que los humanos, tras una catástrofe global, son rescatados por una especie alienígena que propone una reproducción híbrida. La maternidad se convierte en negociación genética, ética y afectiva: los cuerpos humanos y extraterrestres se entrelazan en procesos de gestación compartida. Butler cuestiona la pureza biológica, el consentimiento y la identidad, y plantea una maternidad transespecie que desestabiliza el género, y el propio concepto de humana. Es una obra imprescindible capaz de reimaginar el cuerpo como espacio de transformación y alianza interespecies.

Sheri S. Tepper — La puerta al país de las mujeres (1988)
La puerta al país de las mujeres es una novela compleja, profundamente política y muy influyente en la ciencia ficción feminista. Tepper imagina una sociedad postapocalíptica donde las mujeres gobiernan ciudades pacíficas y los hombres viven en campamentos guerreros. La reproducción está controlada por las mujeres, que seleccionan genéticamente a los padres en secreto, como parte de un proyecto de ingeniería social. La maternidad se convierte en estrategia política, orientada a moldear una humanidad menos violenta. Tepper plantea una maternidad manipulada, pero también consciente, que cuestiona el legado patriarcal y propone una utopía ambigua y con muchas contradicciones

Daína Chaviano — Fábulas de una abuela extraterrestre (1988)
Fábulas de una abuela extraterrestre de Daína Chaviano es una una obra clave dentro de la ciencia ficción latinoamericana. Es una novela híbrida que mezcla ciencia ficción, mitología, erotismo y espiritualidad. A través de una estructura fragmentada y coral, la obra explora la transmisión de saberes entre generaciones femeninas, donde la figura de la abuela funciona como mediadora entre mundos. La maternidad aparece como vínculo simbólico, más que biológico: un espacio de memoria, poder narrativo y conexión cósmica. Chaviano reimagina la maternidad como legado cultural y espiritual, en una trama que entrelaza lo humano y lo extraterrestre, lo íntimo y lo universal, desde una sensibilidad profundamente femenina.

Joan Slonczewski — A Door Into Ocean (1989)
El planeta Shora está habitado exclusivamente por mujeres que viven en armonía ecológica y se reproducen por partenogénesis. La maternidad no es biológica ni jerárquica, sino parte de una red de vínculos afectivos y éticos. Las Sharers practican el cuidado como principio político, y su resistencia a la colonización masculina es radicalmente no violenta. El género se diluye en una cultura que excluye el concepto de poder. Slonczewski propone una maternidad especulativa vivida desde la cooperación, la biotecnología y la disidencia, en una utopía feminista profundamente original.

Geoff Ryman — The Child Garden (1989)
En esta obra se imagina una sociedad futura donde los niños son educados por virus simbióticos que transmiten conocimiento y moldean la personalidad. La maternidad se diluye en una red de memoria colectiva, donde el cuerpo pierde centralidad y la crianza se convierte en función biotecnológica. La protagonista, Milena, es inmune a estos virus y representa la resistencia creativa frente a una sociedad gobernada por el “Consensus”, una conciencia colectiva infantil. Ryman plantea una maternidad desmaterializada, distribuida y simbólica, en una distopía poética que reflexiona sobre el cuerpo, la educación y la identidad.

Leona Gom — The Y Chromosome (1993)
The Y Chromosome se desarrolla en un mundo donde los hombres han desaparecido casi por completo, y las mujeres han construido una sociedad cooperativa, sostenible y libre. Para los pocos hombres ocultos, este nuevo orden es opresivo; para las mujeres, es emancipador. Aunque la maternidad no se menciona explícitamente, la continuidad social sugiere una forma de reproducción alternativa y no patriarcal. Gom plantea una maternidad especulativa implícita, vivida desde la autonomía y la reorganización afectiva. La novela cuestiona si una sociedad construida sobre la desaparición de un grupo puede seguir siendo justa, y abre dilemas éticos complejos.

Marge Piercy — He, She and It (1991)
He, She and It es una obra compleja y profundamente rica, que combina ciberpunk, crítica social y exploración de género. Piercy imagina un futuro dominado por corporaciones y tecnologías cibernéticas, donde la maternidad se convierte en acto de resistencia y reconstrucción. La protagonista, mutilada por la guerra, reconstruye su cuerpo para gestar, en un mundo donde los cyborgs y la inteligencia artificial desafían los límites de lo humano. La maternidad es vivida como experiencia posthumana, marcada por el trauma, la elección y la lucha por preservar la vida en un entorno hostil. Piercy plantea una maternidad que no idealiza el cuerpo, sino que lo reconfigura como espacio de agencia, memoria y supervivencia.

Pat Cadigan — Synners (1991)
Es una obra clave del cyberpunk tardío, y aunque la maternidad no es su eje central, sí aparece como una dimensión simbólica y emocional en un mundo donde los cuerpos se disuelven en la red. Synners imagina un mundo dominado por la realidad virtual, donde los cuerpos físicos pierden relevancia y la conciencia se conecta directamente a la red. En este entorno posthumano, la maternidad aparece como recuerdo, como código emocional incrustado en la memoria digital. Cadigan plantea una maternidad desmaterializada, evocada desde la pérdida, el deseo y la nostalgia. La gestación ya no ocurre en el cuerpo, sino en el lenguaje, en los datos, en la memoria compartida. La novela reflexiona sobre identidad, conexión y afecto en un mundo donde lo humano se redefine a través de la tecnología.

Nicola Griffith — Ammonite (1992)
Ammonite es una obra profundamente simbólica y muy influyente, en el feminismo y el movimiento lésbico. Transcurre en el planeta Jeep, habitado exclusivamente por mujeres tras la extinción de los hombres por un virus. La reproducción ocurre por transmisión viral simbiótica, sin sexualidad reproductiva. La maternidad se redefine como vínculo cultural, comunitario y espiritual, desligado del mandato biológico. Las relaciones sexuales entre mujeres son libres y afectivas, pero no están ligadas a la gestación. Griffith propone una maternidad alternativa, vivida desde la cooperación, la memoria y la transmisión de saberes. La novela se convirtió en obra emblemática del movimiento lésbico, al imaginar un mundo sin hombres donde el cuidado y el deseo se entrelazan.

P.D. James — Hijos de hombres (1992)
Hijos de hombres imagina un mundo sin nacimientos desde 1995, donde la infertilidad masculina ha condenado a la humanidad a la extinción. En esta distopía teocrática, el embarazo de una mujer —Julián— se convierte en símbolo de esperanza, redención y conflicto político. La maternidad aparece como milagro, pero también como objeto de deseo y control. James, desde una sensibilidad cristiana, plantea una reflexión sobre el poder, la fe y la instrumentalización del cuerpo femenino. La maternidad no es vivida, sino representada, como eje simbólico en una sociedad que ha perdido el futuro. el patriarcado no controla la reproducción porque esta ha desaparecido. Lo que controla es el orden social en ausencia de reproducción. Es más una instrumentalización del deseo de descendencia que una apropiación directa del cuerpo gestante.

Amin Maalouf — El primer siglo después de Beatrice (1992)
El primer siglo después de Beatrice de Amin Maalouf es paradójicamente una de las más bellas distopías que he leído. Imagina un mundo donde una sustancia permite seleccionar el sexo de los hijos, provocando un colapso demográfico por la preferencia masiva por varones. La maternidad aparece como gesto simbólico —el nacimiento de Beatrice— y como eje de una distopía global marcada por el tráfico de niñas, la violencia sexual y la fractura entre Norte y Sur. Maalouf denuncia la instrumentalización patriarcal de la reproducción y sus consecuencias sociales, éticas y geopolíticas. La novela es una advertencia poética y feroz sobre el futuro del cuerpo femenino en manos del deseo masculino. Imprescindible

Molleen Zanger — The Year Seven (1993)
En este pequeño cuento distópico Zanger imagina un mundo postapocalíptico donde una plaga ha exterminado a la mayoría de la humanidad, dejando vivas solo a algunas mujeres y muy pocos hombres. La protagonista, Vic, despierta en un paisaje desolado y se une a un grupo de mujeres que luchan por sobrevivir. La maternidad aparece como ausencia, como memoria de lo perdido, y como posibilidad futura en medio del colapso. Zanger plantea una maternidad especulativa, marcada por el duelo, la resiliencia y la reconstrucción de vínculos. El relato sugiere que cuidar, incluso sin hijos, es un acto político en tiempos de extinción.

Octavia Butler — Parábola del sembrador (1993)
Publicadas en 1993 y 1998, Parábola del sembrador y Parábola de los talentos de Octavia E. Butler forman una poderosa distopía apocalíptica marcada por el colapso climático, la violencia social y el fanatismo religioso. La protagonista, Lauren Olamina, que padece un grave problema de hiperempatía, que la hace sensible de forma extraordinaria al dolor de los demás, funda una comunidad basada en el apoyo mutuo y en una nueva fe: Earthseed. La maternidad aparece como experiencia política, ética y espiritual, vivida en medio del caos. En Parábola de los talentos, Lauren pierde a su hija, y la maternidad se convierte en duelo, resistencia y legado. Butler reimagina la maternidad como acto de creación en un mundo que se desmorona, donde cuidar es revolucionario.

Sybil Claiborne — In the Garden of Dead Cars (1993)
In the Garden of Dead Cars imagina una sociedad post-plaga donde el contacto físico y el sexo son criminalizados, y el deseo se convierte en disidencia. En este paisaje urbano colapsado, la maternidad aparece como experiencia de duelo, memoria y resistencia. La protagonista, Emma, hija de una médica feminista, vive entre ruinas y recuerdos, cuestionando el pasado y buscando sentido en un mundo deshumanizado. Claiborne plantea una maternidad simbólica, marcada por la pérdida y la transmisión de saberes. La novela es una alegoría sobre el cuerpo, el deseo y la fragilidad de los vínculos humanos.

Elia Barceló — Consecuencias naturales (1994)
Es una obra entrañable, inteligente y muy original dentro de la ciencia ficción española. Elia Barceló imagina un planeta habitado por una sociedad matriarcal donde los roles de género están invertidos: las mujeres gobiernan y los hombres son valorados por su capacidad reproductiva. La maternidad se convierte en eje de reflexión sobre el poder, el deseo y la autonomía corporal. El encuentro con otras especies, tratado con humor y agudeza, permite cuestionar los modelos humanos de reproducción y afecto. Barceló subvierte los mandatos patriarcales y propone una utopía crítica donde el cuidado y la maternidad se viven desde la libertad, la empatía y la diversidad cultural

Nicola Griffith — Río Lento (1995)
Río lento de Nicola Griffith es una novela de ciencia ficción queer que explora el cuerpo femenino como espacio de trauma, control y reconstrucción. La protagonista, Lore, escapa de una familia poderosa y abusiva, y debe reconstruir su identidad en un mundo marcado por la vigilancia biotecnológica. Aunque la maternidad no es el eje central, la novela subvierte el linaje biológico y plantea una reflexión sobre el cuerpo como archivo emocional. Griffith propone una narrativa de cuidado, deseo y supervivencia, donde el vínculo afectivo se construye desde la elección y no desde la herencia.

Esther M. Friesner — The Psalms of Herod (1996)
Es una distopía brutal y profundamente perturbadora. Psalms of Herod se desarrolla en una sociedad post-catástrofe donde las mujeres son propiedad de granjas gobernadas por machos alfa. La maternidad se convierte en función biológica brutalizada, regulada por violencia y muerte: las mujeres infértiles son asesinadas, y los hijos no descendientes del macho dominante son sacrificados. La Biblia ha sido reinterpretada para justificar el infanticidio. La protagonista, Becca, cuestiona este orden y busca escapar. Friesner plantea una maternidad deshumanizada, convertida en campo de exterminio y control patriarcal. La novela es una distopía feroz que denuncia la perversión religiosa y la instrumentalización extrema del cuerpo femenino.

Louise Marley — The Terrorists of Irustan (1999)
Una obra profundamente feminista, en la que Louise Marley imagina una sociedad patriarcal en un planeta desértico donde las mujeres son propiedad y la medicina es considerada impura. Solo ellas pueden ejercerla, y lo hacen en condiciones de subordinación y riesgo. La protagonista, Zahra, es médica y madre, y su experiencia con el sufrimiento femenino —violaciones, embarazos forzados, matrimonios infantiles— la lleva a rebelarse. Aunque ambientada en una cultura ficticia, es necesario cualquier prejuicio islamofóbico, que está lejos de la intención de la autora. La maternidad aparece como espacio de dolor, cuidado y subversión, vivida entre la violencia estructural y la ética del cuerpo.

Jane Fletcher — The Celaeno Series (1999)
La Serie Celaeno de Jane Fletcher imagina una sociedad preindustrial compuesta exclusivamente por mujeres, donde la reproducción ocurre mediante “impresión”: una técnica psíquica que permite unir cadenas de ADN sin necesidad de hombres. La maternidad se convierte en práctica ritual, controlada por una clase sacerdotal que regula el acceso a la gestación. Fletcher no explica esta configuración como anomalía, sino como normalidad, lo que subvierte el binarismo sexual sin dramatismo. La maternidad es poder, pero también estructura social, vivida entre el deseo, la fe y la política. La serie combina fantasía, romance lésbico y ciencia ficción en un universo profundamente original.
Con la Serie Celaeno de Jane Fletcher, iniciada en 1999 y concluida en 2008, cerramos este recorrido por las obras del siglo XX que han abordado la maternidad desde la ficción especulativa. Esta serie, ambientada en un mundo exclusivamente femenino donde la reproducción ocurre mediante técnicas psíquicas, representa una transición perfecta hacia los enfoques del siglo XXI. En las próximas obras, los cambios en orientación, estilo y contenido serán enormes: cuerpos trans, tecnologías reproductivas, ecología, migración, inteligencia artificial. A ellos nos dirigimos. El siglo XXI abre nuevas preguntas, nuevos cuerpos y nuevas formas de imaginar el cuidado y la disidencia.
