La utopista ilustrada que soñó con una comunidad de mujeres libres
En pleno siglo XVIII, cuando la vida de las mujeres estaba marcada por el matrimonio, la dependencia económica y el silencio intelectual, Sarah Scott se atrevió a imaginar otra cosa. Nacida en 1720 en el Reino Unido, fue hermana de Elizabeth Montagu, figura central del movimiento bluestocking, que promovía la educación femenina y la participación de las mujeres en la vida intelectual. Aunque menos conocida que su hermana, Sarah Scott dejó una huella profunda en la historia de la literatura especulativa y del pensamiento reformista.
Tras un matrimonio breve y desafortunado —que ella misma describió como una experiencia de confinamiento y humillación— Scott rompió con las convenciones sociales y decidió vivir con amigas en una comunidad femenina que anticipaba los ideales de su obra más célebre: A Description of Millenium Hall (1762). Esta novela, publicada de forma anónima, describe un retiro rural habitado exclusivamente por mujeres que han escapado de la violencia, la pobreza o el desprecio social. Allí, lejos del mundo masculino, se dedican a la educación, el arte y la ayuda mutua.



La obra se inscribe en lo que podríamos llamar un “poema de finca”, un género narrativo típico de la época que idealizaba la vida en el campo como espacio de virtud, orden y armonía. Pero Scott transforma ese modelo: su finca no es un refugio aristocrático, sino una utopía femenina. Las protagonistas no son damas ociosas, sino mujeres activas, solidarias y sabias. La novela propone una visión radical para su tiempo: una sociedad sin hombres, sin matrimonios forzados, sin jerarquías patriarcales.
El texto adopta una forma epistolar, con cartas y relatos enmarcados que permiten múltiples voces y perspectivas. Este recurso no solo da dinamismo a la narración, sino que refuerza la idea de comunidad, de diálogo entre mujeres, de saber compartido. La estructura fragmentaria y coral es también una forma de resistencia frente al discurso unívoco y autoritario del canon masculino.

La caridad que practican estas mujeres no es la limosna condescendiente del cristianismo tradicional, sino una forma de justicia social avant la lettre. Acogen a mujeres marginadas, discapacitadas, viudas o solteras, y les ofrecen educación, dignidad y autonomía. Es una ética del cuidado que anticipa el feminismo comunitario y la economía del afecto.
En 1777 intentó crear un auténtico Millennium Hall en Buckinghamshire. Invitó a Sarah Fielding, entre otras, a ir a vivir con ella. Elizabeth Montagu donó tierras, ganado y personal, pero el proyecto finalmente fracasó. Murió en 1795 en Norwich.
Aunque Sarah Scott no se definía como feminista —el término aún no existía—, su obra encarna muchos de los principios que luego serían centrales en el pensamiento feminista: la crítica al patriarcado, la defensa de la autonomía femenina, la creación de espacios propios y la imaginación de mundos alternativos.
Hoy, Millenium Hall se lee como una utopía fundacional, precursora de obras como Herland de Charlotte Perkins Gilman o Una habitación propia de Virginia Woolf. Scott no solo soñó con otro mundo: lo escribió, lo vivió y lo dejó como legado.
