Charlotte Wood y el disciplinamiento del cuerpo femenino en «En estado salvaje«
Charlotte Wood (Cooma, Australia, 1965) es una de las voces más provocadoras de la literatura australiana contemporánea. Con una trayectoria que abarca siete novelas, ensayos sobre creatividad y antologías temáticas, Wood ha sido reconocida por su capacidad para explorar las fisuras del orden social desde una perspectiva feminista y literaria. Su obra más célebre, En estado salvaje (The Natural Way of Things, 2015), le valió el prestigioso Premio Stella, el Indie Book of the Year y una nominación al Miles Franklin. Pero más allá de los galardones, esta novela se ha convertido en un referente incómodo y necesario para pensar la violencia estructural contra las mujeres en sociedades democráticas.

Una distopía del presente
En estado salvaje narra el secuestro y confinamiento de diez mujeres jóvenes en una finca aislada en el desierto australiano. Todas ellas han sido figuras públicas que, de algún modo, transgredieron las normas sociales de género: una modelo, una secretaria parlamentaria, una “celebrity”. Lo que las une no es un crimen, sino el hecho de haber sido visibles, deseadas, juzgadas. El encierro no tiene explicación ni juicio previo. Solo castigo.
La novela no se presenta como una distopía futurista, sino como una alegoría brutal del presente. Wood construye un mundo donde la misoginia se institucionaliza sin necesidad de uniformes ni discursos grandilocuentes. El horror está a la vuelta de la esquina, y se ejerce con la complicidad silenciosa de la opinión pública.
El cuerpo como campo de batalla

La prosa de Wood es seca, precisa, casi clínica. Evita el sentimentalismo y se adentra en la pedagogía del dolor: túnicas de algodón basto, pelo rapado, comida escasa, vigilancia constante. Las mujeres son reducidas a cuerpos dóciles, despojadas de identidad y sometidas a una reeducación violenta. La sororidad, lejos de ser refugio, se erosiona bajo la presión del encierro y la competencia por sobrevivir. Hay rivalidades, suspicacias, y apenas una sombra de alianza entre algunas de ellas.
Lo más inquietante es precisamente lo que no se dice. No sabemos quién las ha encerrado, ni por qué. El Estado está ausente, o más bien difuminado en un nombre que se espera, pero nunca llega. No hay juicio, ni condena, ni explicación. Solo un pozo inmundo donde se materializa el castigo. Esa opacidad es el verdadero terror: la violencia sin rostro, sin lógica, sin relato.
Resonancia política y crítica feminista
Desde la perspectiva de Mundos sin hombres (una monografía que puedes ver en este enlace de este blog: https://bit.ly/3WeVvEb), la novela aporta una mirada ambigua y poderosa: la ausencia masculina no garantiza emancipación, y el encierro femenino puede convertirse en una forma de disciplinamiento aún más feroz. En ese sentido, En estado salvaje desborda el marco de la distopía y se convierte en una herramienta crítica para pensar el presente.
Charlotte Wood golpea y gana. Su propuesta literaria incomoda, interroga y deja una huella difícil de borrar.
