👤 Sobre la autora
Ana Llurba (Córdoba, Argentina, 1980) es escritora, editora y crítica cultural. Reside en Barcelona, donde ha desarrollado una obra que transita entre la poesía, el ensayo y la narrativa, siempre con una mirada crítica hacia los discursos dominantes. Su escritura se caracteriza por la exploración de lo fantástico, lo especulativo y lo simbólico como herramientas para pensar el presente.

La puerta del cielo (Aristas Martínez, 2018) es su primera novela, y con ella irrumpe en el campo de la ficción especulativa con una propuesta radical: una distopía íntima, corporal, atravesada por el horror religioso, el abuso sistemático y la fabulación como resistencia. Llurba se inscribe en una genealogía de escritoras que utilizan lo fantástico para desmontar estructuras de poder, y en entrevistas ha reivindicado la influencia de autoras como Úrsula K. Le Guin o Mariana Enríquez, además y muy particularmente del escritor argentino Rafael Pinedo, cuya “trilogía del desastre” considera una referencia directa[i].
📖 Sinopsis
En La puerta del cielo, Ana Llurba nos sumerge en un universo cerrado y asfixiante: “La Nave”, un espacio de confinamiento donde un grupo de niñas adolescentes vive bajo el mando de un líder mesiánico —el Comandante— que profetiza la llegada de unos “Padres creadores” que las llevarán a la salvación a través de la estrella Betelgeuse. Este entorno, que podría parecer una distopía clásica, se revela como una alegoría inquietante del adoctrinamiento, la violencia simbólica y la alienación espiritual.

Lo más perturbador es que las niñas no viven esta situación desde la rebeldía explícita, sino desde una naturalidad impregnada de misticismo alienante. El delirio es la realidad que conocen y conciben como única existente. La atmósfera opresiva se filtra en sus cuerpos, en sus sueños, en sus formas de narrar. Como si el encierro no fuera solo físico, sino también epistemológico. El lenguaje que usan, las imágenes que evocan están atravesadas por una espiritualidad deformada, por una fe que no libera, sino que encadena.
Llurba construye este mundo desde la perspectiva de las niñas, y ahí radica su potencia: no hay distancia irónica ni explicación externa. El lector queda atrapado en esa lógica delirante, en esa espera mesiánica, en esa hambre de trascendencia que se mezcla con el hambre literal. Porque además del frío y la inanición, las niñas son sometidas a un uso sexual continuo y aberrante por parte del Comandante. Una violencia sistemática, asquerosa, que se narra desde la cotidianidad, sin énfasis ni dramatismo, lo que la vuelve aún más insoportable.
Spoiler. Durante gran parte de la novela, el lector se mueve en un espacio cerrado, casi uterino, donde la única realidad parece ser la que el Comandante ha construido, incluido el mito del apocalipsis externo. Pero hacia el final, Llurba da un giro brutal: la devastación realmente existe. El apocalipsis no era solo un delirio religioso, sino un hecho consumado. El mundo exterior está arrasado. La Nave no es un simple dispositivo de control ideológico, sino un refugio en medio del desastre. Esta revelación reconfigura toda la lectura: lo que parecía una manipulación se revela como una forma de supervivencia deformada y aberrante.
En medio de esta oscuridad, la fabulación aparece como única grieta posible. En medio del delirio impuesto, las niñas inventan, imaginan, narran. Y en esa narración, por mínima que sea, se abre una posibilidad de fuga, de reconfiguración. La palabra se convierte en resistencia, en cuerpo, en identidad. Como dice Begoña Méndez, “si seguimos el rastro delgado de su sangre menstrual, encontraremos un pequeño camino hacia la esperanza: ese sendero se llama fabulación”[ii].
🧠 Reflexiones críticas
1. Cuerpo y violencia: lo abyecto como paisaje
La novela no construye su distopía desde grandes escenarios tecnológicos, sino desde el cuerpo. El cuerpo infantil, femenino, hambriento, violado, congelado. La violencia no es excepcional, sino estructural. Como en Rafael Pinedo, lo abyecto es el paisaje. La Nave es una cloaca, un útero, un campo de concentración espiritual. El horror no necesita metáforas: está en la carne.
“Me pegué a un pacto básico de la ficción especulativa, pero en clave realista: “Las reglas del mundo son…”. Y las seguí al pie de la letra, sobre todo con la protagonista. Dudé si se me había ido un poco la mano con la crueldad cuando algunas amigas me dijeron que les parecía una historia muy oscura y hasta sádica”. —Ana Llurba[iii]
2. Lenguaje y delirio: epistemologías del encierro
Llurba construye una lengua contaminada, delirante, donde el misticismo alienante se convierte en única forma de comprender el mundo. El lector no tiene acceso a una voz externa que explique o traduzca: está atrapado en el mismo encierro simbólico que las niñas. El lenguaje es prisión, pero también grieta. La fabulación aparece como única vía de fuga.
“Palabras para hacernos un cuerpo y una identidad, para (re)configurar la forma de nuestras relaciones, nuestro modo de habitar el planeta”. —Begoña Méndez[iv]

3. Genealogía especulativa: Pinedo y la cuarta novela
La autora se inscribe en una tradición especulativa latinoamericana que no teme adentrarse en lo abyecto. La referencia explícita a Rafael Pinedo —“pensé la novela como la cuarta que él podría haber escrito”— no es solo homenaje, sino continuidad. Como en Plop, Frío y Subte (lo que llamo la “trilogía del desastre”), el mundo está devastado, pero la devastación no se narra desde el espectáculo, sino desde la intimidad.
“También está omnipresente el escritor de culto Rafael Pinedo […] como si yo fuera una especie de médium a lo Lizzie Doten”. —Ana Llurba[v]
4. Capitaloceno y fabulación: grietas en el relato oficial
La novela no solo denuncia el patriarcado y el abuso, sino que los inscribe en una era geológica marcada por el impacto humano: el capitaloceno. Este término, acuñado por Andreas Malm y otros pensadores críticos como Jason V. Moore, señala que no es “la humanidad” en abstracto la que ha transformado el planeta, sino un sistema económico específico: el capitalismo fósil[vi]. En ese contexto, La puerta del cielo puede leerse como una alegoría del colapso, donde el delirio religioso y el abuso no son anomalías, sino síntomas de una civilización en ruinas.
La fabulación, entonces, no es evasión, sino herramienta política. Reescribir los relatos fundacionales, abrir grietas en las historias oficiales, imaginar otros cuerpos, otras relaciones, otras formas de habitar el planeta.
“Un libro sobre el valor de las narraciones como hechos fundacionales. Sobre cuánto necesitamos reescribir los relatos que nos cuentan para desmantelar las mentiras y (re)construir la verdad. Palabras para hacernos un cuerpo y una identidad, para (re)configurar la forma de nuestras relaciones, nuestro modo de habitar el planeta.” —Begoña Méndez[vii]

🔚 Cierre: leer como grieta, fabular como resistencia
La puerta del cielo no es solo una novela inquietante: es una grieta. Una grieta en los relatos oficiales, en las mitologías del progreso, en las narrativas del poder. Llurba no ofrece respuestas ni consuelos, pero sí una posibilidad: la de fabular desde el desastre, de imaginar desde el encierro, de narrar desde el cuerpo violentado. En ese gesto, la novela se convierte en acto de resistencia.
Leerla hoy, en plena era del capitaloceno, no es un ejercicio de evasión, sino de confrontación. Nos obliga a mirar de frente las formas de violencia que se naturalizan, los delirios que se institucionalizan, las espiritualidades que se pervierten. Y al mismo tiempo, nos recuerda que la palabra —por mínima que sea— puede abrir grietas, fisuras, caminos.
Desde este blog, que apuesta por la ficción especulativa como herramienta crítica, La puerta del cielo se inscribe en una genealogía que no teme adentrarse en lo abyecto para imaginar lo posible. Porque fabular no es huir: es reconfigurar. Y leer, en este contexto, es también un modo de resistir.
[i] Leer una reseña de la “trilogía del desastre”: https://feminismo-cienciaficcion.org/2025/02/24/rafael-pinedo-trilogia-del-desastre/
[ii] Presentación del libro de Begoña Méndez Seguí: https://www.pliegosuelto.com/?p=26928
[iii] Entrevista a Ana Llurba por Valeria Correa Fiz: https://elasombrario.publico.es/la-puerta-del-cielo-adolescentes-sexualidad-religion/
[iv] Begoña Méndez. Ídem
[v] Entrevista a Ana Llurba. Ídem
[vi] Para profundizar en el concepto de “capitaloceno”, ver entrevista con Jason V. Moore: https://www.sinpermiso.info/textos/antropoceno-mas-bien-capitaloceno-entrevista
[vii] Begoña Méndez. Ídem
