⚖️ Utopías socialistas vs. utopías feministas: ¿igualdad para quién?

El siglo XIX fue fértil en imaginarios utópicos que soñaban con sociedades más justas, igualitarias y cooperativas. Las utopías socialistas, como Looking Backward (El año 2000) de Edward Bellamy (1888) y News from Nowhere (Noticias de ninguna parte) de William Morris (1890), imaginaron mundos sin clases, sin propiedad privada y con trabajo compartido. Sin embargo, en estos horizontes de justicia social, la mujer no aparece como sujeto político. La maternidad, cuando se menciona, se presenta como una función naturalizada, sin reflexión ni cuestionamiento. Las mujeres son figuras decorativas, sentimentales o reproductivas: cuerpos útiles, pero no voces activas.
En Looking Backward, por ejemplo, la crítica al capitalismo es profunda, pero la mujer queda relegada a un papel secundario. No hay reflexión sobre su autonomía, ni sobre su rol en la transformación social. En News from Nowhere, la utopía pastoral y anarquista de Morris, las mujeres son descritas como “vientres parlantes”, parte del orden natural, sin agencia ni conflicto. La maternidad aparece como una función biológica, no como una experiencia política.
En contraste, las utopías feministas del mismo siglo —Herland, Mizora, Nueva Amazonia, Unveiling a Parallel— no solo imaginan mundos mejores, sino que redefinen el lugar de la mujer en ellos. En estas obras, la maternidad puede ser colectiva, racionalizada, elegida o incluso prescindible. No es un mandato, sino una posibilidad. Y, sobre todo, es una experiencia que no anula la autonomía de quien la vive.
Estas utopías feministas no se limitan a incluir a las mujeres en el proyecto utópico: lo reconfiguran desde su perspectiva. La maternidad deja de ser un destino impuesto para convertirse en un espacio de agencia, de experimentación, de organización social. Frente a la igualdad abstracta de las utopías socialistas, las utopías feministas proponen una igualdad situada, encarnada y vivida desde las diferencias sin convertirlas en jerarquías.
🧨 La igualdad como amenaza: The Republic of the Future y la distopía reaccionaria

Durante el siglo XIX, no fueron pocas las ficciones que imaginaron la emancipación femenina como una amenaza existencial. En un momento en que los primeros feminismos comenzaban a cuestionar el orden patriarcal, muchas novelas especulativas respondieron con visiones apocalípticas: sociedades deshumanizadas, sin amor, sin diferencia, sin jerarquía. La igualdad entre hombres y mujeres era presentada como el verdadero peligro para la humanidad, con una carga simbólica comparable a la que tendría la bomba atómica en el siglo XX.
Uno de los ejemplos más notorios de esta tendencia es The Republic of the Future (1887), escrita por Anna Bowman Dodd. Esta novela no es una utopía feminista, sino una distopía satírica que ridiculiza los ideales igualitarios. Publicada justo antes de Looking Backward de Edward Bellamy, se inscribe en el auge de la literatura utópica del siglo XIX, pero desde una perspectiva profundamente conservadora.
La obra adopta la forma de novela epistolar: Wolfgang, un aristócrata sueco, visita una Nueva York socialista en el año 2050 y escribe cartas a su amigo describiendo lo que ve. Lo que encuentra es una sociedad donde la excelencia ha sido abolida, la individualidad reprimida, y la maternidad institucionalizada. Hombres y mujeres visten igual, no hay diferencias de roles, y el romanticismo ha desaparecido.
La maternidad, en particular, aparece como una función estatalizada, desprovista de afecto y de vínculo personal. Los niños son criados en guarderías públicas, bajo una lógica de eficiencia y uniformidad. La figura materna ha sido desdibujada del imaginario social: no hay espacio para el deseo, el apego ni la subjetividad. Dodd presenta esta desaparición como síntoma de una sociedad deshumanizada, donde la igualdad ha eliminado lo que ella considera esencialmente humano: la diferencia, el amor, la jerarquía.
Este modelo de crianza tecnificada y despersonalizada no solo elimina el vínculo emocional entre madre e hijo, sino que lo presenta como un obstáculo para el progreso. La maternidad se convierte en una función biológica sin alma, sin ética, sin conflicto. En este sentido, The Republic of the Future utiliza la maternidad como campo de batalla ideológico: su desaparición simboliza la pérdida de un orden natural que el feminismo habría puesto en peligro.
La crítica es doble: por un lado, se ridiculiza la emancipación femenina al mostrarla como causa de la deshumanización; por otro, se denuncia la estatalización de la crianza como amenaza a los valores tradicionales. Frente a las utopías feministas que imaginaban maternidades libres y emancipadas, esta obra proyecta un futuro donde la igualdad es sinónimo de decadencia. Es una advertencia reaccionaria, una distopía que revela los miedos de su tiempo —y que, en muchos sentidos, resuena con los discursos antifeministas del presente.
🧭 Maternidad utópica: entre libertad, regulación y deseo
Antes de adentrarnos en el siglo XX, conviene detenerse un momento en las tensiones que atraviesan las utopías feministas del XIX. Estas ficciones no solo imaginaron mundos sin patriarcado, sino que se atrevieron a repensar desde sus cimientos el papel de la maternidad. Frente a las utopías socialistas, que invisibilizan a las mujeres como sujetos políticos, y frente a las distopías reaccionarias, que refuerzan el mandato biológico y moral, estas obras colocan la maternidad en el centro del debate sobre autonomía, ciudadanía y organización social.
En Herland, la maternidad es ética y colectiva; en Mizora, es racionalizada y eugenésica; en Unveiling a Parallel, es autodeterminada y compatible con la subjetividad; en Nueva Amazonia, es funcional y subordinada al Estado. Cada propuesta revela una tensión entre deseo y regulación, entre cuerpo y comunidad, entre libertad y control.

Estas utopías no ofrecen modelos cerrados ni soluciones definitivas. Más bien, funcionan como laboratorios imaginarios donde se ensayan formas alternativas de vivir, criar, desear y decidir. En ellas, la maternidad deja de ser un destino impuesto para convertirse en una experiencia situada, plural y conflictiva. Una experiencia que puede ser elegida, compartida, resignificada o incluso rechazada.
En todo caso si el siglo XIX imaginó estas alternativas desde la ficción utópica, el siglo XX comenzará a enfrentarlas desde la práctica política, el pensamiento feminista y las transformaciones sociales reales. Las tensiones entre maternidad, autonomía y poder que estas utopías anticipan se volverán centrales en los debates del feminismo moderno, desde el sufragismo hasta los movimientos de liberación sexual, pasando por el auge de la biopolítica y las luchas por el derecho al aborto. El siguiente capítulo abordará ese tránsito: cómo las ideas sembradas en la imaginación utópica del siglo XIX germinan —y se disputan— en los cuerpos, discursos y políticas del siglo XX.
En tiempos donde los debates sobre reproducción, crianza, cuerpos y derechos siguen marcando la agenda política, estas ficciones del siglo XIX nos recuerdan que imaginar otros mundos también implica imaginar otras maternidades. Y que, en ese gesto, profundamente político, se juega no solo el futuro de las mujeres, sino el de las sociedades que desean ser verdaderamente libres.
