“La maternidad no es un destino, es un campo de batalla.” — Silvia Federici
🧾Introducción: Del siglo XIX al XXI: de la maternidad utópica a la distopía de ser madre.
A lo largo de esta serie que empezamos con esta entrada se propone una exploración sobre la manera en que la ficción especulativa feminista aborda la maternidad, partiendo de las pioneras que imaginaron alternativas utópicas en el siglo XIX hasta llegar al siglo XXI, donde la experiencia materna se sitúa en casi todos los casos en el terreno de la distopía. La amplitud de este estudio se justifica tanto por la riqueza y complejidad del corpus de obras de ficción especulativa feminista que han tratado el tema durante los últimos 150 años, así como por la voluntad de exhaustividad de quien escribe.
El recorrido será extenso, pero necesario, pues resulta imprescindible analizar cómo las distintas representaciones de la maternidad han acompañado y desafiado los discursos sociales, políticos y culturales que la han convertido, en palabras de Federici y Rich, en un auténtico campo de batalla y una institución a ser interrogada.

🤱 Maternidad en el siglo XIX: entre utopía y subversión
🌱 La maternidad como construcción ideológica en el siglo XIX
Durante el siglo XIX, la maternidad fue elevada a la categoría de destino natural y universal de la mujer. Desde los discursos médicos hasta los tratados pedagógicos, se consolidó una imagen idealizada: la madre virtuosa, sacrificada, domesticada. Esta figura no solo era el pilar del hogar, sino también la garante de la moral social, encargada de reproducir los valores patriarcales sin posibilidad de cuestionamiento.
La medicina higienista convirtió el cuerpo femenino en objeto de vigilancia y regulación. La maternidad pasó a ser una función biológica estrechamente ligada a la salud pública, al orden moral y al progreso nacional. La pedagogía moral reforzó el rol de la madre como educadora doméstica, pero la excluyó del saber público y de la esfera política. La mujer debía formar ciudadanos, pero no serlo plenamente.
Este modelo de maternidad no era neutro: respondía a una lógica de control social. La madre ideal debía ser dócil, abnegada, invisible en lo público pero omnipresente en lo privado. Su cuerpo, su tiempo y su deseo quedaban subordinados a una misión impuesta, no elegida. En palabras de Adrienne Rich “la maternidad se convirtió así en una institución, más que en una experiencia”.
🧪 Las utopías feministas como laboratorio de maternidades alternativas
Las utopías feministas del siglo XIX no solo imaginaron sociedades sin hombres o sin patriarcado, sino que se atrevieron a repensar desde cero el papel de la maternidad como experiencia política, ética y social. En un contexto donde la mujer estaba confinada al hogar y definida por su capacidad reproductiva, estas ficciones especulativas ofrecieron modelos alternativos que desafiaban el orden biológico, moral y estatal.
La maternidad, en estas obras, deja de ser un mandato y se convierte en posibilidad: colectiva, racional, elegida o incluso prescindible. Cada propuesta revela una tensión entre deseo y función, entre cuerpo y comunidad, entre libertad y regulación.
Este capítulo analiza cuatro de las más trascendentes utopías del siglo XIX —Unveiling a Parallel, Herland, Mizora y Nueva Amazonia— para explorar cómo imaginaron la maternidad fuera del mandato patriarcal, y cómo sus propuestas siguen resonando en los debates actuales sobre cuerpo, deseo, crianza y autonomía.
🌸 Herland (Charlotte Perkins Gilman, 1915): la maternidad como civilización

Publicada ya en el siglo XX, Herland pertenece plenamente al imaginario utópico del siglo XIX. Gilman imagina una sociedad exclusivamente femenina, aislada del mundo durante siglos, donde la reproducción ocurre por partenogénesis. La maternidad, en este universo, no representa ni una carga ni un destino impuesto, sino el principio organizador de toda la civilización.
En Herland, la maternidad es colectiva, racional y profundamente ética. Las mujeres no solo dan vida, sino que se encargan de la crianza de forma compartida, con un sentido de responsabilidad social que trasciende el vínculo biológico. Las madres son educadoras, científicas, filósofas; la crianza se convierte en una práctica intelectual y comunitaria, orientada al desarrollo integral del individuo y al bienestar común.
La sexualidad, sin embargo, está ausente. Gilman la elimina como elemento estructurante de la sociedad, lo que permite imaginar una maternidad sin subordinación ni deseo posesivo. Pero esta ausencia también plantea tensiones: ¿puede haber realmente emancipación sin deseo? ¿No corre el riesgo esta utopía de convertir el cuerpo femenino en un instrumento funcional, desprovisto de placer y subjetividad? Desde una lectura contemporánea, esta supresión puede interpretarse como una renuncia problemática, que parece borrar el deseo en nombre de la armonía.
Herland no solo propone una alternativa utópica, sino que anticipa debates que marcarán el siglo XX: la maternidad como construcción cultural, la crianza como práctica política, el cuerpo femenino como territorio de disputa y resignificación.
🧬 Mizora (Mary E. Bradley Lane, 1880): maternidad eugenésica y racionalizada

Mizora es una de las primeras utopías feministas escritas en lengua inglesa, y también una de las más inquietantes. Publicada en forma de folletín en 1880, la novela imagina una sociedad exclusivamente femenina, avanzada en ciencia, educación y tecnología, donde la maternidad ha sido transformada en una función regulada por criterios eugenésicos. Solo las mujeres más inteligentes y virtuosas pueden reproducirse, y la crianza se institucionaliza como herramienta de perfeccionamiento racial.
La maternidad en Mizora no está vinculada al deseo ni al vínculo afectivo, sino a la meritocracia y al progreso. El cuerpo femenino se convierte en un dispositivo de selección genética, sometido a una lógica de optimización y control. La novela celebra estos avances como parte de una civilización superior, pero desde una lectura contemporánea, esta visión plantea tensiones éticas profundas: ¿Qué ocurre cuando la maternidad se convierte en un privilegio condicionado? ¿Dónde queda el deseo, la diversidad, la subjetividad?
Bradley Lane utiliza esta utopía para criticar el atraso científico y moral de su tiempo, pero también proyecta una visión tecnocrática que anticipa debates del siglo XX sobre biopolítica, control reproductivo y maternidad artificial. En Mizora, el cuerpo materno deja de ser espacio de sacrificio o domesticidad, para convertirse en territorio de racionalización extrema. La maternidad se ha liberado del patriarcado, pero a costa de convertirse en una función regulada por el Estado y la ciencia.
🌗 Unveiling a Parallel (Alice Ilgenfritz Jones y Ella Merchant, 1893): maternidad ética y autodeterminada

Unveiling a Parallel propone una utopía marciana donde las mujeres han alcanzado la igualdad plena con los hombres, sin renunciar a la maternidad ni a la subjetividad. A diferencia de Mizora, aquí la maternidad no se racionaliza ni se somete a criterios eugenésicos, sino que se integra en una ética del cuidado, la libertad y la responsabilidad individual.
Las protagonistas marcianas son madres, profesionales, ciudadanas activas. La maternidad no las excluye del espacio público ni las reduce a una función subordinada. En esta utopía, ser madre es una elección consciente, compatible con el desarrollo intelectual, artístico y político. La crianza se comparte, se respeta, y se vive como una práctica libre, no como mandato biológico ni carga moral.
Jones y Merchant no idealizan la maternidad, pero tampoco la estigmatizan. La presentan como una experiencia que puede ser vivida desde la autonomía, sin culpa ni sacrificio. En este sentido, Unveiling a Parallel anticipa debates contemporáneos sobre la conciliación entre vida personal y profesional, el deseo materno, y la pluralidad de modelos familiares. Frente a la visión tecnocrática de Mizora, esta utopía reivindica una maternidad ética, situada en el marco de la igualdad, la subjetividad y la autodeterminación.
⚔️ Nueva Amazonia (Elizabeth Burgoyne Corbett, 1889): maternidad nacionalista y funcional

Nueva Amazonia imagina una sociedad gobernada por mujeres tras una revolución que derroca el orden patriarcal británico. En esta utopía, la maternidad no desaparece, pero se redefine como una función social subordinada al proyecto nacional. Las mujeres son educadas para ser ciudadanas racionales, y la maternidad se convierte en una tarea altamente estructurada, casi militarizada, al servicio del Estado.
Corbett no idealiza la maternidad ni la presenta como un espacio de realización personal. Más bien, la trata como una responsabilidad cívica, compatible con el trabajo, la educación y la participación política. Las madres en Nueva Amazonia no están confinadas al hogar, pero tampoco son plenamente autónomas: su cuerpo y su función reproductiva se subordinan a una nación regenerada.
La utopía de Corbett combina feminismo con nacionalismo, y proyecta una visión funcionalista de la maternidad. No hay sentimentalismo ni domesticidad, pero tampoco autodeterminación plena. La maternidad se ha emancipado del patriarcado, pero ha sido absorbida por el Estado como herramienta de ingeniería social. En este sentido, Nueva Amazonia se sitúa entre Mizora y Unveiling a Parallel: ni tecnocrática ni ética, sino política.
Estas cuatro obras utópicas, junto a otras del siglo XIX, no solo reimaginan la maternidad, sino que la colocan en el centro de sus proyectos de transformación social. En ellas, la mirada sobre la maternidad depende del tipo de sociedad que se desea construir: puede ser un espacio de libertad y decisión de las mujeres, o una herramienta de articulación colectiva, disciplinada y funcional.
En el próximo post, la segunda parte de esta entrada sobre maternidades utópicas del siglo XIX
