Fríða Ísberg es una escritora islandesa nacida en 1992, conocida por su poesía y narrativa en las que suele abordar temas sociales y políticos. Se trata de la primera escritora islandesa de Ciencia Ficción que me he topado y su primer libro es ¡sorpresa! una distopía. Otras escritoras como Sigríður Hagalín Björnsdóttir (1974) que también escriben literatura especulativa (como la novela La Isla) aún no han sido traducidas al español.

Vale, vale… es mi tema recurrente: la cosa postapocalíptica y las distopías (que como he dicho en varias ocasiones en estas páginas no son lo mismo, aunque puedan coincidir). Creo que más adelante tendríamos que analizar porque se publican tantas distopías en estos últimos años y precisamente por mujeres. Prometo investigar algo sobre ello.
Fríða Ísberg forma parte del colectivo “Las Poetas Impostoras”, un grupo de escritoras islandesas que desafían las normas establecidas en la literatura y promueven una escritura que no se doblega ante la crítica machista. Este colectivo nació en el Departamento de Escritura Creativa de la Universidad de Islandia y ha publicado varios poemarios con una perspectiva feminista. Aquí puedes leer su Manifiesto publicado en 2019.

Además de su novela Merking (La marca 2021) de la que hablamos en este post, Ísberg ha publicado poesía y relatos cortos, y su colección Kláði fue nominada al Premio de Literatura del Consejo Nórdico. “La marca” por su parte ha sido galardonada con el Premio de los Libreros de Islandia, el Premio P.O. Enquist y el Premio Islandés de Narrativa Femenina.
La trama de La marca se desarrolla en un Reikiavik de un futuro a 30 años. La llamada Asociación Psicológica Islandesa (API) ha creado una prueba para medir la empatía de las personas.
La historia sigue a cuatro personajes principales: Vetur, Eyja, Tristan y Óli, quienes se ven atrapados en el debate sobre la prueba. Vetur es una joven con estrés postraumático que intenta reconstruir su vida, mientras que Eyja enfrenta una crisis personal tras una ruptura amorosa. Tristan y Óli tienen posturas opuestas sobre la prueba: uno la cuestiona y el otro la defiende activamente.
El Parlamento está a punto de decidir si esta prueba será obligatoria, lo que genera una fuerte polarización en la sociedad: algunos creen que la prueba hará de la sociedad un lugar más seguro, mientras que otros la ven como una forma de control social y discriminación. Un debate que sitúa a nuestros personajes en posiciones muy enfrentadas. Desde Olí que es un firme activista partidario de “la marca” (de hecho es presidente de la API), hasta Tristán, que es firme y activo opositor al examen.

La tesis que se debate es si someter al conjunto de la población a la prueba creada por la API que evalúa la empatía e inteligencia emocional de quien se somete a ella. Las personas cuyo resultado sea “no empático”, no serán “marcadas” en un registro público. No estar incluido en ese registro supone ser considerado una amenaza para la sociedad y tendrás enormes dificultades para acceder a cualquier servicio o prestación, incluso a comprar en un supermercado porque los establecimientos marcados, solo atienden a personas que están marcadas. Sólo te queda el exilio o someterte a un increíble tratamiento médico-psicológico para curar tu falta de empatía.
Creo que esta interesante novela nos plantea el eterno debate entre libertad y seguridad. De alguna forma se posiciona en contra del pensamiento único y de los excesos de la llamada corrección política, que como en la novela pueden convertirse en herramientas de control social.
La propia novela se explica con claridad: “Básicamente, la sociedad está intentando decidir si la probabilidad estadística de que una persona cometa un delito justifica la violación de su privacidad, si es legítimo alertar contra delincuentes en potencia; una pregunta imposible de responder sin subdividirla en miles de preguntas: cómo se calcula la probabilidad, qué se considera un delito, qué se considera una violación de la privacidad”.
A través de la uniformización y la hipervigilancia, mediante la exclusión de los no aceptados (los no marcados) no se llega a una sociedad más feliz. Sino a una sociedad más gris, falta de libertad y opresiva. La novela alerta sobre los peligros de una sociedad que busca eliminar el conflicto en lugar de aprender a gestionarlo

De esta novela ha dicho Mariana Enríquez: “Esta novela es brillante. Podría calificarse de distópica, pero sus temas son tan tangibles, los personajes tan reales, que no sería del todo acertado. El deseo de seguridad y normalidad se vuelve autoritario; el miedo a los diferentes se convierte en discriminación. Esta Islandia del futuro está desesperadamente dividida, política e ideológicamente, en nombre de la eliminación del conflicto y la disidencia. La Marca cuestiona qué significa vivir en un apartheid construido sobre buenas intenciones, ¿o no?”
Es lo que suele suceder con la mayoría de las narraciones utópicas, cargadas de buenas intenciones acerca del funcionamiento la sociedad, que suelen portar en su interior una oscura semilla de la distopía.
Pero, como escribe Álvaro en porqueleer: “Me parece una novela optimista. Por el modo en que se desarrolla la acción entre sus dos personajes más antagónicos, creo que la autora, toda vez que advierte sobre los peligros de la deriva que está tomando el pensamiento único de lo políticamente correcto, es optimista respecto a la primacía de la relación Inter pares. Cree en el ser humano, conformando una novela que, aunque es distópica, no resulta fatalista”.
Si queréis conocer más sobre el pensamiento de la autora, de izquierdas y polémico, os sugiero esta entrevista.
