Argentina tiene una rica tradición en la literatura fantástica que ha impactado incluso duraderamente en la literatura general con figuras tan destacadas como Jorge Luis Borges (1899-1986), considerado uno de los escritores más influyentes del siglo XX. O Adolfo Bioy Casares, amigo y colaborador de Borges, cuya novela “La invención de Morel” (1940), es considerada una obra maestra de la ciencia ficción y la literatura fantástica.
Sin embargo, además de estas figuras míticas y muchos otros autores, en esta ocasión deseo destacar que en la tradición de literatura fantástica argentina también existe una notable presencia de figuras femeninas, cuya cantidad ha aumentado significativamente en los últimos años.

Tendríamos que empezar por una auténtica pionera, Silvina Ocampo (1903-1993), una de las figuras más destacadas de la literatura argentina del siglo XX.
Formó parte del círculo literario de la revista “Sur”, junto a figuras como Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, con quien estuvo casada. Juntos, prepararon la “Antología de la literatura fantástica” (1940), una obra emblemática del género. Entre sus obras más destacadas se encuentran “Autobiografía de Irene” (1948), “La furia y otros cuentos” (1959) y “Cornelia frente al espejo” (1988).

Otra pionera fue Angélica Gorodischer, (1929-2022) que ha inspirado a generaciones de escritoras. Su obra más conocida es “Kalpa Imperial” (1984), una colección de relatos interconectados que exploran un vasto imperio ficticio. Sus temas como el poder, la justicia o la identidad son tratados con una perspectiva profundamente humana y feminista.

En las décadas de 1980 y 1990, la ciencia ficción feminista comenzó a ganar terreno en Argentina. Escritoras como Alicia Steimberg (1933-2012) y Liliana Bodoc (1958-2018) utilizaron la literatura fantástica para abordar cuestiones de género, poder y justicia social.
Steimberg, conocida por su novela «Músicos y relojeros» (1971), combinó elementos de ciencia ficción para explorar con humor, ironía y calidez la familia, la identidad y la vida cotidiana en un contexto histórico marcado por los gobiernos conservadores y el ascenso de Perón.


Por su parte, Liliana Bodoc, es reconocida por su habilidad para entrelazar la literatura fantástica con elementos de la cultura latinoamericana. Su obra más conocida es su excelente trilogía de fantasía «La Saga de los Confines» (2000), una trilogía épica que incluye “Los días del venado”, “Los días de la sombra” y “Los días del fuego”. La obra aborda temas universales como la lucha contra la opresión, la lealtad y el sacrificio, mientras reflexiona sobre el impacto de la colonización.

También habría que señalar la obra de Ana María Shua (1951) que abarca diversos géneros, incluyendo novela, cuento, poesía y ensayo, pero es especialmente conocida por su habilidad en el microrrelato como los de “Casa de geishas” (1992). Le han llamado la “Reina de la Minificción”.

En los últimos años, se han multiplicado las mujeres argentinas que exploran en registro de la literatura fantástica. Podríamos citar a Laura Ponce (1972) o Mariana Enríquez (1973) que han ampliado los límites de la ciencia ficción, explorando temas como la identidad, la tecnología y el medio ambiente.

Laura Ponce, editora de la «Revista Próxima», destaca por su intensa labor editorial y promotora de nuevas escritoras. La escritora y periodista Mariana Enríquez, por su parte tiene en su haber un buen número publicaciones de clara inspiración feminista. Entre ellas los libros de cuentos “El peligro de fumar en la cama” (2009) y «Las cosas que perdimos en el fuego» (2016). Su escritura se caracteriza por una atmósfera inquietante y opresiva, donde lo sobrenatural se entrelaza con la realidad cotidiana. Explora temas como la violencia, la desigualdad social, la historia argentina y los fantasmas del pasado.

Otras autoras también vienen descollando en estos años. Es el caso de Samanta Schweblin (1978), cuya obra “Kentukis” (2018) es una reflexión inquietante sobre la tecnología y la privacidad, donde las personas pueden espiar o ser espiadas a través de dispositivos llamados «kentukis».

Más recientemente Salomé Esper (1984) se ha incorporado a la lista de autoras de lo fantástico con su primera novela “La segunda venida de Hilda Bustamante” (2023). En la contraportada: Hilda Bustamante tiene 79 años y, como a todas las personas, un día le toca morir. Lo insólito es que un tiempo después Hilda revive en su tumba, logra romper el ataúd y, sin entender bien lo que le está pasando, regresa a su casa, para conmoción de Álvaro, el amor de su vida, de Amelia, su adorada nieta adoptiva, y de las «chicas» de la iglesia, que siempre la consideraron una persona discretamente extraordinaria. Esta novela cuenta la historia de Hilda y el pequeño y maravilloso escándalo de su resurrección.

También en 1984 nació Samanta Esperón, cuya obra más conocida es la saga “Era de los Magos” (escrita de 2020 a 2023). Esperón escribe una fantasía oscura, cercana al grimdark (una especie de enfoque anti-Tolkien en la fantasía épica, más oscuro, nihilista y violento), demostrando que este tipo de género también es abordado con calidad por mujeres.
Finalmente me gustaría destacar las distopias escritas por Agustina Bazterrica (1974): “Cadáver Exquisito” (2017) y “Las Indignas” (2023). Dos distopías verdaderamente inquietantes. De ellas me gustaría hablar en la próxima entrada del blog.
