¿Puede ser bella una distopía? Tal vez la distopía en sí es difícil, pero no lo es que lo sea la novela que la describe. Y ese es el caso de El primer siglo después de Beatrice (1992) del escritor franco-libanés Amin Maalouf. Y no es sólo mi opinión. Dice Andreu Domingo en su interesante ensayo Descenso a los infiernos demográficos (2008) que “Sin lugar a dudas nos encontramos con una de las más bellas y conseguidas distopías demográficas, tanto desde la perspectiva literaria como desde la óptica del demógrafo…” No puedo por menos que compartir esa apreciación y recomendar enfáticamente su lectura.

El primer sigloHay un primer tema de interés en la novela, el de las relaciones del trío protagonista, Beatrice, Clarence, madre de Beatrice y el propio narrador, su padre. A Clarence la maternidad no le supone más que una molestia en su carrera, pero dedica un año de su vida a dar a su pareja esa hija que él tanto desea. No se trata de la habitual apropiación patriarcal del padre sobre la hija, Beatrice, sino una “donación” que hace ella por amor a su compañero.

Pero el libro no es la historia de Beatrice, aunque gira alrededor de ella como recurso para tratar la cronología de los hechos que relata, que sería el tema principal de esta preciosa fábula de Amin Maalouf.

La trama transcurre en dos planos temporales. El primero en los años 90, cuando nace Beatrice y se desarrollan los hechos que llevan al desastre. Y otro en 2030, cuando el entomólogo padre de Beatrice nos narra en primera persona las consecuencias de aquellos hechos: un mundo destrozado donde se ha agrandado la falla Norte Sur y el odio entre ambos por el enorme déficit de mujeres que ha llevado al mundo a una situación terrorífica. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?

El primer siglo1Los hechos comienzan cuando es descubierta una sustancia que fomenta la virilidad de los hombres y garantiza que sólo engendrarán varones. Estas llamadas “habas del escarabajo” son distribuidas ampliamente en el Sur por una serie de empresas pseudofarmacéuticas. Su éxito es inmediato y no por imposición sino porque son ampliamente aceptadas por la preferencia de muchas familias por tener un varón y además porque desde los gobiernos parece una solución no traumática a la sobrepoblación.

Dice Andreu Domingo en el libro citado “Por lo tanto, la primera característica de su distopía es que, a pesar de estar vehiculada por intereses económicos (los farmacéuticos), en el origen de la catástrofe no existe un poder oscuro o una conspiración con finalidades inconfesables. Al contrario, se presenta como el resultado de una asunción espontánea, de una elección individual en el marco de una sociedad patriarcal, con claros prejuicios contra la mujer”.

Maalouf se basa en una realidad bien conocida, la del infanticidio femenino, el aborto selectivo y el abandono cometido contra las niñas. Y en su novela lo que hace es extrapolar esa realidad que ya tiene incidencia demográfica en algunas zonas del planeta, con el recurso de que la preferencia del varón se pudiera conseguir realmente con la simple ingesta de una pastilla que por cierto tiene efectos irreversibles. Y abunda en las consecuencias que tendría, tanto demográficamente, como en relación con la fractura Norte/Sur y sobre todo para las mujeres. Y no pueden ser más tremendas ni catastróficas.

El primer siglo3

El desequilibrio entre la población de hombres y mujeres se agrava progresivamente y tiene su efecto más dramático en el Sur. El Norte, donde la incidencia de las “habas” ha sido menor, palian la escasez de niñas “importándolas” del sur, bajo el farisaico argumento de protegerlas. Una escasez progresiva que da lugar a un inmoral tráfico mafioso de niñas. En el Sur el rapto, la violación y la violencia desencadenada contra las mujeres se convierte en endémica y patológica.

Maalouf nos muestra una visión trágica de un mundo en el que se agranda la “falla horizontal” que divide a un Norte cerrado e inestable frente a un Sur sumido en dictaduras y en un auténtico caos salvaje. Un planeta de enfrentamiento y odio entre países ricos y pobres. Un mundo de incierto futuro en el que todo pende del delgado hilo de las medidas que se puedan tomar globalmente para revertir una situación ingobernable.

Nos son pocos los países en que la preferencia del varón está contribuyendo al desequilibrio entre hombres y mujeres. Es una realidad hoy mismo, por eso, esta novela de Maalouf, escrita hace casi treinta años, refleja muy bien algunas de las contradicciones de esta sociedad, es una advertencia de cómo se puede convertir la Tierra en un planeta tenebroso y fragmentado por el odio, pero a la vez es sin duda una potente defensa de la feminidad del mundo. Muy recomendable lectura.

FT_15.08.06_SexRatio_Map_2
El desequilibrio de sexos en el mundo