Decía Jesús Ibáñez que la Ciencia Ficción es una herramienta fundamental para analizar y entender la sociedad presente y que ninguna disciplina social o humana debería permitirse el lujo de prescindir o ignorar las aportaciones de la literatura de CF. Francisco Javier Tirado va un poco más allá y llega decir que la Ciencia Ficción es la avanzada del pensamiento crítico; y que, al contrario de lo que podría parecer, no trata del futuro, trata del presente, pero contemplado desde una perspectiva utópica. Los mundos posibles que ensaya la CF son los que están contenidos, como líneas o cursos de acción que alguna vez serán, que son posibles o que ya han muerto en el presente.

Las utopías y las distopías femeninas pretenden dar respuesta desde la especulación a la pregunta que caracteriza a la buena ciencia ficción ¿Qué pasaría si….? ¿Qué es lo que sucedería si las mujeres en el futuro retrocedieran a una posición en la que se reafirmara el poder del macho? ¿Y qué pasaría realmente si las dominantes fueran las mujeres? Como se preguntaba Pamela Sargent

Abordaremos en este blog muchas de las obras de ciencia ficción en las que gobiernan las mujeres o son sometidas a la más abyecta opresión.

Pero antes de que se conociera a la ciencia ficción por este nombre hubo muchas narraciones en las que se abordaba este tema. En la literatura o en la leyenda, en forma de mitos o rumores, las sociedades dominadas por mujeres han estado presentes a lo largo de la historia. Cuando empezaron a difundirse las ideas feministas, se divulgó también la especie de que la humanidad en tiempos pretéritos se había organizado en forma matriarcal, pero que la lucha del hombre por ver reconocida su descendencia desbancó a la mujer.

La palabra Amazona proviene del griego y significa “que carece de teta”, porque según Plinio el Viejo, las mujeres guerreras se extirpaban el pecho derecho para poder disparar mejor con arco.

Las fuentes griegas sobre las amazonas son siempre creíbles a medias, en parte historia, en parte mitología y leyenda. Herodoto, que no sabemos si era tan preciso porque tenía muy buenas fuentes o porque se lo inventaba casi todo, situó la nación de las Amazonas en el Norte de África. Las amazonas de Herodoto, buscaban a sus compañeros en las tribus vecinas. A los hijos varones se les mataba o se les enviaba con sus padres si eran conocidos.

Un curioso renacimiento del mito de las Amazonas tuvo lugar durante la “conquista de las Américas” por los españoles. Los exploradores Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana, atravesaron los Andes en 1541, navegaron por un río enorme y tras salir de numerosos peligros, afirmaron haber sido atacados por un ejército de poderosas mujeres guerreras. Lo más probable es que las mujeres de una tribu participaran en la defensa de su territorio junto con los hombres. Pero este relato hizo que el gran río recibiese el nombre por el que hoy lo conocemos, el Amazonas.

Esplandian_MontalvoEn 1510 Garci Rodríguez de Montalvo escribió una novela fantástica llamada Sergas de Esplandian acerca de una raza de mujeres negras que vivían en una isla paradisíaca en la costa derecha de las Indias. Por primera vez aparece el topónimo California, -nombre de la mitológica isla de las amazonas, reflejo de riqueza y exotismo adecuado a la imagen que el Viejo Mundo tenía de las nuevas tierras conquistadas-.

La historia tuvo tanto éxito que Edwart Everrett Hale editó en 1862 un libro con el título Queen of California para demostrar que el origen de la denominación California está en las Sergas.

El auge de la primera ola del feminismo por los derechos de la mujer, especialmente de las sufragistas, hizo que se escribieran en el tránsito del siglo XIX al XX no pocas novelas habitualmente escritas por hombres destinadas a describir sociedades en las que se mostraban los peligros y perversiones a que nos podíamos ver sentenciados si se vieran reconocidos derechos que permitieran gobernar a las mujeres. Son una especie de distopías reaccionarias en las que se satirizaba como la pérdida del rol tradicional de las mujeres era algo profundamente negativo para ambos sexos.

Destaco en este sentido, la contradictoria “Vril: la raza venidera” (1871) de Edward Bulwervril3 Lytton, sobre la que por su interés quiero volver en el blog en otra ocasión. Lytton describe una sociedad perfecta descrita como un potente matriarcado, pero agostada en su perfección. ¿Nos aboca a ello la liberación de las mujeres?

Sólo por contraste habría que citar una de las utopías socialistas clásicas y más populares escrita por la misma época. Hablamos de ”El año 2000, una visión retrospectiva” (1888), de Edward Bellamy, en la que muchos han considerado que las mujeres sólo aparecen como meros vientres parlantes. Bellamy ni se plantea la igualdad: de una forma un tanto extraña las mujeres están encuadradas en instituciones paralelas que no tienen ni de cerca el mismo poder que las instituciones de los hombres.

Pero también hubo en sentido contrario, novelas utópicas donde gobiernan las mujeres, escritas por mujeres y de inspiración más o menos feminista.

Cito sólo a dos. “Mizora: la profecía” (1881) de Mary E. Bradley Lane, que es la primera novela en la que se prescinde del hombre y la reproducción es por partenogénesis. “Nueva Amazonia: un anticipo del futuro” (1889), de la escritora británica Elizabeth Burgoyne Corbett, en la que en este caso los hombres, aunque libres, no pueden desempeñar ningún cargo público. Lamentablemente no he logrado encontrar traducciones al español de ninguna de las dos.

Sultana DreamsEncontramos muchos otros relatos de este orden sobre sociedades de mujeres, que reflejan el intenso debate en torno al lugar de las mujeres en la sociedad que habían provocado aquellos primeros movimientos feministas. No caben aquí. Pero no quiero dejar de destacar una de las muestras más interesantes de la ciencia ficción de inspiración feminista de aquella época sobre todo por venir de una mujer bengalí musulmana de la India. Se trata del relato “El sueño de la sultana” (1905) de Rokeya Sakhawat Hossain, del que si he podido encontrar una traducción al español. En El Sueño de la Sultana, se invierten los tradicionales papeles masculino y femenino en el islam, siendo los hombres los que tienen que vivir recluidos por la práctica de la purdah y a presentarse en público totalmente cubiertos. ¿Sería hoy posible sin peligro un relato de estas características?

Cerramos una época antes de adentrarnos en las novelas utópicas más propiamente encuadradas en lo que ya llamamos ciencia ficción. Antes solo citar de pasada a una escritora feminista, Charlotte Perkins Gilman, que en 1915 publicó “Herland, un mundo femenino” y que quizás es la más destacada de las de esta primera ola de la ciencia ficción feminista en la también explora de una forma extraordinariamente sugerente la idea de una sociedad exclusivamente femenina. Pero sobre ella habrá que volver más extensamente.

En efecto, serán otros apuntes en este blog, en los que podremos acercarnos tanto a las más crueles distopías femeninas como a utopías, en muchos casos no exentas de contradicciones.